Fotografía en alta resolución del hueso metacarpiano, in situ dentro de su matriz sedimentaria, de Cf. Paleolama sp.
Restos faunísticos de casi 30 mil años de antigüedad se encontraron a tan sólo 650 metros de la costa actual de Quintero en el único sitio terrestre sumergido del pleistoceno tardío que se ha registrado en la costa del Pacífico de América del Sur. A través del análisis físico y químico de los minerales en las incrustaciones, la investigación liderada por Isabel Cartajena de la Universidad de Chile evidenció las trayectorias óseas de al menos ocho taxones extintos de Chile central.
La investigación, desarrollada por investigadores e investigadoras de la Universidad de Chile, ARQMAR y ARKA, contó con la participación del investigador del Departamento de Ciencias y Geografía UPLA, Dr. Freddy Celis, para su segunda y última etapa contenida en la publicación “Mineral species and formation processes: Raman spectroscopic and microscopic analysis of stains from a late Pleistocene continental drowned faunal bone assemblage, Central Chile”.
Con la aplicación de la microespectroscopía Raman, realizada por el profesional de la Facultad de Ciencias, el equipo estudió la tinción ósea y matriz sedimentaria de siete muestras para obtener una mayor comprensión de este sitio dinámico que transitó del medio terrestre a un medio marino tras la transgresión salobre y la cobertura total del mar.
Sitio GNLQ1
Treinta mil años atrás, cuando el nivel del mar era aproximadamente 113 y 127 metros más bajo, un paisaje dominado por matorrales, pastizales, vegetación leñosa y humedales habría conformado el entorno ambiental del conjunto faunístico recuperado en operaciones arqueológicas subacuáticas en la bahía de Quintero. “Los datos isotópicos obtenidos de los huesos de diferentes taxones sugieren un paleoambiente con vegetación mixta similar al observable hoy a lo largo de la costa de Chile central”, propone la investigación.
Ejemplares de camélidos, ciervos, equinos, milodóntidos, xenartros, roedores, cánidos y Myocastoridae fueron identificados en un ambiente deposicional ubicado a 7,3 y 9,7 kilómetros tierra adentro de la paleo línea costera que, en sus características sedimentológicas, sugiere que el sitio estuvo originalmente ubicado en una llanura aluvial de humedales poco profundos característicos por la influencia del nivel freático y baja energía fluvial.
“Que el sitio haya sido considerado de baja energía tiene que ver con la corriente de las aguas y la imposibilidad de mover los huesos de un lado a otro”, expresó el Dr. Freddy Celis, “esa hipótesis, fundamentada en el tipo de fauna terrestre encontrada, sedimentos y minerales, refuerza que los restos óseos se encontraban depositados en un humedal, por ejemplo, muy parecido al que hay en Concón”.
Como consecuencia de la transgresión marina, los ambientes costeros están sujetos a dinámicas químicas cambiantes donde los paisajes terrestres sumergidos sufren transformaciones inevitables como resultado de la formación de marismas de marea. Al respecto, la investigación rescata un esquema de sulfato ácido generalizado que, en una secuencia de tres etapas, cambia los estados de oxidación de un paisaje habitable al aire libre, pasando por las condiciones anaeróbicas de una tierra sumergida, hasta una restauración de las condiciones aeróbicas bajo las aguas oceánicas más oxigenadas.
Espectroscopía Raman
En la segunda parte de la investigación, el equipo realizó análisis microscópico y espectroscópico Raman de las muestras óseas teñidas para identificar los compuestos minerales involucrados en la tinción y, así, determinar las trayectorias óseas y entornos de depósito. “Al trabajar con este tipo de muestra que no podíamos raspar ni extraer, tuvimos la oportunidad de unir el mundo del patrimonio submarino y de la arqueometría a través de técnicas innovadoras y complementarias de microespectroscopía”, comentó el investigador del Laboratorio de Procesos Fotónicos y Electroquímicos, “así logramos identificar una serie de minerales en los huesos que, al asociarlos a los respectivos procesos de sulfidización y sulfurización, nos hablan de los ambientes donde fueron depositados”.
Esta transición de la fase continental hacia la fase marina resultó en una alteración de color en el 77% de los 4.413 ejemplares estudiados con una predominancia de minerales asociados a ambientes sin oxígeno como los humedales – hematita, goethita y pirolusita – y ambientes con oxígeno como el océano – pirita/marcarsita, mackinawita y greigita.
El estudio también tuvo como objetivo establecer vínculos entre los restos óseos y la clasificación geoquímica de los ambientes sedimentarios, así, la investigación determinó cuatro unidades basándose en las características estratigráficas y sedimentológicas del Núcleo T1. Una primera unidad de arena que se depositó en las condiciones actuales de las superficies de la costa; una segunda unidad que ya presenta fragmentos óseos previamente reportados; una tercera unidad con pequeños fragmentos óseos y una última unidad compuesta por arena arcillosa a limosa de color marrón anaranjado.
Los resultados del análisis revelaron que las especies minerales encontradas en los sedimentos coinciden con las encontradas en las manchas óseas de los mamíferos del Pleistoceno tardío presentes en GNLQ1. Frente a eso, el investigador destacó la capacidad de esta técnica para “observar el micro mundo de células, bacterias, organelos y organismos a través de sus moléculas e información química”.
Finalmente, el investigador destacó la importancia de este trabajo de carácter regional y la vinculación realizada “entre las ciencias duras y la arqueología para revisitar materialidades con tanta historia detrás”.
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