Registro de Claudia Carrasco
De izquierda a derecha: Claudia Carrasco, Yanina Gutiérrez y Sebastián Ortiz
Organizado por la Escuela de Psicología de la Universidad del Bío Bío, el XVIII Congreso Chileno de Psicología reunió 380 ponencias, 80 póster, 30 simposios, 10 presentaciones de libros y 5 conferencias magistrales en una instancia de interés nacional que contó con la participación de los académicos del Departamento de Mediaciones y Subjetividades, Dra. Claudia Carrasco-Aguilar y Dr. Sebastián Ortiz-Mallegas.
Con el apoyo de la Dirección General de Investigación, los investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales presentaron tres ponencias “La convivencia escolar como antídoto: teorías subjetivas de las políticas post pandemia en Chile” (CC); “Desafíos de la formación política en la experiencia del profesorado organizado” (SO) y “Co-docencia en aulas universitarias competentes socioemocionalmente” (SO), en las mesas de psicología educacional y psicología política.
En representación del Fondecyt Regular N° 1231667, “La construcción social en Chile de la convivencia y violencia escolar post vuelta a la educación presencial, un estudio de teorías subjetivas colectivas” (IR: Pablo Castro, Universidad de La Serena), la Dra. Claudia Carrasco presentó los resultados de los análisis realizados al discurso público del Ministerio de Educación en X (Twitter) y las teorías subjetivas y repertorios interpretativos de documentos políticos del año 2022 con el retorno a clases presenciales tras la emergencia sanitaria de COVID-19.
En estos hallazgos destaca la asociación entre salud mental, convivencia y violencia escolar que aparece, por primera vez, tras el retorno a los establecimientos educativos, pero sobre todo la relación sinónima entre salud mental y violencia escolar presente en distintas políticas ministeriales.
“Esto es bastante complicado porque puede generar muchos problemas de abordaje y estigmatización, entonces hay una advertencia que queremos hacer a la política pública. Por lo mismo, hicimos una minuta para el Ministerio de Educación y estuvimos en conversaciones con la Unidad de Convivencia para la Ciudadanía porque no se trata de una contemplación de las políticas públicas, sino de tener algún tipo de impacto”.
Asimismo, la académica sostiene que la convivencia escolar ha perdido valor en sí misma, distanciándose de su móvil para la formación ciudadana y convirtiéndose en el gran argumento para resolver los problemas de violencia escolar, aún y cuando los mismos documentos señalan que estas son consecuencias de violencias estructurales externas a los recintos escolares. Esta relación dicotómica, para la integrante del Observatorio Psicosocial en Situaciones de Emergencias, yace en una comprensión insostenible, despolitizada e ingenua que, al no asociar salud mental con bienestar sino con su patologización, contribuye a la estigmatización de niños, niñas y adolescentes.
“No hay una propuesta de trabajo con los estudiantes respecto a su rol activo en al construcción de una sociedad más justa, no se habla de eso. No se incorporan variables de justicia social, equidad o conciencia crítica dentro del aula. Hay una asociación equivocada entre convivencia escolar y niveles de violencia. Puedes tener una buena convivencia y sostener indicadores de violencia porque detrás hay un fenómeno que nadie está mirando, que la violencia permite denunciar cosas que se consideran ilegítimas y eso es epocal. Lo único de lo que tenemos certeza es que ha aumentado el número de denuncias, entonces, desde mi perspectiva, debemos explicitar la violencia, establecer qué es lo que molesta, cuáles son las raíces más profundas y esa es otra conversación”.
Estas comprensiones se fundamentan, también, del trabajo realizado como coinvestigadora de los proyectos Fondecyt “Rutas y trayectorias de in/exclusión: Comprendiendo el papel de las prácticas de disciplina punitiva en escuelas chilenas” (IR: Verónica López, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso) y FONDEF “Una nueva rendición de cuentas para la Nueva Educación Pública, propiciando la responsabilización compartida para la mejora educativa” (IR: Luis de la Vega, Universidad de Chile).
A su vez, el Dr. Sebastián Ortiz-Mallegas realizó las ponencias “Desafíos de la formación política en la experiencia del profesorado organizado”, nacida de su investigación doctoral sobre participación política de sujetos docentes, y “Co-docencia en aulas universitarias competentes socioemocionalmente”, resultado del proyecto de investigación financiado por la Dirección General de Investigación (IR: Marlén Figueroa) que analizó la relación entre competencias socioemocionales e interacciones de aula en educación superior.
Por una parte, la primera ponencia se centró en la construcción de aprendizajes diversos sobre lo político en la acción docente, como el lugar de los partidos políticos e izquierdas-derechas, la escasa formación política en los contextos universitarios y la injerencia de elementos circunstanciales, así como la construcción de una subjetividad política tensionada entre la politización de la acción representativa y la exigencia de neutralidad política.
En esa línea, este proyecto se propuso problematizar el supuesto que el profesorado integra conocimientos políticos tras cinco años de formación cuando, en realidad, es un aprendizaje continuo como el de cualquier ciudadano. No obstante, al incidir directamente en la formación de próximas ciudadanías, se vuelve relevante conocer cómo aprende y cómo participa el docente en estas dimensiones.
Por otra parte, la segunda ponencia dio cuenta de los hallazgos de investigación del proyecto de investigación que analizó la vinculación entre prácticas e interacciones de aula en educación superior y el desarrollo de competencias socioemocionales.
“En esta ponencia nos concentramos en uno de los casos de aulas competentes socioemocionalmente cuya característica relevante consistía en la co-docencia universitaria, es decir, dos profesores en aula desarrollando la instrucción pedagógica. Las competencias socioemocionales también se desarrollan a propósito de un aprendizaje vicario, de observación, entonces es necesario prestar atención a cómo interactúan los docentes, sobre todo, en una área investigativa que se ha concentrado en la educación escolar, cómo si nuestros estudiantes universitarios no desarrollasen este tipo de competencias que podrían ser facilitadas por ciertas condiciones como la co-docencia. Entonces esta fue una oportunidad de pensar cuáles son esas condiciones y prácticas que las favorecen, y de qué forma el profesorado contribuye a su desarrollo”.
Finalmente, destaca la participación de ambos académicos en la reunión de trabajo de la Asociación de Psicólogos/as Educacionales, ANPSE, que además convocó a Carlos Ossa y Francisco Leal, de las universidades del Biobío y Tarapacá, respectivamente.