Lo que se conoce hasta ahora del proyecto de reforma a la educación superior ha dejado un conjunto de preocupaciones e interrogantes entre quienes hemos conocido las minutas entregadas por el Ministerio de Educación acerca de la materia.
Esta reforma fue una de las principales promesas de campaña del actual gobierno y generó grandes esperanzas y expectativas de cambio en nuestras comunidades y en la sociedad en su conjunto. La experiencia de más de 35 años del modelo vigente, basado en la idea de mercado de la educación, ha generado un conjunto de problemas, contradicciones y distorsiones que es verdaderamente necesario abordar con rigor y profundidad.
Sabemos que se trata de un tema de gran complejidad que requiere temple y visión superior para abordarlo. La mirada de largo plazo es imperativa y absolutamente necesaria en un tema de esta envergadura y proyección. Probablemente no se pueda dejar satisfechos a todos, ello es difícil por los intereses de todo tipo que están en juego. Se trata principalmente de mirar el país que queremos para las próximas generaciones, esto es, de poner la mirada en al menos 30 años más. Por lo mismo, no se trata de detenernos o frenarnos por dificultades económicas circunstanciales.
Este proyecto de ley puede contemplar materias de aplicación inmediata y otras programáticas que se vayan desarrollando en el tiempo, en el mediano y largo plazo. Lo que importa es que en su conjunto el proyecto fije una política de Estado que contenga claros focos para el desarrollo de una educación superior de calidad, equidad y pertinencia.
La educación en general y la educación superior en particular, son determinantes para asegurar el desarrollo sostenible de cualquier país. El mundo desarrollado ha tenido claro este tema desde hace mucho tiempo, pasando desde sociedades extractoras a sociedades del conocimiento. Finlandia, por ejemplo, hizo su reforma a la educación cuando el país pasaba por un mal momento económico; sin embargo, hizo un notable esfuerzo pensando en el futuro largo y al cabo de algunos años logró un notable desarrollo social, económico, cultural y político, reconocido y admirado por todos.
Sin perjuicio de que en algunos aspectos conceptuales institucionales y regulatorios, el proyecto avanza respecto a la situación actual, lo que conocemos de la reforma nos deja con insatisfacción porque no fortalece a la educación superior pública, mantiene el modelo y financia con dineros públicos al mercado de la educación superior. Tampoco se hace cargo de las desigualdades territoriales, ni de las asimetrías entre las instituciones públicas, no sanciona penalmente el lucro, no favorece la creación de un verdadero sistema de educación superior en el país, entre otros importantes aspectos.
Chile necesita materializar esta reforma; es necesario seguir pensando y reflexionando y para ello estamos absolutamente dispuestos a colaborar, contribuir y aportar.
Patricio Sanhueza V.
Rector Universidad de Playa Ancha
Presidente Agrupación de Universidades Regionales de Chile
Columna de opinión, publicada en El Mercurio de Valparaíso, domingo 3 de julio de 2016.
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