Sindicato Profesional Orquestal en la celebración del Día de la Música el 22 de noviembre de 1941
“Tenemos la noción que los géneros musicales van por carriles separados o que los músicos se dedican sólo a una cosa, pero en este libro nos encontramos con un cruce constante de compositores e intérpretes que participaban en distintas actividades musicales, desde bandas de música bailable hasta orquestas sinfónicas, y eso ocurría justamente porque eran trabajadores de la música y vivían de ella”, expresó la musicóloga de la Facultad de Arte y el Centro de Estudios Avanzados, Dra. Eileen Karmy, respecto a su reciente libro “Música y Trabajo: Organizaciones gremiales de músicos en Chile 1893 – 1940”.
De esa manera, la nueva publicación de Ariadna Ediciones da cuenta sobre la memoria de los trabajadores de la Sociedad de Socorros Mutuos de Valparaíso y el Sindicato Profesional de Músicos de Valparaíso, organizaciones formadas para sortear las condiciones materiales y laborales nacidas por la cuestión social, instauración del primer Código del Trabajo, la llegada del cine sonoro a Chile y la creación del Instituto de Extensión Musical.
¿Qué recorrido realizas en este libro?
Esta investigación está compuesta de seis capítulos. Los tres primeros, por una parte, siguen un orden cronológico que comienza con la Sociedad de Socorros Mutuos de Valparaíso, pasando por importantes sucesos históricos como fue la apertura del canal de Panamá, la crisis económica, la creación del primer Código del Trabajo y la legalización del sindicalismo que tributa en la conformación del Sindicato Profesional de Músicos de Valparaíso. Por otra parte, los últimos tres capítulos siguen otra línea y se enfocan en personajes o hitos de envergadura nacional, como es Pablo Garrido, músico y líder gremial, el primer congreso de músicos del país y una reflexión final de lo que ocurre en 1940 con la creación de instituciones musicales estatales como fue el Instituto de Extensión Musical.
Respecto a la Sociedad y el Sindicato, las primeras organizaciones que revisas en tu libro, ¿cómo son sus respectivas demandas?
Aunque estas demandas responden a momentos históricos distintos, sí eran bastante similares y se relacionaban a protección social, laboral y de salud. Las demandas de los músicos en tiempos de la Sociedad, por ejemplo, se debían a que el Estado no contaba con ningún tipo de ministerio capacitado para entregar beneficios o protección social, entonces era un área que llevaba la beneficencia o el apoyo mutuo a través de organizaciones. Esto cambia en 1924, cuando se crea el Ministerio de Higiene, Asistencia, Trabajo y Seguridad Social, pero la cualidad de trabajadores independientes les impide acceder a ciertos programas de protección social, entonces esa ayuda social sigue sin llegar a ellos. Luego, en 1928 se pone en marcha la legislación sobre sindicatos, y por ley, las y los trabajadores tienen que sindicalizarse. Entonces, desde la Sociedad se conforma el primer Sindicato Profesional de Músicos de Valparaíso.
¿Entonces el Sindicato continúa un rol de beneficencia?
La Sociedad y el Sindicato existen en paralelo por un tiempo, pero estar en ambos implicaba pagar dos membresías, entonces el Sindicato asume mayor actividad y número de socios, y aunque continúa con ciertas dinámicas de socorro mutuo se inclina con mayor protagonismo a las prácticas laborales de sus socios y toma partido en relación a ellos revisando, por ejemplo, los contratos de los músicos con los locatarios y estableciendo precios mínimos.
¿Cuáles otras diferencias existieron entre estas dos organizaciones?
La gran diferencia es que el Sindicato se aboca a proteger y mejorar las condiciones de trabajo de los músicos, mientras que la Sociedad se había enfocado en mejorar sus condiciones de vida, pero sin representación en lo laboral.
En el libro hablas de músicos, pero también había músicas mujeres, ¿ellas participaron en estas organizaciones?
Solamente desde el año 1925. Antes de ese año no participaban como socias pero sí como alumnas de la escuela de música de la Sociedad, o como beneficiarias siendo hijas, esposas o viudas de algún socio. En 1925, aunque se explicita el ingreso de personas de ambos sexos, como se decía en la época, también se indica que las mujeres gozarán de los mismos beneficios que los varones con excepción a todas las necesidades vinculadas a la maternidad. Es decir, entran en la misma condición de los hombres a pesar que son distintas. Creo que esto responde a las características de la industria de la música en general, que hasta hoy sigue siendo muy masculinizada.
Trabajadores de la música o artistas
Otro cambio de paradigma ocurre en la génesis identitaria de los asociados a la organización gremial cuando, en pleno auge del Frente Popular en los años 30, el Sindicato Profesional doce Músicos de Valparaíso se integra a la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCh) debido a la dirección y liderazgo de Pablo Garrido, músico, violinista, investigador y compositor de izquierda.
En esa reformulación, ¿qué logros consigue el Sindicato?
Estos logros hay que verlos en el nivel cotidiano que tenían respecto a las condiciones de vida de estos trabajadores. En ese sentido, uno de ellos fue la obtención de un primer día libre para los trabajadores precisamente en la celebración del Día de la Música. Asimismo, cuando llegó el cine sonoro a Chile, que fue súper amenazante para el trabajo de los músicos, el Sindicato logró un acuerdo con el Municipio de Viña del Mar para que las exhibiciones contaran con un intermedio musical de orquesta con un número de músicos acorde al tamaño del teatro o espacio de proyección, y así hubo muchos otros más.
La idea de clase es algo que retomas bastante en tu libro, ¿a qué se debe eso?
El tema de clase tiene mucho que ver con las nociones de lo que es el arte, y eso se refuerza con ahínco en la última parte del libro con la creación del Instituto de Extensión Musical que, a su vez, origina la Orquesta Sinfónica, Coro y Ballet de carácter nacional. La idea del músico como trabajador y no como artista es un tanto rupturista, o algo en que no todos están de acuerdo, porque eso implica hacer música para ganarte la vida y no necesariamente para crear grandes obras. Entonces, en este momento histórico, existen disputas de poder respecto a cómo desarrollar y financiar la música en el país, y los músicos ligados al conservatorio recurren al Estado para amparar esta idea de que el arte es arte y hay que vivir de otras cosas, o bien, del mecenazgo estatal, y así se instala esta noción desprovista de contexto social de lo que es la música.
En ese sentido, ¿cuál crees que es la importancia de una publicación así?
Esta es una historia de la música en Chile que no conocíamos, y viene de la mano del propio relato de quienes integraron las organizaciones gremiales, sus demandas, problemáticas y logros. Creo que esto es increíblemente enriquecedor para mirar hoy, desde el presente, todas aquellas demandas que aún tienen los músicos y que se evidenciaron, por ejemplo, durante la pandemia.
De acceso liberado, el libro se encuentra de manera totalmente libre y gratuita para su descarga en PDF a través del sitio web de Ariadna Ediciones. La versión impresa está a la venta a precio de lanzamiento directamente con la autora mediante el correo musicalmemoria@gmail.com.
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