Rodrigo Flores Flores se tituló de Pedagogía en Educacion Física y Kinesiología en la Universidad de Playa Ancha (UPLA), la casa de estudios que “le abrió el mundo” –como dice- y de la que se siente profundamente agradecido por las oportunidades que le brindó.
Fue aquí donde se formó como profesional, destacó en el ámbito deportivo como capitán de la selección de hándbol entre los años 2000 y 2004 alcanzando el pentacampeonato nacional universitario -para luego saltar a la selección chilena de la disciplina-, forjó amistades para la vida y, por sobre todo, fue acogido por un espacio universitario al que recuerda como su segunda familia.
Hace unas semanas celebró virtualmente con los exseleccionados de hándbol UPLA, los 20 años del título de pentacampeones universitarios del país y hoy, desde Noruega donde reside hace 12 años, rememora su paso por la universidad, cuenta cómo ha vivido la cuarentena por el COVID-19 en el país el norte, y lo que espera para el futuro.
-¿Por qué con tanto sentimiento Ud. afirma que la Universidad de Playa Ancha “le abrió el mundo”?
«Con el tiempo y la distancia uno dimensiona lo que vivió y entiende que lo que era normal para mí, no era tan así. Yo me crié en Porvenir Bajo, un sector de Playa Ancha donde se escuchaban balas el fin de semana, se traficaba y consumía droga en la esquina de mi casa, situaciones con las que crecí. De padre Carabinero y madre dueña de casa, con mi hermana mayor en un instituto profesional y yo, que estudiaba en un colegio subvencionado, no eran fáciles las cosas. En el colegio me uní a la selección de hándbol y me dediqué a entrenar, entonces salía a correr por unos desplayos de mi barrio y, en mi recorrido, me encontraba con personas aspirando neoprén, otros fumando marihuana y consumiendo alcohol. En ese entorno hacía mi trabajo físico. Una vez que entré a la UPLA comencé como la profesionalización del hándbol, dedicándome de lleno a él. Entonces, la realidad que viví de niño no era normal, por lo que al entrar a la universidad ésta me abrió otro mundo, el de los estudios, el de la humanidad brindada por profesores y funcionarios, y el del deporte que me llevó a ser el mejor de Chile, según el Círculo de Periodistas Deportivos».
-¿Qué significó para Ud. ser parte de la selección dorada de hándbol de la UPLA?
“Fue una experiencia muy enriquecedora, de muchos logros en equipo, de aprendizajes profundos, de lazos de amistad que hasta hoy perduran. Tenemos muchas historias de viajes, de celebraciones, de conocer a nuestras familias, se siente mucho cariño. Fueron cinco años seguidos de triunfos con los que la UPLA tomó fuerza y respeto en el ámbito deportivo. Había un engranaje tan grande entre los jugadores, que no teníamos rival. Lo interesante de este tema es que el equipo que teníamos no era alto, nosotros éramos bajos. Pero había pachorra, ganas de ganar, había hambre de triunfo como yo lo definiría, y muchas horas de juego. Los compañeros que no sabían mucho de balonmano tenían ganas y se contagiaban con las ganas de los que más sabíamos, aprendían, se entregaban y corrían. Cuando estaba en lo último de Kinesiología me di cuenta de lo importante que fue esto para la universidad, en ese tiempo estaba el rector Óscar Quiroz y fue muy receptivo con nosotros, nos quería harto y nos apoyó mucho, porque yo creo que él también se daba cuenta de lo importante que era para una universidad pequeña haber logrado tanto”.
-Y en este trayecto Ud. recibió un significativo reconocimiento…

“Sí, fue el logro más importante de mi carrera deportiva. En el año 2000, luego de clases llego a mi casa y mi papá, que estaba leyendo el diario, me dice ‘¡Rodrigo, lo ganaste. Saliste el mejor jugador de Chile!’ El Círculo de Periodistas Deportivos de Chile me había distinguido como el mejor jugador de handbol del país, junto a Nicolás Massú en tenis, Carlos Cruzat en boxeo y otros connotados. Venía de ganar varios campeonatos, de ser goleador en los torneos, me habían nominado a la selección chilena, todo me resultaba. Recuerdo con mucho cariño al rector Óscar Quiroz, porque facilitió un vehículo de la universidad para que fuera con mi familia a la premiación a Santiago. Ese premio me abrió muchas puertas, viajé al extranjero, me ofrecieron becas en otras unversidades y la UPLA me ofreció estudiar Kinesiología”.
-¿Jugó también por la selección chilena de hándbol?
“Así es, me tocó integrar una selcción nacional que estrenó medalla en un Sudamericano realizado en Brasil. Tenía 21 años, fue después de haber ganado el premio de mejor deportista”.
En la ruta del norte
-¿Y cómo es que llega a asentarse en Noruega?
“Porque en Chile conocí a quien sería mi esposa y que venía de Noruega a pasar sus vacaciones. Ella, chilena también, vivía en Noruega y tras viajar a Valparaíso nos conocimos. Nos casamos y aquí estamos”.
-¿Siguió jugando balonmano en el país escandinavo?
“Acá seguí jugando hándbol. Partí en un equipo en cuarta división, y llegué a uno de segunda. Viajé mucho, no me pagaban, pero todo estaba cubierto. Fue una experiencia muy positiva, hasta que empezaron a llegar las lesiones. Tuve tres operaciones de rodilla, otra de tobillo, dos de nariz y otras dos de muñeca, además nació mi primera hija, entonces decidí dejar de jugar. Pero sigo manteniendo el entrenamiento físico. En Noruega no reconocen mis títulos profesionales, he trabajado en el rubro de la construcción, específicamente en aislación térmica y, en la actualidad, debido a mis lesiones, tengo un permiso especial para estar fuera del trabajo, mientras me recupero”.
-¿Y cómo ha vivido la pandemia del Covid-19 en ese país?

“El martes 2 de junio se levantaron todas las cuarentenas, los colegios y jardines infantiles abrieron, comienza a normalizarse la vida. Pero hace un par de meses estuvo complicado, porque luego de España e Italia, Noruega cerró sus fronteras, sólo se podía salir a comprar alimentos y medicamentos, así como salir a caminar en espacios donde no hubiera contacto con personas. Nosotros vivimos al lado de un río y detrás de un bosque, entonces, cuando no llovía, con mis hijas de 7 y 4 años salíamos a caminar o en bicicleta, ellas van sentadas en un carrito y nos perdíamos todos los días por cuatro horas. Bien abrigados, con agua y comida. Hubo sí como una semana en que se saturó el sistema de salud, pero ahora no hay registros de muertes, los contagios están al mínimo y eso da más tranquilidad para movernos”.
-¿Qué espera a futuro?
“Mi intención es volver a Chile. Acabo de terminar un máster en Actividad Física y Salud por la Universidad Miguel de Cervantes, de España, lo que unido a toda la experiencia recogida como jugador, me motiva a incentivar a otros jóvenes para que se desarrollen en esta área. Me gustaría ser un aporte, devolver la mano a mi universidad, porque marcó mi vida”.
-¿Qué le diría a los estudiantes que comienzan su camino en la UPLA?
“Les diría que se entreguen a este viaje en la universidad, en el que tienen que ser autovalentes, aprender a autogestionar sus cosas y que se motiven a querer saberlo todo, a investigar, lo cual es muy entretenido. Aprovechen esa diversidad que tiene la UPLA, así como a sus profesores. Apuesten a cumplir un sueño, porque la Universidad de Playa Ancha te da las herramientas para volar y llegar a diferentes lugares. Pregúntense qué es lo que quieren y peleen por eso. A mí me pasó con el tema deportivo, de nada lo logré todo”.
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