Distintas iniciativas chilenas empiezan a darle nueva vida a las aguas residuales

Con el crecimiento de la población y la degradación de los entornos naturales, garantizar que todos tengan suministros de agua seguros y suficientes se vuelve cada vez más difícil, explica el sitio web de UN-Water, “mecanismo de coordinación” de la labor de Naciones Unidas en materia de agua y saneamiento.

Por ello, plantea que “parte importante de la solución es (…) mejorar la forma en que gestionamos las aguas residuales”. Sin embargo, el problema es que “en todo el mundo, las aguas residuales reutilizadas de forma segura se subestiman enormemente como una fuente potencialmente asequible y sostenible de agua, energía, nutrientes y otros materiales recuperables”, afirma el sitio.

Rolando Chamy, profesor de la Escuela de Ingeniería Bioquímica y director del Centro Núcleo Biotecnología Curauma de la PUCV, dice que “en Chile la reutilización de aguas residuales —servidas o domésticas (negras y grises), industriales (que se denominan residuos industriales líquidos) y agrícolas (que son muy difíciles de tratar y pue¬den tener pesticidas y/o fertilizantes)— es un tema bastante nuevo. Recién se está tomando conciencia de la importancia que pueden tener las aguas tratadas para su reuso, sobre todo en un escenario de estrechez hídrica”.

Un ejemplo es el caso de un proyecto de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) que une a investigadores de distintas universidades y entidades a lo largo del país, como la U. Austral, a través del Centro de Humedales del Río Cruces, la U. Católica del Maule, la U. de Playa Ancha (UPLA) y la Municipalidad de Quilpué, entre otras.

El objetivo del proyecto, dice Marisol Belmonte, académica de la Facultad de Ingeniería de la UPLA, quien participa de la iniciativa, “es acelerar la investigación y el conocimiento existente para comprender la reutilización potencial de las aguas residuales tratadas mediante la implementación de humedales depuradores como soluciones basadas en la naturaleza, para uso futuro en la protección de ecosistemas agrícolas y acuáticos”.

Ya han instalado humedales depuradores —sistemas de tratamiento construidos para limpiar las aguas que se asemejan a los ecosistemas naturales de humedales— a escala laboratorio y piloto, por ejemplo, en Colliguay, Quilpué. Esto, porque el proyecto se enfoca “en zonas rurales del país (aunque es escalable), donde el acceso al agua, así como la cobertura de tratamiento de las aguas residuales se están viendo dificultadas con la escasez hídrica”, precisa.

300 litros

En términos simples, colectan las aguas grises provenientes de la cocina, lavamanos, entre otros. “Estas son conducidas a una unidad donde se desengrasa y sedimentan los sólidos gruesos, para luego entrar al humedal depurador que tiene como planta la totora”, dice la académica.

“El sistema permite limpiar el agua gris, y finalmente, después de otros procesos, se almacena el agua que es utilizada, en el caso de Colliguay, para el riego de árboles frutales (limones, naranjos)”, acota. Así generan aproximadamente 250 a 300 litros de agua. Están a la espera de los resultados del análisis de la Norma Chilena 1333 para confirmar que sea seguro su uso con este fin.

Otro es el caso del proyecto liderado por la investigadora del departamento de Ingeniería Química de la U. de La Frontera, Cristina Diez. En este se desarrolló, en el marco de la Ley I+D de CORFO, una planta piloto para la reutilización de aguas industriales de la empresa maderera Eagon Lautaro, de la región de La Araucanía, que fabrica tableros.

“Si bien ellos recirculaban el agua antes, querían ver cómo hacerlo de manera más limpia, ya que el agua que se genera durante la aspersión de los trozos de madera tiene un nivel de materia orgánica que además le da un color algo negro”, explica Diez.

Así crearon la planta piloto que utiliza el carboncillo, que se genera en las propias calderas donde queman los restos de madera, para tratar el agua. Primero se manda el agua utilizada a piscinas de acumulación, y después de algunas etapas, va al reactor de carboncillo, un tratamiento primario para eliminar el material particulado y el color.

“Se usa el carboncillo, que de no ser utilizado en este proceso se convertiría en desecho, y se evita usar aguas limpias”, destaca Diez. Con el cierre del proyecto en octubre, la empresa evaluará si se construye una planta a escala real.

Por su parte, Chamy también resalta el trabajo que se está haciendo, y en el que su universidad ha participado, en las empresas que trabajan con cerdos: el agua utilizada es tratada y se usa para regar como también para fertilizar, dado el alto contenido de nitrógeno que lleva.

Sin embargo, recalca que queda mucho por hacer. “La industria sanitaria tendría que ir hacia la reutilización de las aguas. De hecho, uno podría llegar a decir, ‘saniticemos el agua hasta que la podamos transformar de nuevo en agua potable’”.

 

Fuente: Suplemento Innovación, de El Mercurio, publicado el 22 de septiembre de 2022.

 

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