Referencia analógica de la gracia (Textura 3) experimentada por una profesora entrevistada
“Cuando tu caminas por la ciudad y comienzas a sentir calor, ese calor se debe a razones biológicas o físicas, pero el calor de la vergüenza o de la rabia se origina de interpretaciones sobre el mundo que, a su vez, son fruto de tu aprendizaje”, dice el psicólogo y académico de la Universidad de Playa Ancha, Dr. Octavio Poblete-Christie, “tú aprendiste, en tu entorno y en tu cultura, que la vergüenza o la rabia se sienten y expresan de esa manera, entonces, ¿por qué el cuerpo no aparece cuando investigamos, hablamos y discutimos sobre las emociones?”.
Así como da cuenta la reciente publicación “Texturas corporales de la experiencia emocional de profesoras chilenas en aula” (2023), un cúmulo importante de evidencia recopilada por la destacada investigadora Lisa Feldman Barrett durante las últimas décadas respalda la idea de que no existen “huellas” que permitan reconocer, al menos a simple vista, una determinada emoción ya que todas ellas se encuentran fuertemente mediadas por factores culturales y sociales.
De esta manera, el académico del Campus San Felipe desarrolló el concepto de texturas corporales para registrar, categorizar y sistematizar las sensaciones y zonas del cuerpo de las experiencias emocionales reportadas por cuatro profesoras de dos centros educacionales de la región Metropolitana.
Referencia de la rabia (Textura 4)
Texturas corporales
Apretones en el estómago (Textura 1), tensión desde los hombros hacia el pecho (Textura 2) y aumento de temperatura simultáneo en el cuello y las mejillas (Textura 4) fueron algunas de las texturas corporales reportadas y dibujadas por las cuatro profesoras.
En función de los 20 episodios emocionales vividos en aula y del nivel de detalle de las descripciones, movimiento y dirección de las sensaciones, así como de su diversidad, simultaneidad y/o cambio, el estudio definió un total de nueve texturas corporales.
Mientras las primeras tres texturas hacen referencia al lugar, dirección y movimiento de una o más sensaciones experimentadas, las demás texturas van complejizando la representación en función del orden de aparición (Textura 4), desplazamiento por zonas del cuerpo (Textura 5), tridimensionalidad (Textura 6), rotación hacia el centro (Textura 7), rotación hacia la periferia (Textura 8) y simultaneidad en más de una zona del cuerpo (Textura 9).
“Lo relevante de estos nueve hallazgos es que dan cuenta de la diferencia con la que experimentamos las mismas emociones”, enfatiza el investigador, “cuando algo no es igual, significa que no es genético sino idiosincrático”.
Asimismo, las texturas documentadas muestran el carácter tangible y corpóreo de las emociones de las profesoras, una característica que difiere fuertemente de la naturaleza eminentemente conceptual de los constructos que comúnmente se utilizan para comprender el trabajo educativo.
Impacto en el aula
Cuando está comprobada la relación entre un buen clima emocional de aula y buenos resultados de aprendizaje, el investigador especializado en emociones de actores educativos se pregunta en quién recae la responsabilidad del clima en clases.
“Se supone que en el profesor, ¿cierto? Porque es una persona madura, con herramientas emocionales desarrolladas y capaz, así como en una orquesta, de ir moderando el ambiente por uno que promueva el aprendizaje y que también es evaluado en función de eso. La evaluación docente considera la generación de un ambiente positivo para el aprendizaje, ¿pero quién le está enseñando esto al docente?”.
Frente a la escasez de datos sobre la realidad emocional docente en Chile y del impacto de ésta en el ambiente y aprendizaje escolar, estos resultados son muy relevantes pues permiten analizar de manera detallada y concreta la autoconciencia emocional docente, que está en el centro de la inteligencia emocional, y que resulta crucial tanto para la flexibilidad de la gestión que las y los profesores realizan en aula como para el formato de la autoconciencia emocional de sus propios estudiantes.
“No sacamos nada con preocuparnos de formar emocionalmente a los estudiantes de nivel escolar cuando los profesores, cuando el sistema escolar por entero, no tiene esa formación”, finaliza el académico, “para influir en la formación docente hay que tener datos, y por sobre todo, datos de Chile porque las emociones están influidas culturalmente y porque tenemos todo un sistema educativo que está enfocado en actividades que fomentan un conocimiento representacional o conceptual, ignorando la dimensión emocional y corporal, por tanto, se requiere un cambio”.