«Incertidumbre y desconcierto. Esas fueron las dos emociones que guiaron mi entrada a la primera presentación de un grupo de tres estudiantes del Doctorado en Artes Integradas de nuestra Universidad, actividad con la cual cerraron la asignatura «Creación y Diseño en Artes Integradas» del programa.
Tras una breve introducción de la coordinadora, Dra. Verónica Sentis Herrmann, y de uno de los doctorantes, nos dispusimos a entrar. Yo integraba un grupo de diez personas aproximadamente, que ingresó a oscuras a una sala, ubicada en el tercer piso de la Facultad de Arte. En medio del silencio, unos focos rojos limitaban el espacio. No sabíamos dónde mirar, ni tampoco qué hacer. Entonces, de la mano de nuestra total desorientación, vimos en casi penumbra, a tres personas, erguidas, con la mirada fija, quienes poco a poco comenzaron a moverse, a desplazarse…..y a contar una historia: La historia de Rodrigo Rojas De Negri, literalmente consumido por el fuego en dictadura; la historia de Carmen Gloria Quintana, una sobreviviente; pero también la historia de las madres, horrorizadas por la pérdida, hechos que la memoria se resiste a olvidar.
Fue, figurativamente, una reconstitución de escena, que se produjo a través de distintos recursos: la fotografía, la danza, video, televisión, la palabra, la poesía y la música. Sin dudar, las artes integradas aparecieron inevitablemente, como la primavera tras el invierno, en una pequeña sala ubicada en la Universidad de Playa Ancha.
Desde aquí, frente al mar, el dolor, la angustia y la desesperanza, se hicieron presentes en esta experiencia profunda de conexión con una parte violenta de nuestra historia reciente. Y es que, ya no se trataba de solo tres cuerpos erguidos que contaban una historia, pues de espectadores, todos los que respirábamos en ese lugar, pasamos a ser protagonistas, a formar parte de un colectivo que contó esa historia.
Al final de la intervención, sentí el dolor de Rodrigo, de su madre, y de tantas otras madres que ya no están y que se diluyeron en la tierra, desoladas y sin respuestas. Entonces, cuando una voz dijo “pueden acercarse a ver las fotografías”, no fui capaz. Me quedé en silencio, inmovilizada, como uno de esos tres cuerpos que iniciaron el relato. Comprendí que ahora, esa historia, también es mi historia».
Marcia Franque Kesternich, periodista UPLA.
PD: Pido disculpas por este relato, que se aleja del periodismo informativo, pero quedé tan impactada con lo que experimenté en esta intervención, que decidí compartir mi experiencia. Ya vendrá la nota correspondiente.
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