“Las personas deben tener voz en lo concebible como patrimonio”

Desde mediados de mayo la Universidad de Playa Ancha ha contado con la grata presencia de Jordi de San Eugenio Vela, periodista y geógrafo de Gerona (Cataluña, España), quien estuvo de paso por Valparaíso para participar de un programa de pasantía de investigación que durante un mes realizó en esta Casa de Estudios.

Actualmente, el especialista catalán desarrolla su Tesis Doctoral en el área de Comunicación y Territorio y ejerce docencia en estudios vinculados a las Comunicaciones y el Turismo, en las Universidades de Girona y de Vic. De esta última, es miembro del Grupo de Investigación en Comunicación Turística y Cultural (GRECTIC) y sus intereses de investigación giran alrededor de los procesos de comunicación vinculados al territorio, con especial incidencia en el paisaje.

¿Qué elementos son centrales en su análisis de este binomio comunicación-paisaje?

“Me interesa especialmente intentar hacer emerger los valores intangibles del paisaje, llámese emocionales, espirituales, simbólicos, identitarios, sosteniendo la tesis que, a través del proceso comunicacional, se puede hacer tangible lo que a simple vista parece intangible. Bajo esos parámetros se ha movido hasta la fecha mi investigación y mi trabajo”.

Desde su perspectiva de geógrafo y periodista ¿Cómo concibe el espacio y cómo define la comunicación?

“Entiendo, por ejemplo, la apropiación del espacio como una experiencia vivencial de los individuos a nivel particular o colectivo con éste, vinculado necesariamente con el hecho de la permeabilización de imaginarios por parte de los sujetos y de los grupos humanos en el ejercicio de conformar su propia cotidianeidad. Es allí cuando los espacios dejan de ser tales y pasan a ser lugares, es decir, cuando nos apropiamos, cuando nos hacemos de ellos en nuestra imagen mental.

Para argumentar estos postulados la geografía humanística, basada en la fenomenología y fundamentada en el análisis de los espacios de los sujetos; la sicología ambiental, relacionada con la apropiación e interpretación de los espacios; y muchas otras disciplinas, nos ofrecen sus perspectivas para armar un marco teórico que nos permite construir un esquema de estudio riguroso a la hora de plantear el discurso sobre el paisaje como evocación evidentemente comunicativa, tema del cual, precisamente, trata la tesis doctoral que en la actualidad estoy desarrollando”.

A la luz de la dialógica actual entre espacios físicos, mentales y virtuales ¿Cuál es su apreciación sobre cada uno de ellos?

“Creo que históricamente el conocimiento y la ciencia se han movido a través de los parámetros más bien cuantitativos y, efectivamente, aquello también se ha aplicado al análisis de los paisajes a través de inventarios de vegetación, cartas geográficas, en definitiva, documentos y observaciones que, en lo empírico, permiten constatar ciertos elementos que se nos muestran aún cuando algunos de ellos pertenezcan al plano de lo intangible.

Desde esta perspectiva, es preciso realizar una reivindicación de los inventarios rigurosos de los distintos paisajes, debiendo elaborar entonces pautas para los físicos o tangibles –como la labor que pretendo realizar con mi estudio- y, del mismo modo, desplegar procedimientos para intentar llegar a entender el o los paisajes intangibles –virtuales, emocionales, intelectuales o, en definitiva, no estrictamente físicos-, que es una tarea bastante ardua y difícil para determinar sus valores y cualidades”.

¿Cuánto tienen que decir los contextos temporales y espaciales respecto de asuntos tales como la participación ciudadana en discusiones sobre patrimonio, turismo y paisaje?

“La influencia de los procesos que se están llevando a cabo en los distintos momentos y lugares es indiscutible. Por lo tanto, otorgar valores a los lugares es siempre una tarea compleja. Sin embargo, históricamente en cuadros de complejidad como éste, convendría trasladar la responsabilidad de aquello que se pretende mantener, construir, etcétera, en la ciudadanía y que sea una labor conjunta con los gobiernos o técnicos de la administración ciudadana.

Las personas son las encargadas no sólo de tener voz, sino también voto respecto de qué y cómo se concibe el patrimonio, qué paisaje se quiere y cómo se estimulará el turismo. Llevar propuestas a la ciudadanía cuando ya parece que está todo decidido no tiene, en ese sentido, mucha validez ni asidero social ni histórico.

Lo que propongo es inventar una metodología para intentar llevar a cabo un inventario patrimonial del paisaje que cuente con la opinión de la ciudadanía, que es, finalmente, quien más vive y experimenta los paisajes a razón de su cotidianeidad con el entorno”.

¿De qué manera el trabajo patrimonial y la búsqueda de un paisaje o lugar común beneficia a sus habitantes?

“Hay un problema muy importante que suele darse y que tiene relación con la turistificación, es decir, estamos observando que a la hora de intervenir sobre un territorio, a la hora de operar en él, se ha producido un salto de calidad demasiado importante y muchas veces omitido.

Antes, ordenábamos el territorio y, en virtud de aquello, planteábamos una imagen de marca con la cual comercializar. La situación que se produce en este minuto es al revés: Queremos que nuestra ciudad, región y país, tengan una determinada imagen y esa imagen hacerla base para comercializarnos en el exterior. ¿Qué supone eso? Que estamos ordenando el paisaje, estamos planeando el territorio, en función de una imagen de marca y, por tanto, en cierto modo, estamos provocando daños colaterales a la esencia misma del lugar que buscamos promover. Al ordenar nuestros lugares en función de una marca, ciertamente provocamos daños”.

¿Cómo evitamos los daños colaterales a causa de la persecución de la imagen de un lugar?

“En un contexto donde muchas industrias, a raíz de esto, se han deslocalizado a propósito de la sobrevaloración del territorio. Con un potencial turístico suele darse el fenómeno de que muchos lugares instauran un discurso turístico y un mensaje publicitario de sí mismas cuando, en estricto rigor, no existe necesariamente una riqueza de esta índole, vale decir, venden humo, o sea, nada.

Buscando crear una imagen del lugar se suelen gestar los no lugares, o sea, lugares franquicia, que te puedes encontrar de igual manera, por ejemplo, en Barcelona, en cualquier país de Latinoamérica, en fin, espacios que no tienen ningún tipo de identidad. Ese es el principal peligro de querer desarrollar espacios en virtud de una imagen de marca, de una imagen de país con código de barra, de un territorio homogeneizado”.

¿Cuál ha sido tu apreciación por estos días de Valparaíso?

“La verdad es que sobre su gente tengo una opinión extraordinaria. Vuestra forma de ser es muy cálida, muy agradable, muy simpática y, sinceramente me han hecho sentir como en casa, motivos por los cuales me llevo en positivo a Valparaíso y, además, la bahía me parece simplemente maravillosa.

Si analizamos la morfología, esta es una ciudad de contrastes. A propósito del Día Nacional del Patrimonio hace unos días, me he dado cuenta de la diferencia entre los sectores de pobreza y el desarrollo de algunos quintiles de la población, lo que da a pensar que no existe un término medio en cuanto a clase socioeconómica.

Otra cosa sorprendente son los cambios de clima. De pronto vienes en la mañana con un sol de maravillas, al medio día está nublado atrozmente y ya en la noche hace un frío congelante. Normalmente en Europa si inicias con neblina, acabas de la misma forma. Acá no”.

¿Luego de su itinerario, qué recuerdos se lleva de la UPLA?

“Pensando que vine, fundamentalmente, por vuestra riqueza cognitiva en materia de patrimonio y sobretodo intangible, me he llevado gratos contactos con académicos de esta institución. Por lo demás, he podido visitar la Biblioteca que me ha aportado con libros sobre los cuales no había tenido información o acceso en España y que me serán fundamentales en mi proceso de investigación y en mi formación continúa.

Me llevo la mano extendida de las autoridades, del Rector, los distintos decanos y los diferentes profesionales de la Universidad y la esperanza que este compartir de experiencias se traslade a España y puedan visitarnos en Barcelona”.

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