La creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología es una iniciativa presidencial de una trascendencia superior para el futuro de Chile. Si el país quiere alcanzar un nuevo ciclo de desarrollo, esto es, pasar de una sociedad dependiente casi exclusivamente de sus materias primas a una sociedad basada en la inteligencia, requiere dar un gran impulso a la creación de nuevo conocimiento y a la aplicación del mismo, lo que será determinante para el desarrollo social, económico y cultural que buscamos.
Se trata de un proyecto con visión de futuro, cuyos principales efectos se verán en el mediano y largo plazo. Eso es lo interesante de la iniciativa, ya que este tipo de políticas deben ser configuradas pensando en el futuro y en los pasos que deberá dar el país para alcanzar el desarrollo que buscamos como sociedad. Serán las nuevas generaciones las que verán los frutos de la creación de este ministerio.
Los pasos previos que se han dado han sido valiosos, como es el programa de becas Chile para que miles de talentos se formen en programas de doctorado en universidades de excelencia del mundo. Este programa ha dado sus frutos y los primeros egresados están volviendo al país. El problema es que estos nuevos doctores en distintas disciplinas no cuentan con una política pública de inversión en las universidades del país, cuestión que deberá ser corregida por este nuevo ministerio. Si no logramos resolver este tema habríamos invertido como país en beneficio de otras naciones.
Las universidades regionales de Chile esperan que el nuevo ministerio tenga claras políticas en el ámbito territorial para contribuir a la construcción de un país armónico desde Arica-Parinacota hasta Magallanes y la Antártica.
Lo anterior significa que se considere a los territorios como los principales laboratorios para que los científicos investiguen esas realidades, potencialidades y riquezas, considerando que tienen la característica de ser nichos únicos e irrepetibles. Entre los temas que tenemos que investigar están el cambio climático y sus efectos en nuestro territorio, los problemas hídricos, las alternativas energéticas, los desastres naturales, las propiedades medicinales de nuestra flora, entre muchos otros.
Un nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología no debe ni puede descuidar los temas que tienen que ver con el desarrollo humano, en especial las ciencias sociales, las humanidades, la educación y la cultura, porque lo que se busca en definitiva es el aumento de la calidad de vida de los chilenos.
Chile invierte muy poco en ciencia y tecnología, solo un 0,4 por ciento del PIB. Debemos avanzar a lograr al menos un 3 por ciento del PIB al 2030, lo que redundará en un salto espectacular en términos de desarrollo, acercándonos en forma real al mundo desarrollado y a ello contribuirá este ministerio.
Patricio Sanhueza V.
Rector de la UPLA
Presidente de la Agrupación de Universidades Regionales de Chile
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso, domingo 28 de febrero de 2016.
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