Tras diez años estudiando las instituciones educativas de élite, el académico de la Facultad de Ciencias de la Educación, Dr. Tomás Ilabaca Turri, está desarrollando el proyecto Fondecyt de Iniciación (N°11250748) “Ciudadanía desde el privilegio: ¿Qué tipo de ciudadano se forma en los colegios de élite chilenos?” que problematiza las habilidades de diálogo, participación democrática y nociones de justicia de estas comunidades educativas.
“Con algunos elementos que empezaron a surgir justamente en mi tesis y en situaciones a nivel país, como auges de autoritarismo, crisis climática y cuestionamientos al modelo de desarrollo, empecé a preguntarme no sólo a nivel de proyecto educativo sino desde la socialización interna de estos colegios cuál es el tipo de individuo que están formando para la sociedad chilena actual”, sostiene el Doctor en Ciencias Políticas y Sociales.
Frente a esto, la iniciativa de Iniciación en Investigación consiste en una investigación cualitativa y etnográfica de tres años de duración que se propone acceder a instancias de socialización, discursos y subjetividades asociadas a la formación ciudadana en colegios de élite en dos regiones del país.
Educación y privilegio
Cuando quienes ingresan a colegios de élite muy probablemente se sitúen en puestos de liderazgo e influencia en la sociedad, el docente del Doctorado en Educación Consorciado ha estudiado la respuesta institucional de dos establecimientos a las interpelaciones realizadas desde la ciudadanía, por una parte, y ha analizado empíricamente tres dimensiones de formación ciudadana, por otra, tributando en un panorama más o menos trazado en la región Metropolitana.
“En la literatura había tres tipos de colegios en Chile que se rastreaban hasta ese momento, los colegios católico-históricos formados por congregaciones católicas de los siglos XIX y XX, como los colegios Sagrados Corazones, Verbo Divino y San Ignacio; los colegios de colonia, como el Santiago College; y los neo-católicos, congregaciones que llegaron en los ochenta y que, en alianza con familias que rompieron con algunos colegios más progresistas, forman estos colegios mucho más selectivos y católicos”.
¿De qué manera los vas estudiando?
Para mi investigación doctoral quise estudiar uno de cada caso, pero de los colegios neo-católicos ninguno aceptó entonces trabajé con un católico-histórico y uno de colonia, y ahí pude observar dos proyectos completamente diferentes, uno mucho más orientado a formar una élite liberal, global, y otro orientado a una élite pensada hacia lo nacional. Lo interesante es que el diálogo con la interpelación que les hacía la sociedad era distinto.
¿En qué sentido?
El colegio católico decía “nosotros somos un colegio de élite, asumimos las críticas que se nos hacen” y esa reflexión de alguna manera configuraba el tipo de respuesta, decían “hemos tratado de hacer cambios para no ser tan endogámicos, para cambiar ciertos elementos de la formación de las élites y tratar de formar un tipo de ciudadano distinto, pero siempre manteniendo nuestra condición de colegio de élite”, entonces era interesante ver el esfuerzo estratégico que hacían. Yo digo que esa reacción es adaptativo-estratégica, porque tiene elementos reflexivos que buscan generar ciertos cambios, pero siempre desde la posición de las élites.
¿Y el otro colegio?
Este colegio de colonia, era muy liberal y muy “burbuja”. Ellos no se sentían de élite a pesar de ser uno de los colegios más caros de Chile, una mensualidad por sobre los $800.000 por hijo, una cuota de incorporación en torno a los tres millones y una matrícula de un millón, más o menos. El primer año le puede salir a una familia, por hijo, fácilmente unos doce millones. Y este colegio dice “bueno, nosotros no somos un colegio de élite sino más bien un colegio de familias profesionales que se esfuerzan y que en su éxito laboral pueden pagarlo”.
Y esto que pasa en Chile, en los colegios que estudiaste, ¿coincide con lo que reportan otros países?
Es un discurso muy similar al que uno observa en Estados Unidos o Gran Bretaña y que es esta resignificación del privilegio, es decir, estos estudiantes no se sienten privilegiados, dicen “mis papás se esforzaron y lograron tener lo que tienen, por eso pueden pagar un colegio como este, y estar en este colegio también me significa un esfuerzo y un mérito”.
Y para eso el colegio tiene toda una estrategia de una fuerte carga académica, de dos currículum, internacional y nacional, entonces en esta interpretación no se sienten interpelados porque el diálogo con el entorno social está muy limitado y cualquier tipo de reacción del colegio frente a las pocas interpelaciones que sienten van, más bien, en reforzar su proyecto educativo, a hacerse más de élite, a eliminar las becas, aumentar la exigencia y la selectividad, potenciar su identidad, entonces son dos tipos de reacciones distintas.
¿Y qué pasa en regiones?
Algo que hemos estado conversando varios investigadores de distintas universidades es que la literatura sobre Santiago está un poco saturada, o sea, siempre habrá espacios donde uno puede ir y seguir escarbando, y por eso escogí un colegio de Santiago, pero las élites de regiones son distintas y las mismas regiones son distintas entre sí.
Formación ciudadana: justicia, diversidad y participación
De esa manera, este proyecto financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) le permitirá estudiar los principios de justicia social, las prácticas de relación con la diversidad y redistribución de oportunidades, así como las formas de participación política y democrática en colegios de élite de una región del norte del país para interiorizar en las disposiciones que estos estudiantes tendrán en su vida social.
“Me tocó una observación donde los estudiantes tenían su propia academia política y en la inauguración decían “nosotros somos los quijotes que estamos llamados a mejorar el mundo”, y más allá de las buenas y genuinas intenciones de ese estudiante, esto condiciona un debate posterior. Hay que considerar que son colegios fuertemente homogéneos, por lo que estos liderazgos se ven condicionados y suelen caer en estereotipos. Esto se vio nítidamente cuando en el segundo gobierno de Sebastián Piñera los ministros decían a las personas que se levantaran más temprano y se esforzaran, es decir, parte de este origen se da en estos espacios educativos”.
¿De qué manera?
En que los colegios de élite tienen como elemento central de su formación el desarrollo de una superioridad moral con poca relación con la sociedad, y aunque hay matices entre los distintos proyectos educativos, estos forman a estudiantes para ser los mejores y para solucionar las problemáticas del país, pero sin conocerlo, en muchos casos.
¿Crees que estos hallazgos se encontrarán en otras regiones?
Algunos de nuestros casos están en regiones mineras. Regiones que son más liberales y con menos preponderancia de colegios católicos, pero, por otra parte, se da la paradoja que las élites no viven allá, los dueños de las grandes mineras o sus directores viven en Santiago o fuera de Chile, entonces su élite es distinta porque es mucho más local y suponemos que se relaciona con el poder y sociedad de forma diferente, por lo mismo queremos escarbar qué tipo de liderazgo hay allá y qué tipo de individuo quieren formar.
¿Y qué han encontrado hasta el momento?
Estamos trabajando con colegios donde hicimos algunas observaciones, entrevistas, y ya tenemos algunas pistas interesantes relacionadas a la diversidad sexual y el reconocimiento de las distintas identidades de género. También está el hecho de que no son colegios a las afueras de la ciudad, como en Santiago, y que además participan en los actos cívicos como hacen los liceos públicos, entonces queremos ver esas particularidades.
Finalmente, y considerando que es un proyecto en sus primeros meses, ¿qué motivaciones guardas con la investigación?
Las motivaciones van por al menos dos líneas, profundizar los estudios de la educación de élite desde una perspectiva de ciudadanía y lo que ocurre al interior del aula, qué clase individuo se está formando y con cuáles hábitos o disposiciones estructurales, pero también este proyecto es un buen corolario de distintos niveles de aproximación al fenómeno de las élites, y en ese sentido creo que la motivación general guarda relación con ir cerrando un ciclo.
Incipientemente se ha ido posicionando un cuestionamiento ya incluso desde la política pública hacia esta intocabilidad que hace que la educación de las élites quede fuera de toda regulación, y eso es también interesante de rastrear, es decir, no podemos tener sistemas educativos con un grupo que esté totalmente clausurado y sin estar sometido a ciertas reglas mínimas de juego y pautas comunes de la socialización de un tipo de individuo que queremos, en ese sentido, estas investigaciones sirven para ir resquebrajando esta clausura y distanciamiento de esta educación con el objetivo que se adhiera a ciertos principios de justicia.
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