Con un ambiente marcado por el interés en los desafíos actuales de la investigación, se realizó el seminario “Ciencia Abierta y Ética de la Investigación: claves para una práctica responsable”, el primero de una serie de encuentros organizados por InES Ciencia Abierta UPLA. La iniciativa busca abrir espacios de diálogo y reflexión sobre los cambios estructurales que experimenta la ciencia contemporánea, particularmente en torno a la apertura del conocimiento, la transparencia, la vinculación con la ciudadanía y los imperativos éticos asociados.

Dentro de las palabras inaugurales, Carolina Santelices Werchez, vicerrectora de Investigación, Postgrado e Innovación de la UPLA, entregó un análisis sobre la producción científica chilena en corriente principal durante la última década, exponiendo que casi el 72% de las publicaciones en acceso abierto de las universidades del CRUCH se realizaron mediante pago de APC.

Dicha producción, además, se concentra mayoritariamente en las cinco grandes editoriales que actualmente dominan el ecosistema global de publicación académica (56,62% de las publicaciones se concentran en revistas científicas pertenecientes a Elsevier, Springer Nature, Wiley, Taylor & Francis y SAGE):  “este patrón revela desafíos significativos para la sostenibilidad y la equidad de la ciencia abierta en Chile. Resulta indispensable avanzar hacia modelos que fortalezcan las capacidades locales y reduzcan la dependencia de grandes conglomerados editoriales, con miras a fortalecer una política de CTCI que promueva apertura, justicia epistémica y beneficios efectivos para la sociedad” indicó. 

Ética, datos y soberanía del conocimiento: seminario InES Ciencia Abierta plantea claves para una investigación responsable

Por su parte,  Cecilia de la Cerda, presidenta del Comité Ético Científico de la universidad, destacó la necesidad urgente de revisar el vínculo entre los comités y los distintos públicos con los que interactúan. Señaló que “disminuir la brecha entre los comités y los públicos con los que se relacionan es fundamental. Los requerimientos de los comités pueden leerse como instrucciones poco informadas que muchas veces entorpecen la labor”.

De la Cerda subrayó que, así como se exige una ética y un sentido de justicia social hacia las personas que participan en estudios académicos, también los comités debieran aplicar esos mismos principios hacia las comunidades académicas que asesoran. Sin embargo, advirtió sobre el riesgo de caer en lógicas paternalistas al intentar integrar a estas comunidades dentro de procesos de tutela: “Las políticas deben ser evaluadas y reevaluadas junto a las comunidades académicas, quienes pueden y deben ser escuchadas para generar una mayor cercanía entre tutelas y tutelados”. Su intervención marcó un tono crítico pero constructivo, orientado hacia la búsqueda de prácticas más inclusivas y dialogantes.

Una cartografía crítica de la ciencia abierta

El ciclo de ponencias, comenzó con la destacada  investigadora Fernanda Beigel (Universidad Nacional de Cuyo, Argentina), quien presidió el Comité Consultivo de la UNESCO para la Recomendación de Ciencia Abierta entre 2020 y 2021, presentó la conferencia principal: “Cartografías para una ciencia abierta inclusiva”. En ella abordó algunos de los debates internacionales más relevantes, partiendo por una pregunta esencial: “¿Apertura hacia qué y hacia quiénes?”.

Beigel explicó que, aunque el acceso abierto nació como un mecanismo para garantizar gratuidad e inmediatez en la lectura, en la práctica este modelo ha trasladado los costos de publicación hacia las y los autores. Señaló, además, la existencia de múltiples brechas que dificultan el despliegue pleno de la ciencia abierta, entre ellas la brecha digital, las limitaciones en los procesos de evaluación abierta y los desafíos asociados a los conocimientos indígenas y a la interculturalidad.

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Recordó que, durante las consultas realizadas por UNESCO, diversas comunidades indígenas expresaron que no buscan ser incorporadas simplemente a los procesos de la ciencia tradicional, sino asegurar soberanía territorial y la protección de su conocimiento. En ese sentido, defendió la interculturalidad como un principio de derechos humanos fundamental en la ciencia contemporánea: “Promocionarla frente a los ataques que ha recibido es defender un principio de derechos humanos que debe tener la ciencia”.

También advirtió sobre la creciente comercialización de las infraestructuras digitales, destacando que el aumento del acceso abierto convive con un aumento del acceso cerrado debido al auge de las revistas híbridas, altamente leídas y prestigiosas, pero costosas. En países con altos APC, señaló, este escenario abre la puerta a revistas “predatorias”. Para enfrentar esta tendencia, Beigel insistió en la necesidad de cuestionar las métricas tradicionales: “Evaluamos el impacto de una revista, pero ¿dónde está el impacto de esta evaluación?. Sostuvo que una ciencia verdaderamente abierta requiere infraestructuras federadas, abiertas y ancladas en instituciones académicas, capaces de resguardar la soberanía científica. En su análisis también mencionó el caso latinoamericano, cuyo circuito de revistas es inclusivo y multilingüe, pero sigue limitado por la fragmentación regional y la falta de interoperabilidad.

Avances institucionales hacia una cultura de ciencia abierta

Ética, datos y soberanía del conocimiento: seminario InES Ciencia Abierta plantea claves para una investigación responsableDesde la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile, Leonardo Reyes compartió la experiencia del proyecto InES Ciencia Abierta de la Universidad de Chile, que buscó promover un cambio cultural profundo dentro de la institución. Reyes detalló los esfuerzos realizados para construir una gobernanza estratégica en materia de datos de investigación, mediante la conformación de un comité especializado destinado a establecer reglamentos, guías y buenas prácticas. Explicó además que: “se están evaluando y fortaleciendo las aplicaciones existentes para mejorar la interoperabilidad entre los sistemas de publicaciones científicas y los repositorios de datos, una condición imprescindible para avanzar hacia estándares internacionales”.

Asimismo, destacó el trabajo formativo orientado a desarrollar capacidades humanas en ciencia abierta, mediante cursos y programas de capacitación, junto con un amplio despliegue comunicacional a través de sitio web, redes sociales y actividades de divulgación. Subrayó la importancia de identificar capacidades internas y vincularlas con ámbitos estratégicos como biodiversidad y gobierno abierto, lo que permite conectar la producción de conocimiento con desafíos sociales concretos.

Ética, normativas y desafíos emergentes en la era digital

La académica y Directora del Departamento de Humanidades y Formación General UNAB, Ruth Espinoza Sarmiento, ofreció una reflexión sobre la naturaleza social de la ciencia y su marco normativo. Citando a Robert Merton, recordó que “el fin institucional de la ciencia es la extensión del conocimiento certificadoy que la ciencia debe entenderse como una empresa colectiva. Presentó los elementos básicos de la ética científica y revisó documentos clave como el Código de Núremberg, la Declaración de Helsinki y el Informe Belmont, además de normativas nacionales como la Ley 20.120 y la Ley 22.719, fundamentales para comprender el marco regulatorio chileno.

Espinoza enfatizó que la expansión de los datos abiertos y la revolución digital traen nuevos desafíos éticos, especialmente en el ciclo de vida de los datos —propuesta, recolección, descripción, análisis, publicación, compartición y preservación—. También abordó los incentivos que pueden promover el fraude científico, entre ellos la presión por productividad, el financiamiento, la desvalorización de resultados negativos y la competencia por el prestigio institucional.

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En sus reflexiones finales, advirtió que los modelos tradicionales de ética, diseñados para contextos biomédicos, no se adaptan fácilmente a los entornos digitales actuales, caracterizados por su complejidad y opacidad. Persisten —afirmó— áreas grises, especialmente en la investigación cualitativa en ciencias sociales y educación, así como en investigaciones en internet, donde las fronteras entre lo público y lo privado resultan ambiguas. Por ello, llamó a fortalecer la inversión tecnológica, la formación y los incentivos para la preservación y difusión de datos de calidad, promoviendoun enfoque procesal y contextual, basado en la deliberación, la colaboración entre comités de ética y un rol activo de la comunidad académica”.

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