El desarrollo urbano de la ciudad de San Felipe. Primera parte: Antecedentes generales de la fundación

«La humanización del valle del Aconcagua tiene antecedentes milenarios que, a la llegada de  los conquistadores españoles (siglo XVI), inició un lento proceso de urbanización que trajo aparejado que su localización tuviese poblados dispersos, no solo en esta área sino en el resto de la naciente Capitanía General, condición territorial que tuvo como prioridad y finalidad  organizar un planteamiento de dominación respecto de la población aborigen y de las superficies conquistadas.

Con la llegada del siglo XVIII y la aplicación reformista impulsada por la corona española (reformas borbónicas), se amplía el proceso de fundación de villas y ciudades desde La Serena hasta Concepción, lo que consecuencialmente provocó un aumento de la población urbana que continuó a lo largo del  siglo XIX. Dicha situación se reforzó  con la incorporación de las provincias de Tarapacá y Antofagasta, y de territorios en la zona austral. Sin embargo, hay que indicar que mucha de la población que residía en el medio rural (siglos XVI al XIX) -siendo un dato revelador de esta situación el censo de 1865-  el 71.4%  (1.302.584 personas) estuvo asentada en la ruralidad y solo una fracción vivía en el ámbito citadino (28.6%, 521.763 personas).

Profesor Gastón Gaete Coddou.

Referente a lo indicado, la ciudad de San Felipe surge como un ejemplo propio de las reformas indicadas (política de fundación de villas y ciudades  de la corona, establecida por Real Cédula de 1703). Para tal efecto su emplazamiento coincidió con el de tipo interior y fluvial, por cuanto estas variables propiciaron en la naciente urbe una posición locacional que ofrecía, entre otros aspectos, adecuadas condiciones de habitabilidad, con el respaldo para sus actividades de áreas de potencialidad agrícola, suministro de agua y un emplazamiento estratégico respecto de vías de comunicación terrestres, que movilizaban la movilidad de viajeros, bienes y servicios con distintos destinos.

Teniendo en consideración lo indicado, San Felipe se fundó el 31 de julio de 1740, hecho geohistórico que  tuvo como principales aspectos  la convocatoria en el Convento de Recoletos Franciscanos de Santa Rosa de Viterbo (Curimón), en la que participaron los avecindados (34) del corregimiento (territorio bajo su jurisdicción) en cuestión que fueron citados para estos efectos en una junta  comunitaria presidida por don José Manso de Velasco, a su haber Gobernador y Capitán General del reino de Chile y Presidente de la Real Audiencia. Este última autoridad planteó a los asistentes las opciones  del terreno para fundar la venidera villa, habiendo dos posibilidades para esos efectos, siendo la primera las tierras de Curimón (cedidas por el doctor José de Rojas) y, la segunda alternativa, las tierras al otro lado del río Aconcagua (ribera norte y  cedidas por el maestre de Campo Toro Hidalgo).

Una vez que el aludido Gobernador visitó  ambas potenciales alternativas,  optó por las tierras ofrecidas por Andrés de Toro, basando su selección en: la existencia de  tierras propicias por su fertilidad para el laboreo agrícola; mejor conectividad tanto con la ciudad capital del Reino (Santiago) y como con el puerto de Valparaíso; buen clima;  factibilidad del recurso hídrico y, por último, evaluó el ámbito económico pensado en que San Felipe podría posicionarse como un puerto seco, en cuanto al tráfico y comercialización de bienes venidos desde la Argentina,  de productos agrícolas, ganaderos, y  de la producción minera (a su haber, procedente del norte chico).

Evaluados los aspectos señalados, el 3 agosto de 1740 se oficializó el surgimiento  de  la villa de San Felipe El Real (topónimo debido a la advocación al santo patrono de Felipe V, rey de España), precisando para estos efectos el acta  fundacional que señala: “Habiendo visto las diligencias de las fojas antecedentes, dijo haber llegado el caso de que para mayor honra y gloria de Dios Nuestro Señor, servicio del rey y bien común de sus vasallos, en el sitio que está de la otra parte del río y ofreció el maestre de campo don Andrés de Toro se haga la población que está dispersa, y se erija en villa con el glorioso título y nombre de San Felipe el Real”.

Esta fundación propició provechos a sectores aledaños como Putaendo, LLay-Llay, Curimón y Santa Rosa, facilitando en este sentido no solo la administración, sino también  la centralización de la enseñanza de letras y religiosa».

 

***Gastón Gaete Coddou,  geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Playa Ancha.

Columna de opinión publicada en diario El Trabajo de San Felipe, el miércoles 30 de septiembre de 2020.

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