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Cerca del 90% y 95% de las personas sordas nacen en hogares de personas oyentes, es decir, en espacios que suelen desconocer la lengua de señas y las implicancias culturales y lingüísticas de esta comunidad. Entonces, cuando el espacio educativo y formativo es el siguiente en la cadena de socialización, ¿qué tan preparados están los establecimientos para recibirles e integrarles?

Registro de autoría de Carmen Jara de Comunicaciones

“Existe la voluntad, pero el tema es cuáles son las condiciones de esa inclusión”, expresa la académica del Departamento de Literatura y Lingüística, Dra. Maritza Farlora Zapata, “un niño con TEA necesita un tipo de vinculación y un niño sordo necesita otra, entonces hay que tener cuidado porque los criterios son generales y la implementación es particular”.

Frente a una normativa que ha priorizado el acceso de las personas sordas hacia la lengua-cultura oyente por sobre la enseñanza de la lengua de señas, la doctora en Lingüística estudió la cronología de políticas públicas educativas nacionales con el artículo “Uso y difusión de la lengua de señas: problematización de las políticas lingüísticas y su implementación en Chile” (2023).

Realizado junto al estudiante del Magíster en Lingüística con mención en Dialectología Hispanoamericana Chilena, Daniel Araneda, el texto da cuenta de tres nudos críticos: el reconocimiento de los estudiantes sordos como una comunidad cultural y lingüística; la formación intercultural para la comunidad educativa y la regulación y sistematización de la formación de los educadores sordos e intérpretes de Lengua de Señas Chilena (ILSCh).

Nudos críticos

Según el texto, el tránsito de la comunidad sorda por el sistema educativo actual evidencia una respuesta insatisfactoria respecto al desarrollo de su lengua visogestual aún y cuando “lidiar con el audismo hoy en Chile requiere romper con diferentes mecanismos que podrían desactivarse desde la educación con la implementación de un sistema intercultural efectivo que respete y respalde las pautas de comportamiento de todas las culturas que hoy pueden acceder al sistema escolar”.

En ese sentido, la cronología de políticas públicas cuenta con dos años claves, pero recientes, 2010 con la promulgación de la Ley 20.422 sobre la Igualdad de Oportunidades e Inclusión Social de las Personas con Discapacidad y, once años después, en 2021 con la Ley 21.303 que modifica la normativa anterior para establecer normas para promover el uso de la LS.

“Esta publicación considera las políticas públicas frente al empleo y la formación en el espacio escolar porque, aunque tenemos una ley que considera la integración a las escuelas regulares, no existe una implementación que efectivamente permita la inclusión de los sordos en una condición de respeto y hay un tremendo vacío práctico y de formación”, comenta la académica.

Por una parte, ese vacío se demuestra en el desconocimiento por la lengua. En sus características visogestuales, espaciales, simultáneas y sucesivas, la lengua ágrafa es una forma de comunicación tan funcional como cualquier otro sistema lingüístico al poseer una estructuración equiparable a las lenguas orales y, aun así, se ha abordado históricamente desde una dinámica de subordinación, con una amalgama de frustración, desconfianza e inferioridad, y también desde un modelo médico.

“El modelo médico es el de la rehabilitación, el que busca sanar al que tiene una enfermedad pero frente a él se instala otro modelo, un modelo social que apunta a reconocer que los sordos son una cultura, porque toda lengua es una cultura”. Allí surge, por otra parte, la importancia de la formación y empleo de educandos sordos que podrían subsanar las dificultades mencionadas, así como convertirse en referentes lingüísticos que, según el texto, cuenta con cifras críticas ya que tan sólo un 50% de las escuelas especiales cuenta con un instructor sordo o intérprete de LSCh, “porcentaje que desciende a un 20% en el caso de los establecimientos con PIE”.

De esa manera, el artículo refuerza la importancia de reconocer a los y las estudiantes sordas como una comunidad cultural y lingüística que requiere prácticas de enseñanza coherentes, la necesidad de una formación intercultural bilingüe para docentes, y la regulación y sistematización de la formación de educadores/as sordos/as e intérpretes de LS para aumentar su presencia en el sistema escolar, y así mismo, potenciar la circularidad del ciclo formativo hasta el laboral.

Características lingüísticas y culturales de la LS

Registro de autoría de SENADIS

“Quienes somos hablantes tenemos la impresión que las personas sordas no tienen problemas para leer o creemos que escriben mal cuando en realidad lo hacen según la gramática la lengua de señas, entonces no dimensionamos que las trayectorias escolares de los sordos son extremadamente duras”.

Tras el desarrollo del proyecto “Escuchando otra voz: la comunidad sorda, su lengua y su acceso a la educación superior” (DGI HUM 04-2021) que recoge las experiencias de personas adultas sordas en sus procesos de alfabetización L1 (LSCh) y L2 (español escrito), la investigadora se pregunta, ¿a una persona sorda realmente le sirve la integración del modelo actual?

“Lo que ellos más reportan es que necesitan juntarse con sordos porque necesitan aprender la lengua, hay niños que no saben la lengua de señas y tampoco el español, entonces están en un limbo que los desconecta del mundo”, expresa, “vivimos en una sociedad que escucha muy poco los silencios y en un sistema muy poco preparado, cuando, por ejemplo, expresan cuánto les complica ir a algún centro de salud, sí o sí tienen que ir con alguien de la familia que termina siendo un intérprete no formado”.

Frente a esto, y como una declaración de condición, está la importancia de aprender lengua de señas a través de la enseñanza de personas sordas. “Es su lengua y condición en la que te mueves, entonces debe haber un respeto, como oyente, por ejemplo, cabe preguntarse por qué debo tomar su voz, ¿los represento, quiero hacerlo o quiero sentarme y dar la posibilidad que ellos se expresen? Eso yo creo que es importante, y es un desafío investigativo para nosotras junto a María Teresa Núñez que nos enfrentamos no a objetos de estudio, sino sujetos de estudio”.

Para leer el artículo, te recomendamos visitar su versión gratuita que encuentras aquí en el N° 78 de la Nueva Revista del Pacífico de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Playa Ancha.

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