«A mis 38 años y en mis 12 años como académica e investigadora en educación, debo decir que nunca había constatado un fenómeno como éste: mujeres empoderadas exigiendo el justo derecho a una educación no sexista y el fin de la violencia machista. Basta con acceder al especial de febrero de este año que el periódico El País publicó en honor a las mujeres de la ciencia para constatar que las reivindicaciones de género están tomándose la agenda social y política.
Actualmente me encuentro en España, finalizando mi Doctorado en Ciencias de la Educación y mientras las calles de España y Europa se cubren de manifestaciones feministas contra el lamentable dictamen sobre el caso de “la manada”, he visto cómo la prensa internacional aborda la noticia chilena llamándola la nueva “ola o marea feminista”. Y es entonces que no dejo de pensar en mis estudiantes, quienes organizan ollas comunes, asambleas de mujeres, marchas creativas en las calles de Valparaíso, y resisten valientemente los ataques de compañeros y profesores, quienes las llaman “feminazis” y acusan por defender el feminismo en oposición a lo que ellos llaman “igualismo”.
Mis valientes estudiantes de la Universidad de Playa Ancha y muchas mujeres empoderadas del país no queremos ese igualismo. No queremos ni buscamos un lugar de poder en esta sociedad. Esta lucha es por una organización social diferente, en la que se termine la desmedida competencia, los enfrentamientos constantes, el miedo cotidiano, las permanentes guerras basadas en el ego y los juicios sexuales públicos sobre el atractivo del cuerpo femenino para los hombres.
La Academia y la Escuela como instituciones sociales reproducen los modelos culturales en los que estamos insertas, y este movimiento nos viene a recordar que también pueden ser espacios de transformación. Si la Revolución Francesa proclamó “libertad, igualdad y fraternidad”; “educación no sexista, equidad y justicia” son las consignas de este nuevo movimiento revolucionario. Queremos dejar de ser arquetipos instalados en el deseo de otros, y convertirnos en las protagonistas de nuestras vidas y decisiones sin que eso implique arriesgar la muerte o la integridad.
Así como la Revolución Francesa enfrentó al feudalismo y absolutismo europeo, la nueva Marea Feminista está enfrentando al patriarcado y a sus privilegiados, con la rabia de la historia y la esperanza de un mundo mejor. Por nosotras, por ustedes, por nuestras hijas e hijos».
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