Jorge González Neira, quien fuera hasta el mes de octubre de 2010 el jefe de Remuneraciones, recuerda con nostalgia el 1 de abril de 1966, fecha en que ingresó como oficial contable al Departamento de Ciencias de la Universidad de Chile, sede Valparaíso.
En esta función se desempeñó hasta el ’71 cuando asume el cargo de oficial mayor en la Facultad de Medicina, que recién se había creado en la región.
«Después de eso vinieron los hechos que alteraron la convivencia nacional. En esa época afortunadamente fui nombrado oficial de presupuesto, que era una especie de jefe de contabilidad. En 1976 mi predecesor se acogió a retiro y fui nombrado jefe administrativo de la Facultad, donde estuve hasta junio del ’78, posteriormente pedí traslado a la Vicerrectoría de la Sede, donde trabajé de encargado de importaciones», rememora cronológicamente.
Más tarde y por instrucciones del jefe administrativo de la Sede, Juan Martínez Soto, fue enviado a colaborar en el trabajo administrativo de la Facultad de Educación y Letras. Desde entonces, y luego de todos los cambios de administración, dependencia y denominaciones que ha tenido la Universidad de Playa Ancha, Jorge González es un fiel testigo de la historia de esta institución, a quien dedicó 44 años de su vida.
¿Cuáles fueron algunos de los hitos en la historia de la Universidad que le tocó presenciar?
“Uno de los más trascendentales fue que, a principios de los ochenta, se produce la descentralización de la Universidad de Chile, con lo que se le otorga autonomía a todas las sedes, surgiendo en enero de 1981 la Universidad de Valparaíso. En febrero de ese mismo año, me llaman de la Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Valparaíso, que absorbió en su momento a la Facultad de Educación y Letras, que se creó el 19 de marzo.
“Había por realizar una tarea gigantesca. Felizmente, tuve el honor de trabajar con el abogado Luis Alfredo Orrego, quien fue el encargado de confeccionar los reglamentos bajo los cuales se sustentó la Universidad y sus distintos departamentos y reparticiones. En esa época, y junto a don Luis, aprendí muchos de los aspectos jurídicos que me sirvieron durante toda la carrera”.
¿Recuerda algún momento particularmente difícil?
“En el año ’79 cuando aún dependíamos de la Universidad de Chile se dictó una disposición en la que se establecía que los jefes de servicios académicos tenían amplias libertades para contratar o cesar a las personas. Ese fue el momento más complejo. No era necesario hacer un sumario administrativo, comprobar alguna falta o irregularidad para tomar esa decisión. Asuntos políticos, ideológicos o hasta personales podían hacer desestabilizar la fuente laboral. Allí todos, sin excepción, nos sentíamos día tras día en la cuerda floja, ya que a pesar de nuestro desempeño, dependíamos de la voluntad humana que es siempre subjetiva”.
¿Y una muestra de los mejores tiempos?
“Un hecho destacable fue cuando se decide realizar la mesa negociadora entre la Academia y la U. de Valparaíso. Creo que participar a ese nivel de decisiones fue una de las experiencias más gratificantes; tratábamos de conseguir la mayor cantidad de beneficios, comodidades y presupuestos para todos.
“Recuerdo que esa comisión era liderada por el profesor Félix Morales Pettorino, que era el Vicerrector de Finanzas. Fueron horas de mucha discusión pero, finalmente, se logró el objetivo: conseguimos un financiamiento anual importante, mejorándose las instalaciones, pagándose sueldos y bonificaciones adecuados tanto en monto como en tiempos de pago”.
¿A quiénes recuerda de aquella época?
“Es difícil precisar nombres, pero puedo decir que quedan pocos: María Gajardo, que es la actual jefa de Tesorería, Isabel Hermosilla, Gastón Guerra y Rubén Durán, éstos dos últimos eran funcionarios de la UV y que fueron, por así decirlo, captados por la rectora de aquella época para que trabajaran con nosotros. Ellos fueron algunos de los testigos de aquel 4 septiembre de 1985, cuando nace la Universidad de Playa Ancha, a la que desde entonces hemos visto crecer y posicionarse”.
¿Cómo define hoy su relación con la UPLA?
“Yo soy un enamorado de la Universidad de Playa Ancha. Esta institución me dio cultura, me dio una estabilidad económica -que en general no se aprecia en nuestro mercado laboral- me permitió conocer estudiantes, funcionarios y académicos que muchas veces no se valoran, que quizá al verlos, uno no se da cuenta del nivel intelectual y disposición que poseen. De cada uno de ellos, en la medida en que fui estableciendo contacto, rescaté más de algún consejo, más de alguna experiencia tanto para realizar mi trabajo como para la vida. Por lo mismo, espero que en la medida en que pueda, estar siempre ligado con la Universidad para transmitir parte de lo aprendido”.
Si pudiera definir algunos valores de quienes trabajan en la Universidad ¿Cuáles serían?
“Aquí tenemos académicos y funcionarios muy valiosos que conforman equipos humanos muy buenos, siempre dispuestos a entregar el máximo, hasta sacar adelante el trabajo, casi sin poner condiciones y que obvian, por ejemplo, las lógicas de mercado y de la globalización que invitan a decir ‘tanto hago, tanto me pagan’ y viceversa.
“El personal además de estar conscientes de que trabajan para satisfacer sus necesidades y las de sus familias, aman su trabajo, son gente muy comprometida y muy buenos amigos.
“Como ejemplo puedo decir que acababa de acceder a mi retiro voluntario cuando falleció mi esposa. Las muestras de cariño de los más distintos grupos de personas no tardaron en llegar. No sé cómo será en otros lugares, pero aquí la solidaridad es muy fuerte”.
¿Cómo ve a la UPLA en el contexto nacional?
“Las universidades hoy tienen que ser competitivas, dinámicas, por lo que tenemos que seguir avanzando. Visto el actual esquema de financiamiento de las universidades estatales, es necesaria la creación de unidades de negocio, ya que el presupuesto que se nos otorga de parte del sistema público no nos permite desarrollarnos ni entregar mejor calidad en el servicio a los estudiantes o a la comunidad.
“La política del gobierno de optar por premiar a quienes ingresen a las carreras pedagógicas puede que signifique un reconocimiento a la calidad de la formación que entregamos, pues accederán alumnos de mejores puntajes. Sin embargo, en otras carreras es necesario buscar vías que permitan generar recursos, a la vez que se instalan estas disciplinas en el concierto nacional.
“Cada año los estudiantes postulan solicitan y reciben ayudas de parte del Estado y cada vez luchan por más. Algunos aspiran a la gratuidad del sistema, lo que no está bien. No obstante, para ello hay que esperar una reforma que de verdad permita hacerlo sin herir el presupuesto que las universidades tienen estimados para docencia, investigación, extensión y gestión, o bien que se permita a los planteles estatales, a través de alguna medida especial, que puedan competir codo a codo con quienes cuentan con capitales privados”.
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