El pintor y grabador Jorge Martínez García ingresó el 2000 a la Universidad de Playa Ancha a «vivir la docencia como un acto de compartir el arte», como el mismo menciona. Desde ese año es profesor de Grabado, nivel avanzado, en la Facultad de Arte.
Aprendiz de célebres grabadores ecuatorianos como César Tacco y Luciano Mogollón, ha realizado exposiciones desde mediados de los ochenta en Canadá, Ecuador, Alemania, Argentina, España, Francia, Italia, Brasil, Estados Unidos, Suiza, Japón y en diversas regiones de Chile, destacando entre estas últimas sus presentaciones en la Sala de la Corporación Cultural de Viña del Mar, en el Centro Cultural La Sebastiana de Valparaíso, la Galería de Arte Ana María Matthei de Santiago, la Gran Sala del Instituto Cultural de Providencia, entre otras.
¿Cómo es que llega al arte visual?
«Cabe señalar que, antes que grabador, soy artista visual. En Ecuador, donde me formé como artista, egresé como pintor, sin embargo, antes de serlo, me dije a mí mismo -y es lo que transmito también a mis estudiantes- que para ser un buen pintor, antes hay que ser un buen dibujante. Es por eso mismo, quizá, que siempre me he mantenido, ya sea con talleres en la UPLA o en otras instituciones, dando cátedra sobre dibujo. En mi proceso de formación, el que destaca por su sello bastante clásico o académico, como señalan algunos colegas, sentí siempre que me faltaba el grabado, que es una disciplina que percibía requería un énfasis en el dibujo bastante importante, es como la prueba de fuego, dibujar y hacer grabado.
«Habiéndome educado no en una universidad formal, sino con otros artistas en Quito en el campo de la pintura, sentía la necesidad de la prensa, la tinta y las planchas. Conté con la fortuna de poder asistir a un taller considerado histórico en todo el territorio ecuatoriano en cuanto a grabado, el Gráfi – K (1986 – 1988), de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), y que si bien ya no existe, formó a muchos artistas que hoy son reconocidos en Ecuador, Latinoamérica y el mundo.
«Gracias a ese taller, tuve la posibilidad de representar a dicho país en algunas bienales internacionales, e incluso en una muestra de grabado que se realizó en la Casa de las Américas, y que fue un hito importante para mis comienzos en esta área de las artes visuales. En definitiva, fueron diez años de formación y de pedagogía en Quito, los que compartía con la posibilidad que me daba el Banco Central de Ecuador que nos pagaba el taller donde trabajábamos a cambio de la realización de talleres y otras actividades.
«Como se puede notar hasta este entonces, todo el trabajo que he realizado ha sido en talleres o en contextos de trabajo grupal, por lo que siempre he tenido en cuenta la noción de equipo, de intercambio, a la hora de desarrollar un ejercicio o de realizar a la mayor perfección posible una profesión u oficio.
«Por lo mismo, cuando llegué a Chile, en lugar de montar mi prensa y dedicarme a trabajar sólo, me uní al Taller 99 en la época en que todavía estaba vivo el célebre artista nacional Nemesio Antúnez. Esta experiencia me permitió crecer durante tres años y conocer también a grabadores del Taller de Artes Visuales (TAV), espacios que me permitieron acentuar la teoría de que en grupo se trabaja mejor, al contrario de lo que se piensa de que los artistas son más bien solitarios.
«De ese trabajo gregario a la docencia ciertamente había poca distancia ya que, en ese contexto, uno siempre está aprendiendo, enseñando y compartiendo conocimientos y vivencias de la misma forma que al menos yo entiendo se vive en una sala de clases de arte».
¿En qué está Jorge Martínez en cuanto al desarrollo de su arte?
«Participé en mayo de este año en Bogotá, Colombia, de un encuentro muy importante de artistas que se organizó gracias a la Editorial Planeta de España en coordinación con el Centro Cultural Reyes Católicos. En tal ocasión, se realizó una exposición de grabado que me pareció sinceramente monstruosa, muy grande. Allí participé junto a Rafael Munita del Taller 99, representando a Chile, lo que me permitió validarme internacionalmente en otros circuitos que no tenía contemplados, quedándose además mis obras en el museo como parte de una colección permanente.
«Por otra parte, desde hace aproximadamente tres años que estoy trabajando con la Galería de Arte Craig Scott, que tiene su base en Canadá, pero que me representa además en Norteamérica y en otras partes del mundo. A ellos llegué gracias a mi interés en la obra del escritor inglés Malcolm Lowry, famoso por su libro «Bajo el volcán» (Under the volcano), entre otras, en las que se refiere a México y, por extensión, a América Latina. Esa estética, ligada a lo latinoamericano, fue la que me interesó mucho, haciéndome un verdadero coleccionista de su obra, cuestión que llevó a que -hace un tiempo atrás- se acercara a mí un representante de la Galería Craig Scott y me encomendara presentar una exposición que recibió el nombre del famoso texto de Lowry y que me tardé dos años en preparar.
«En 2009, entre el 22 de septiembre y el 25 de noviembre recién pasado, se celebraron los doscientos años del nacimiento de Lowry y, por esa razón, en su natal Liverpool, Inglaterra, se realizó un gran montaje con presencia de fotógrafos, pintores, grabadores, escritores y poetas, entre otros artistas que han rondado su obra y donde se seleccionaron nueve de mis creaciones para ser exhibidas.
«A nivel nacional, estoy desarrollando una exposición de gabinete, más bien íntima, de ocho pinturas en la galería «Bahía Utópica» en Cerro Alegre, que tienen unos amigos –Nancy Arancibia y Bertrán Coustou- quienes, además, son productores de arte y que están moviendo mis obras en el extranjero, específicamente en Francia.
«Para febrero de 2010, se viene una exposición en Connecticut, Estados Unidos, cerca del estado de Nueva York en una galería que abrirá con una muestra de mis grabados y objetos de arte, en lo que será una exhibición muy selecta de una galerista que ya ha visto mis trabajos y que tiene a su haber algunos de ellos. Eso es lo que en lo inmediato se proyecta para 2010″.
¿Cómo analiza la experiencia de disponer de cerca de diez años de un espacio propio en beneficio de la formación de estudiantes?
«Fue un período bastante bonito. Logré montar en Cerro Alegre un taller profesional de grabado, con todos los elementos que eran necesarios para el aprendizaje y realización de modo profesional, en un espacio hecho para ello y que contaba con el beneficio adicional de que exclusivamente iba a ocuparse para ese tipo de actividades. Este último año, por razones de política universitaria, así como también porque ya era necesario dar vuelta la página, trasladamos ese taller a la UPLA a fin de que se impulse acá la creación de un salón profesional de grabado. Lo bueno es que ya se está montando una prensa profesional y que se están generando un espacio como debería haber habido siempre, lo que nos tiene muy contentos.
«Ahora bien, haciendo un análisis de todo lo vivido en el taller anterior, pues, tiene bastante relación con mi propia experiencia: Yo me crié como artista, ya sea en grabado y pintura, en talleres colectivos, por lo que he sentido siempre que el intercambio con otros artistas es importante y enriquecedor. En ese sentido, tanto los estudiantes, como yo, siendo profesor, obtuvimos mucho de ese intercambio, es así como todavía quedan los trabajos realizados por decenas de estudiantes que por casi diez años trabajaron en esas dependencias, obras que ya forman parte de la colección con la que cuenta la Universidad de Playa Ancha.
«Además, lo interesante es que no es sólo un trabajo personal, sino que se está siguiendo lo que hizo la profesora Pilar Domínguez -quien fuera la académica precedente en la cátedra-, de crear un documento a partir de lo que realizan semestral y anualmente los estudiantes, y que busca rescatar los testimonios del proceso creativo que se dan en la etapa de creación de un grabado».
¿Cómo analiza sus roles de artista, de académico y de gestor?
«Ese es uno de los problemas que últimamente tengo: Estoy dividiéndome entre la docencia y el trabajo como artista, siendo este último el prioritario para mí. El trabajo académico es algo muy importante y que quisiera realizar siempre, pero antes de mi trabajo en el aula, soy artista. Esa paradoja, desafortunadamente, no se toma muy en cuenta en los círculos académicos. En ese sentido, a pesar de que estoy desarrollando un postgrado, yo he dado urgencia a mi desarrollo artístico, esto es, montar exposiciones, realizar un trabajo con estas galerías y museos, difundir mi obra, desplazando un tanto la posibilidad de adquirir un magíster o un doctorado, lo cual no encuentro que esté mal, pero uno no puede ser dos personas, hay una sola vida y uno tiene que administrar el tiempo que tiene.
«Además, está el tema de que se añade una tercera dimensión, a los roles de artista y docente, se suma el de gestión y mi participación en lo que queremos sea el Museo del Grabado de la UPLA y en algo que viene creciendo dantescamente en la Universidad como es el Fondo de las Artes y Asuntos Patrimoniales, que se desarrolla exponencialmente cada vez más a raíz que artistas nacionales y extranjeros están trayendo sus obras dado el reconocimiento que está adquiriendo esta iniciativa, liderada por María Teresa Devia.
«Dentro del Fondo, está el AVI, que es el Archivo de Artes Visuales, que al menos en términos de grabados cuenta con más de seis mil obras, constituyéndose con este número en la muestra más grande que hay a nivel nacional en esta materia y que es el núcleo bajo el cual se sustenta la idea del Museo, iniciativa que a su vez da respuesta a lo que se observa como fundamental para el desarrollo de las personas, de la docencia, de la investigación y la creación en el contexto de una ciudad patrimonial.
«En ese sentido, y sólo por citar un ejemplo, hay planteles de la región, como la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, donde se está haciendo algo parecido, pero acá ya se le lleva una ventaja enorme no sólo a nivel regional, sino en el ámbito del país y en cuanto a los convenios que cada vez más se están firmando con individuos y organizaciones extranjeras».
¿Cuáles son las ventanas con las cuales cuentan los artistas o futuros artistas egresados de la UPLA?
«Cada vez se va perfilando con más claridad la posibilidad que, al menos los artistas visuales, se desarrollen con mayor independencia, autonomía y capacidad de éxito. Las distintas disciplinas profesionales han dejado espacio para que, lo que antes era visto como un área superflua, y vacía de campo laboral, hoy emerja cada vez más -de acuerdo a mi apreciación- como una alternativa de triunfo, dada la amplitud con la cual se cuenta en el campo creativo.
«Las carreras tradicionales nos dan cuenta de que están copadas en cuanto a generar empleo dado a que si salen, no sé, unos cuatrocientos profesionales de las ciencias o de las humanidades, será complicado trabajar y, además, hacerlo con relativa estabilidad o tranquilidad, no obstante, el artista puede cubrir áreas como el diseño, la gestión de arte, la creación directa, la administración de proyectos, la conservación patrimonial, en fin, hasta turismo visto desde la Historia del Arte o desde su conocimiento respecto de esta área.
«Me tocó el caso en otra universidad que de treinta y ocho estudiantes que se titularon en Arte, más de treinta ya estaban trabajando en el área, entonces eso indica que hay una ventana, además, la gente que sale de la Facultad de Arte de la UPLA tiene harto, se defiende bastante bien, porque tratamos de dar una formación integral aún cuando se avizoran algunas tendencias a enfatizar demasiado en la teoría del arte, pudiendo enfatizar quizá más en la técnica, si no se diera el caso de la carencia de materiales, espacios e instalaciones para este tipo de desarrollo, para el oficio, la manualidad. Si ahondáramos más en esto último, daríamos un plus mayor a los estudiantes. Tenemos a los académicos para hacerlo, tenemos estudiantes con las capacidades para hacerlo.
«En este sentido, es que se me permite hacer una reflexión relacionada con el quehacer de los futuros egresados: A uno siempre la vida le presenta diferentes caminos, pero uno siempre debe tener claro cuál o cuáles son los que va a seguir, tratando de evitar que los cantos de sirena a uno lo desvíen de aquello que se tiene trazado. Hay ocasiones, como la que estoy viviendo en lo personal actualmente, en la que pasan cosas que a uno le muestran mundos distintos por los cuáles no sabe dónde desplazarse. Hay que tener cuidado, no dejarse llevar por el día a día, porque de repente está bien, uno se va a cualquier lado, pero siempre hay que seguir un norte, la esencia personal, lo que queremos ser y hacer con nuestra vida».