«La superficie del territorio aconcagüino abarca 7.200 kilómetros cuadrados, los cuales incluyen su área diversos escenarios sociales y naturales que se enmarcan administrativamente en cinco provincias, de las cuales, Los Andes y San Felipe poseen para los efectos de una reorientación de sus realidades, diversos paisajes que por motivos naturales y aquellos propiciados por la ocupación humana, presentan niveles de degradación.
En relación a lo indicado, la sequía climática que está afectando a nuestro país y en particular al Aconcagua superior, ha provocado en las laderas de los cerros una pérdida de la cobertura vegetal, la que se ha acelerado por la práctica de cultivos en taludes que es observable en ciertos tramos de las comunas de: Panquehue, San Felipe y otras, situación que no sólo disminuye y pone en riesgo la biodiversidad nativa, sino también a las plantaciones indicada al producirse entre otros factores de riesgo como: Flujos de materiales pétreos como consecuencia de la instabilidad de los suelos ante una precipitación concentrada e intensa o un movimiento sísmico que aceleré la caída de materiales por la gravedad.
Asimismo, el fondo del valle está afecto a la disminución notoria del Río Aconcagua que para esta fecha a lo largo de su curso, muestra un caudal mínimo o inexistente, lo que ha generado una disminución de la carga hídrica subterránea de las napas freáticas ribereñas y las propias del lecho medio y mayor de la caja del río, que no sólo se nutren del escurrimiento superficial, sino de las lluvias hoy prácticamente insuficientes en cuanto a su monto en la última década.
Visto así, la actividad agrícola demuestra signos de agotamiento en cuanto a sus rindes y calibres de frutas destinadas al mercado externo con la consiguiente baja en la contratación de mano de obra, hechos que repercuten de manera permanente y no es aventurado indicar que ha futuro en otrora valle de Chile, uno de los más fértiles del país sea solo un espejismo de lo que vimos.
Es claro que ante este panorama surge la necesidad inmediata de proponer medidas de mitigación con un fuerte destino en la reforestación de amplios paños de terrenos hoy abandonados o eriazos, que de ponerse en efecto los resultados de reconversión ambiental, son trascendentes tal cual lo indicaría una más adecuada infiltración en el suelo de las aguas lluvias por los sistemas de raíces de una muralla verde propia de este esfuerzo de la comunidad y el Estado, disminución de los índices de polución ambiental, que según estudio en 2015, las comunas de San Felipe y Los Andes , registraron las concentraciones de Anhídrido Sulfuroso (SO2), Dióxido de Nitrógeno (NO2 ), Ozono (O3 ) y Material Particulado (MP) de calibre 10 y 2,5.
Los principales resultados de dicho estudio indican que los niveles de SO2 y NO2, se encuentran bajo los límites máximos permitidos, el O3, se encuentra en límites de latencia, el MP10 diario cumple con la normativa, pero no así el índice anual, el que se considera en niveles de saturación, sucediendo lo mismo con el MP2,5 respecto de la norma EPA.
Es pues, ésta una situación que pudiese ser reconvertida en el mediano o largo plazo de iniciarse la replantación con especies nativas de buen rendimiento y adecuación a los inciertos escenarios climáticos, destacando en esta proposición el Pimiento Molle».
Gastón Gaete Coddou, Geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Playa Ancha
Columna de opinión publicada en diario El Trabajo de San Felipe, el lunes 13 de mayo de 2019.
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