Reinaldo Hernández Tarifeño y sus últimos momentos junto al Presidente Allende

Parecía que todos estaban allí: padres, hijos, hermanos, esposos, compañeras….todos quienes fueron detenidos-desaparecidos o ejecutados durante la Dictadura Militar, se hicieron presentes en el primer piso de la Biblioteca Central de la Universidad de Playa Ancha, cuando los estudiantes de Pedagogía en Educación Musical, Antonia Clavo y Alexander Valenzuela, dieron los primeros tonos del tema “Te recuerdo Amanda” de Víctor Jara. Entre ellos, también estaba el recuerdo de las once personas que pertenecían a nuestra institución, nuestros estudiantes, nuestros profesores, los nuestros.

Los acordes y letra de esta icónica canción, se impusieron con fuerza en un espacio silente y lleno de nostalgia. Con la profundidad de la mirada que recogieron del dolor y los años, muchos parientes y amigos se reunieron allí, para revivir en su corazón, a su ser querido, un encuentro casi sutil y efímero, que sigue presente a pesar de los años.

Todo esto se vivió en el marco de la actividad inicial de conmemoración de los 50 años desde que, en Chile, un grupo de compatriotas le quebró las piernas a la democracia. Allí, autoridades, académicos, estudiantes y familiares asistieron a escuchar el testimonio del detective en retiro, Reinaldo Hernández Tarifeño, que a ratos se entrelazó con aspectos personales y otros laborales. Acompañó su relato una exposición del fotógrafo Nelson Muñoz Mera, reportero gráfico de la Asociación de Fotógrafos Independientes, quien realizó un registro visual sobre los movimientos sociales ocurridos entre 1983 y 1993. El marco perfecto para dar un espacio a la memoria.

Con solo 24 años, este joven porteño (del cerro La Cruz), hijo de un obrero portuario, apenas imaginó que sería testigo directo de uno de los hechos más relevantes de la historia chilena y que, cinco décadas después, personas que ni siquiera habían nacido, escucharían atentos su relato en la Biblioteca central de la Universidad de Playa Ancha.

Sencillo, directo y con un discreto humor, Reinaldo Hernández (hoy de 74 años) aún no entiende por qué formó parte del equipo de escoltas del Presidente Salvador Allende durante el ‘73. Alto, delgado y con una mirada que a veces se pierde en los recuerdos, se refiere en términos generales, a cómo se organizaba el equipo encargado de garantizar la seguridad del Presidente Allende.

“Yo no sé por qué me escogieron para ser escolta del Presidente, quizás por ser porteño. Eso no lo sé, pero de una cosa sí estoy seguro, y es que puedo mirar a mis hijos y nietos y decirles que cumplí con mi deber”, dijo Hernández, con una voz entrecortada que se apagó con un espontáneo aplauso de los asistentes.

Sobre los detalles de su última hora con el Presidente Allende, destacó algunos puntos inolvidables para él, como por ejemplo, el momento en que la máxima autoridad del país pidió a los funcionarios y personal de La Moneda, que abandonen el recinto. Quedaron solo unos pocos en el edificio, entre ellos, él. Un segundo momento que detalló, fue cuando abrió la puerta de su despacho y vio el cuerpo del Presidente, inerte, con el subfusil entre las piernas, los lentes a un costado y la evidencia del disparo que él mismo se había propinado minutos antes.

“Lo que vi fue algo impactante…..jamás lo olvidaré. Era el Presidente, eso no puede pasar. No puede volver a ocurrir nunca más…”, dijo visiblemente emocionado, mientras todos, ojos abiertos, seguían su relato, como intentando visualizar en su cabeza cada uno de los detalles que entregaba Reinaldo Hernández, el entonces joven testigo.

Luego se refirió al momento en que decidieron ir a buscar, a fuego cruzado, las armas que se encontraban en la parte de adelante del edificio. Nadie salió lesionado, aunque el riesgo no tuvo buenos resultados. Sin alcanzar a decir nada, de pronto escuchó a los militares dar la orden de “cuerpo a tierra”, y con las manos en la espalda, entendió que ya jamás las cosas volverían a ser igual.

“Yo apenas tenía 24 años. No dimensionaba lo que estaba pasando, lo que en ese momento estábamos viviendo. Fuimos allanados, luego obligados a permanecer de pie horas y horas con las piernas y brazos abiertos. Yo era joven, y me costaba, pero veía cómo otros, que eran mayores que yo, no resistían. No entendía nada….yo solo estaba haciendo mi trabajo…”, afirmó Reinaldo Hernández, quien se volvió a quebrar cuando recordó que en esa situación se encontró con su hermano en el Regimiento Tacna (hasta donde él fue llevado por los militares). Su hermano estaba haciendo el Servicio Militar en el Regimiento Maipo, pero había sido enviado donde estaba Reinaldo, para vigilar a los detenidos. “Lloré cuando lo vi, porque la vida nos había puesto en bandos distintos. Yo solo estaba haciendo mi trabajo”, reiteró.

Tras estas palabras, el silencio volvió a inundar la sala, y las fotografías de la exposición parecieron gritar la verdad: Chile y su pueblo fueron doblegados el 11 de septiembre de 1973 y eso nos obliga a levantarnos y reconstruir las confianzas y resguardar la democracia.

Después de su retiro voluntario a principios de 2001, Reinaldo Hernández Tarifeño continúa siendo una fuente de inspiración para aquellos que valoran la historia y la importancia de reflexionar sobre el pasado. Su experiencia como escolta del Presidente Allende y su trayectoria en la Policía de Investigaciones de Chile lo convierte en un testigo privilegiado de un período crucial en la historia de nuestro país. Es por esta razón, que la comunidad universitaria valora que tras 50 años, Reinaldo Hernández Tarifeño haya decidido hacer tributo a la memoria en la Universidad de Playa Ancha. Gracias infinitas por ello.

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