Las carreras de pedagogía en Chile, desde hace 35 años, tienen un trato que no se condice con su esencial importancia e impacto en el desarrollo. Han tenido los aranceles más bajos del sistema de educación superior; los egresados de estas carreras reciben las peores remuneraciones en el ámbito de las profesiones que se ejercen en el país.
El problema de las pedagogías es de carácter estructural. Durante mucho tiempo han sido carreras depreciadas y minusvaloradas, con baja postulación y menores puntajes, distribución de alumnos muy desigual en el territorio, bajos aranceles y profesores que por tiempo prolongado reciben magras remuneraciones. La clasificación de pobreza sitúa a las familias de profesores dentro de los quintiles más bajos del país, con un IP de aproximadamente 150 mil pesos para una familia de cuatro miembros.
Con base en estos antecedentes, la ley de carrera docente se ha propuesto ubicarla dentro de las carreras estratégicas, estableciendo acreditación obligatoria igual que para medicina. Por su parte, el CRUCH ha fijado un puntaje mínimo de 500 puntos PSU. La ley establece, además, que estos puntajes deben subir en los próximos años, lo que aún no se condice con la realidad.
Las universidades ubicadas en las zonas extremas o aisladas y en regiones con menos población enfrentan serias dificultades para completar las vacantes ofrecidas en pedagogía.
En un modelo de mercado de la educación superior, esta tendencia es predecible, ya que un estudiante con 500 puntos PSU puede ingresar a prácticamente cualquier otra carrera en universidades fuera del CRUCH, con perspectivas de mejores ingresos, créditos blandos y la misma tasa del Fondo Solidario de Crédito Universitario, como es el Crédito con Aval del Estado. Para cambiar esta grave situación, además de los avances que contempla la ley de carrera docente en materia de remuneraciones, es necesario corregir los aportes que el Estado hace a las universidades que imparten pedagogías.
Es vital la formación de buenos profesores y por esto se hace imperativo modificar la ecuación que determina los aportes públicos, los que deben asegurar que Chile disponga de carreras pedagógicas de excelencia. Tales aportes no deben basarse en las expectativas remuneratorias de estos profesionales sino en los verdaderos costes de esa formación, lo que significa considerar académicos e investigadores de excelencia, infraestructura y equipamientos al nivel de calidad que se debe dar a la formación de la nueva generación de docentes que reclama Chile.
Patricio Sanhueza Vivanco
Rector Universidad de Playa Ancha
Presidente Agrupación de Universidades Regionales
Columna de opinión publicada en El Mercurio de Valparaíso, sábado 3 de septiembre de 2016.
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