De las 44 postulaciones recibidas por la iniciativa del programa Desafíos Público, actualmente sólo tres proyectos continúan en el reto de desarrollar un sistema de medición y monitoreo de parámetros fisicoquímicos de los diversos humedales protegidos del país, siendo “Musux, adquisición de datos y monitoreo sustentable en humedales con bajo impacto con el entorno” la propuesta de WOLKE, STOUT y la UPLA.
Doctora, ¿podría explicarnos en qué consiste este reto de CORFO, MinCiencia y CONAF?
Este es un reto que se divide en tres etapas y que va ajustando el número de participantes y de financiamiento según el avance y cumplimiento de los desafíos. El desafío de la primera etapa fue proponer un prototipo de monitoreo autónomo y de bajo impacto en el entorno, y en la segunda etapa mejoramos ese primer prototipo y validamos su funcionamiento en un humedal de CONAF. En la tercera y última etapa, los equipos que sigan en el reto deben dar solución a tres áreas protegidas de condiciones extremas de CONAF.
Y ustedes presentaron Musux, ¿cómo funciona este aparato?
Musux es una boya autosustentable y móvil que almacena datos e información de la calidad y condición del agua del humedal como pH, conductividad, oxígeno disuelto, salinidad, temperatura y profundidad. Estos seis parámetros son registrados a través de un multisensor que almacena la información en un servidor central y, además, envía los datos a dispositivos móviles a través del satélite.
En esta segunda etapa en ejecución, ¿dónde está siendo probada Musux?
Los días 8 y 9 de septiembre pasado instalamos tres boyas en las zonas norte, centro y sur del humedal Laguna Torca de la Reserva del mismo nombre, en la región del Maule, para estudiar la condición del agua por 30 días seguidos.
Esta boya se enfrenta a diversas condiciones según el tipo de humedal y las especies que allí residen, ¿cómo ha sido el proceso de adaptación de este instrumento a tales circunstancias?
Nosotros comenzamos con una boya mucho más grande que debía ser transportada por al menos dos personas y, tras las revisiones de la primera etapa, redujimos su tamaño. También consideramos las incrustaciones, daños o usos que podía realizar la avifauna del humedal con ella. Las taguas, por ejemplo, son aves increíblemente curiosas entonces escogimos un color que no llamara su atención. Es más, la primera vez que nos juntamos les dije, ya, para hablar de humedales debemos ir a uno y llevé al equipo a terreno para que presenciaran lo que implica muestrear un humedal. Allí hay todo tipo de complicaciones, y yo conozco eso de primera fuente, ya que monitoreé por cuatro años el humedal El Peral. Imagínate, fui a terreno cada 45 días por cuatro años…
Eso mismo significó tu participación en este reto, ¿no?
Claro, porque el proyecto surge por la unión de la firma chilena Wolke y la empresa de diseño Stout, quienes querían sumar a alguien con vasta experiencia en humedales. Yo llevo alrededor de quince años desempeñándome en esto, entonces entrego apoyo en la intercalibración del equipo, su diseño y desempeño en las salidas a terreno. En ese sentido, nos complementamos muy bien.
Este proyecto comenzó el año pasado, ahora que nos acercamos a la recta final, ¿cómo evaluarías la experiencia?
Me ha gustado mucho porque es una relación fructífera. Nos hemos dado cuenta que, frente a diversos problemas, estos podrían solucionarse fácilmente con las interacciones correctas. Entonces, aquí, creamos ciencia para resolver esas problemáticas reales que siempre tenemos, y este reto demuestra que no tenemos la necesidad de traer equipos de otras partes del mundo y que se pueden crear aquí. No obstante, este reto definitivamente viene a reafirmar la necesidad del gobierno, o los gobiernos regionales, de generar más iniciativas que podamos atender simultáneamente entre universidades y empresas.
Humedales
La región de Valparaíso cuenta con más de 800 humedales y, según información del Ministerio del Medio Ambiente (MMA), es la segunda región con mayor número de requerimientos de humedales urbanos. En ese sentido, la nueva normativa de humedales, la Ley N° 21.202 o Ley de Protección de Humedales Urbanos es promulgada en 2020 y, a inicios del 2022, el MMA cumplió el requerimiento de formulación y publicación de la Guía de Delimitación y Caracterización de Humedales Urbanos de Chile.
¿Por qué la convocatoria decide centrarse en humedales?
En primer lugar, esta es una necesidad de CONAF que, actualmente, no cuenta con las herramientas para realizar un estudio y monitoreo de las aguas de los humedales al interior de las Áreas Silvestres Protegidas del Estado. En segundo lugar, esto obedece a una nueva dirección nacional. Porque contamos con una nueva ley de humedales urbanos, pero sin “parte de atrás”.
¿A qué se refiere con eso?
Aún no resolvemos la forma, es decir, ¿cómo llegamos ahí? Tenemos comunidades que quieren declarar sus humedales, pero no cuentan con los presupuestos y los municipios tampoco. Creo que esto debería estar en red con las universidades, o bien, las universidades deberían contar con un financiamiento para hacer esto en cada región porque ellas cuentan con la capacidad técnica para realizar esas diligencias. Tenemos esta situación donde nosotros siempre andamos buscando fondos, cuando estas cuestiones están ocurriendo y demandan soluciones que podemos brindar.
“Nos encontramos frente a otra problemática que es el desconocimiento de la calidad del agua potable”
La investigadora, además de recorrer los humedales de la región, ha desempeñado una labor importante en relación al Agua potable rural – APR – en comunidades como Laguna Verde o Petorca. “Las personas, cuando conocen lo que haces, te piden ayuda”, menciona la Dra. Rivera, “porque en las zonas rurales, a diferencia de las zonas urbanas, las personas se autoabastecen de agua a través de las gestiones de comités, cooperativas o grupos de vecinos que, muchas veces, no posee fiscalización alguna”.
Tenemos una nueva mirada de los humedales en un contexto de crisis hídrica pero, ¿qué ocurre con el agua de consumo humano?
No contamos con una cultura del agua, y existe muy poca educación y apoyo técnico en torno a ella. Te dicen “cierra la llave”, pero no te enseñan sobre calidad de agua. Cuando fuimos a La Cruz, por ejemplo, conocimos una persona que llevaba más de 50 años potabilizando el agua, pero que no entendía el proceso y nunca tuvo una capacitación, y esto se repite en muchas zonas rurales, municipios y gobernaciones. Entonces nos encontramos frente a otra problemática que es el desconocimiento de la calidad de agua potable, ¿qué pasa con el tratamiento de los estanques? ¿De los camiones aljibes?
¿Y qué percepción has recibido por parte de las comunidades?
Al menos nueve de cada diez personas te dice que no confía en el agua que consume, porque a veces sale blanca o café, y porque no sabe qué efecto tendrá sobre su sistema. Entonces nos encontramos que muchas personas han optado al consumo de agua filtrada, pero que es un agua sin minerales.
¿Y eso qué significa?
Que las personas están desmineralizándose. En Laguna Verde, que es una localidad que hemos estado monitoreando, las personas nos comentan ciertos síntomas como la somnolencia. Y cuando preguntas, ¿qué agua está consumiendo? Nos dicen que sólo beben agua filtrada. Es decir, por el susto de consumir agua contaminada, la gente está abusando del agua filtrada.
Frente a la nueva mirada, normativas y herramientas que otorga el Estado a los humedales, ecosistemas semiacuáticos de gran biodiversidad e importancia ecológica frente a la crisis climática, la académica refuerza la necesidad de realizar un mismo ejercicio frente al recurso hídrico de consumo humano y, en definitiva, articular instituciones públicas y privadas para robustecer la cultura, entendimiento y gestión del agua en Chile.