Luego de varios intentos fallidos el 11 de junio de 1986, en dependencias del colegio Salesiano de Valparaíso, se constituyó la Asociación Gremial de Académicos de Ciencias de la Educación que reunió a 34 personas y con ello dio inicio a un gremio que procuró en sus inicios velar por el cultivo, progreso y prerrogativas propias de las actividades académicas de sus miembros.
Enrique Muñoz Mickle (EM) fue el vicepresidente de la primera directiva, con quien conversamos haciendo un ejercicio de memoria que diera cuenta de estas tres décadas en las que participó como dirigente 24 años.
También hicimos lo propio con el actual presidente de la AFA, Bernardo Soria Ibacache (BS), quien analizó las tareas realizadas en los últimos años y los desafíos que tiene la asociación en el corto plazo.
El comienzo de una historia
-Previo a la democracia no eran tiempos fáciles, en ese contexto ¿qué los motivó a continuar en los intentos de asociarse como académicos?
EM: “Nuestra motivación de asociarnos surge precisamente porque las universidades estaban intervenidas, lo que las convertía en verdaderas satrapías donde la situación de los académicos dependían de las autoridades de turno.
Nuestra idea era que debíamos defender a las universidades públicas. Por otro lado, en la práctica -aún cuando había cierta normativa- los derechos de los académicos estaban sometidos a la autoridad de turno. Fue una lucha importante, el querer establecer las reglas del juego que fuesen claras y se cumplieran, ese fue el motor de la creación de Asociación”.
-¿Por qué se constituyeron inicialmente como Asociación Gremial de Académicos (AGA)?
EM: “La primera universidad que creó una AGA fue la Universidad Técnica Federico Santa María en 1985. Ellos descubrieron que la única forma de asociarse era a través de la normativa del Ministerio de Economía que permitía la creación de asociaciones gremiales de académicos, y con ello se abrió una puerta porque no existía la sindicalización de las instituciones públicas.
Varios de nosotros comenzamos a participar en reuniones en calidad de observadores hasta que se generaron varios intentos uno liderado por Patricio Calderón, Oscar Quiroz, Gerardo Guzmán, pero que fracasó ya que no lograron reunir el quorum necesario que en esos tiempos y según la normativa vigente era de 25 personas”.
-Con tantos intentos fallidos, ¿cómo se gestó este hito?
EM: “Nosotros estábamos en la sede Molina e intentamos que se organizara un claustro académico en la época de la rectora Olga Arellano Salgado, que también fracasó. En ese contexto, con el profesor Renato Ochoa nos reunimos y él me comentó que tenía un formato de estatutos con el cual comenzamos a trabajar y a contactar gente pidiéndoles dos cosas: que pensaran inscribirse independiente del clima de terror que había, y que si no les interesaba que guardarán la máxima reserva.
Así fuimos socializando la idea entre varias personas, Carmen Ibáñez que era académica de alemán pasó a mano el proyecto de estatutos, bajo la luz de una vela, al libro de actas y con ello llegamos a la reunión constitutiva.
Previamente y de manera muy cautelosa, a través de amigos, nos contactamos con un notario de confianza para que pudiéramos contar con un ministro de fe y conseguirnos un lugar para la reunión, que resultó siendo en el colegio Salesiano de Valparaíso.
Llegaron 34 personas lo que nos permitió la constitución de la AGA, ahí se discutieron y aprobaron por unanimidad los estatutos y se eligió una directiva -que duraría en sus funciones hasta abril de 1987- compuesta por Patricio Calderón, presidente; Enrique Muñoz Mickle, vicepresidente; Carmen Ibáñez Castillo, secretaria; Vicente Caro Santander, tesorero; y Renato Ochoa Disselkoen, Tito Larrondo González y Álvaro Castillo Muñoz como directores”.
-¿Qué pasó en el transcurso de 1986 con la asociación y sus socios?
EM: “Nosotros en 1986 fuimos una de las pocas asociaciones gremiales que logramos constituirnos con todas las de la ley y presentar los documentos al Ministerio de Economía.
Sin embargo, al término de ese año hubo una vendetta de la autoridad y se desvinculó a Álvaro Castillo, en esos tiempos no existía fuero gremial. Al profesor Ochoa le redujeron horas, en mi caso me pasaron de planta a contrata, y a poco andar a nuestro presidente, Patricio Calderón, le hicieron la vida imposible, que lo llevó a pedir permiso sin goce de sueldo y se trasladó a otra universidad en Santiago, luego de ganar un concurso docente. Tras eso, asumí la presidencia del gremio”.
-Al asumir la presidencia, ¿también debió hacer frente a hostigamiento y amenazas?
EM: “Ese año nos trasladaron de sede a Bismarck en el cerro Cárcel. A mí me seguían e informaban todo lo que hacía a rectoría, me abrieron la maletera del auto en un par de ocasiones llevándose el portadocumentos. Lo que fue muy desagradable e incómodo en ese momento fue una serie de llamados amenazantes a mi casa, lo que me llevó a revisar, incluso, el auto antes de salir al colegio con mis hijos.
Pese a ello logramos sobrevivir ese año y en 1987 cambió la directiva, ya que la anterior tenía un carácter de provisoria, y en ella participaron Norman Cortés, Patricio Calderón, Errol Dennis, Mireya Mege, Michael Jones, Alberto Teichelmann, Oscar Salas, Guillermo Díaz y quien habla”.
-¿Cómo fue la recepción que tuvieron por parte de la rectora Mariana Martelli Ukrow (1987-1990)?
EM: “Nuestra primera reunión fue muy tensa. Nos preguntó qué queríamos y nosotros respondimos que queríamos una carrera académica clara que diga cómo se ingresa, cómo se permanece y cómo se sale; además de una participación efectiva de los académicos.
Llegamos al término de año y nos encontramos con una guillotina de profesores. En el primer período de Mariana Martelli salieron treinta y tantos profesores, algunos se explicaban por jubilación pero hubo otros casos en que las autoridades de las facultades pasaron la cuenta.
Fueron tiempos en que tuvimos reuniones muy duras con la rectora para abogar por académicos que se le reduciría su jornada o que se les quería desvincular. Nuestra labor fue conseguir reglas claras al interior de la universidad sobre carrera académica y segundo, defender a la universidad como ente autónomo y no un feudo de la autoridad de turno.
Eso fue hasta el 89, ya después del Plebiscito, yo decidí no postular a la AGA. Ahí se constituyó una nueva directiva presidida por Carlos Villalón Pérez y en la que participaron Roberto Salinas Martorell (vicepresidente), Daniel Lagos Altamirano (secretario), Cristina Orrego (tesorera) y Jorge Turenne, Rodrigo Villaseñor y Alberto Teichelmann como directores”.
-¿Cuáles fueron los principales logros de la Asociación en sus primeros años?
EM: “En la época de Mariana Martelli salió el primer reglamento de carrera académica. Cuando Norman Cortés asumió en 1990 se sugirió revisar esa normativa donde participé en una comisión que la analizó. En el segundo período cuando volví nuevamente a la directiva AFA participé en varios espacios de discusión y debate sobre la promulgación de la Ley Nº 19.200 que establece la imponibilidad total de la renta hasta el tope legal de 60 UF para los funcionarios académicos de las universidades estatales, que habían quedado fuera de la normativa.
Hubo un trabajo intenso por defender los derechos previsionales de los académicos universitarios donde participamos gente de la PUCV, UChile, UV y UPLA con el apoyo de otras universidades. De hecho el Estado hizo un aporte especial por cuatro años para suplementar los mayores costos que iba a tener la implementación de la ley.
En esa línea, se presentó al rector Norman Cortés una propuesta para mejorar el sistema de rentas, que es la que actualmente rige y que tiene más de 20 años, que estableció una correlación de los sueldos bases entre jerarquías académicas y las rentas correspondientes con los diferenciales por postgrado, por antigüedad, etc.
También trabajamos en 2010 en la reestructuración de algunas facultades dándole más atribuciones a los directores de departamento restándole algunas a los decanos.
En estas décadas se han realizado varias gestiones en aspectos que son eminentemente institucionales, y otros de beneficios para los asociados, uno de ellas fue el seguro complementario de salud que es transversal para funcionarios y académicos. Además hemos desarrollado y mantenido instancias de convivencia y bienestar que se han ido manteniendo como el paseo y la fiesta de nuestros asociados”.
-Mirando hacia atrás, y con sus 24 años como dirigente ¿qué importancia le da a participar activamente en una asociación?
“Todas estas asociaciones tienen un sentido, en la nuestra eso se ha cumplido a cabalidad. Porcentualmente somos una de las asociaciones con más miembros asociados y la más activa. La AFA ha cumplido un rol muy importante dentro de la historia de la universidad en estos 30 años, donde los primeros fueron muy complejos pero con el tiempo hemos participado en muchas decisiones, entendiendo que el AFA no gestiona la universidad. La AFA representa ante las autoridades correspondientes las demandas e inquietudes de los profesores”.
Presente y futuro del AFA
El recientemente reelecto presidente de la Asociación de Funcionarios Académicos de la Universidad de Playa Ancha, Bernardo Soria Ibacache, completará el 2018 seis años como dirigente de esta casa de estudios. Anteriormente, ocupó este cargo en el Colegio de Periodistas, en el Círculo de la Prensa y en el Sindicato de Periodistas de El Mercurio de Valparaíso.
-¿Cuáles han sido los temas a los que se han abocado en estos últimos años en la AFA?
BS: “Nuestro objetivo en los últimos años ha sido fortalecer la asociación gremial no solamente internamente sino que también a nivel nacional. La primera meta que nos pusimos y que funcionó fue la incorporación a la Federación de Asociaciones de Académicos de las Universidades Estatales de Chile (Fauech), que es un interlocutor válido para el gobierno, Ministerio de Educación y Ministerio de Hacienda.
En este breve periodo que hemos estado en la Fauech, la UPLA ha tenido mucha presencia en esta federación. Nosotros somos una asociación grande, con cinco dirigentes, tenemos cerca de 300 socios de un universo de 500 profesores. Por lo tanto, cuando habla la AFA de verdad está hablando por los académicos de esta universidad, esa fue la primera gran tarea.
Luego, en nuestro primer período siendo secretario general y presidente Enrique Muñoz se logró que los académicos votaran respecto a los nuevos estatutos. No era tarea fácil porque para votar los estatutos necesitábamos el 50 más 1, y lo logramos con mucho esfuerzo. Ese fue un triunfo”.
-¿Qué tareas se fueron sumando en los últimos años?

BS: “Como nueva directiva nos hemos abocado a algunos temas macro como es el paso de la contrata a la planta. Es una tarea inconclusa porque completamos la primera etapa que consistió en la evaluación de la situación de 40 profesores, decisión que está en manos del rector.
Trabajamos también en el retiro digno que tiene que ver con el bono que se le entregaría -esperamos en un breve plazo- a los profesores que cumplan 55 años o más.
Otro tema son las remuneraciones, ya que -si bien es cierto la universidad está pasando un momento económico difícil- hemos descubierto que la escala de remuneraciones de los profesores son tal vez las más desmedradas comparativamente dentro de la misma universidad.
Hemos tratado de fijar la mirada en los temas trascendentes que tienen los académicos con respecto a su presente y futuro, pero también no nos olvidamos que somos personas y que es importante que se generen instancias de reunión y encuentro porque somos trabajadores de tareas muy tensas que requerimos esos espacios donde nos podamos distender y conocer más allá de las labores específicas que realiza cada quien pensando que podemos tener intereses comunes”.
-¿Cuáles han sido los cambios que ha evidenciado la Asociación en los últimos años?
BS: “Ha habido un cambio cualitativo y cuantitativo porque nosotros recibimos esta asociación con 260 socios y actualmente estamos cerca de los 300. Lo cualitativo está dado por focalizar la atención en aquellos grandes temas pero no perdiendo de vista que la universidad está en una situación complicada.
Buenas noticias han habido como la acreditación por cinco años de la universidad, como la anulación de un decreto que regulaba el pago de los postgrados que se está redefiniendo y que al parecer ese cambio será positivo para los profesores. El tema de la planta está en “stand by” pero hay que seguir, no ha sido fácil aquí ni en ninguna universidad que ha enfrentado esto”.
-El paso de la contrata a la planta es un anhelo de todos los estamentos, ¿qué propone la AFA en este sentido?
“La universidad está en pecado en este tema, ya que ni siquiera tiene un 30 por ciento de planta. En el caso de los académicos un poco más del 20 por ciento, lo que no significa plata en lo inmediato, sino que la universidad reconoce en cada uno de nosotros que hay una relación permanente.
La universidad tiene que decirnos a los trabajadores que hay cierta seguridad, que hay una cierta relación permanente con nosotros. No pasa por las jerarquías, esto tiene que ver con un tema laboral, tiene que ver con la seguridad laboral dentro de cualquier institución no solamente en ésta”.
-¿Y cómo les ha ido con las negociaciones?
BS: “Nos ha ido más o menos porque hemos completado la primera etapa, pero estamos discutiendo dos criterios más. Cabe destacar que este tema es analizado actualmente por todas las universidades del Estado, las que proponen que en este proceso estén presentes las tres primeras jerarquías de profesores.
En este trabajo, como comisión compuesta por 3 representantes de la AFA y 3 de rectoría, hemos emitimos un primer informe donde pretendemos solucionar el tema de las dos primeras jerarquías. El tema mayor viene con la tercera jerarquía, que es más grande. Ya hicimos propuesta respecto a los titulares y asociados, pero falta la tercera que es la más compleja.
Sabemos que este no es el mejor momento económico para ninguna institución del Estado, pero uno pide algo que a algunos les parece justo y es natural que comience una negociación y en eso estamos. Creo que lo que hemos avanzado ha sido bastante, pero me quedo con esta imagen: se nota que hay un ambiente nuevo”.
-¿Cuáles son los desafíos de la Asociación durante el 2017 – 2018”
BS: “Lo primero es el avance de la contrata a la planta, es un tema fundamental, incluso de decencia. La universidad es muy respetuosa con los contrata, pero debe dar una señal inequívoca que su equipo de trabajo es confiable, es permanente y que lo requiere. Y esa señal es tener más planta.
Otra de las metas es revisar nuestro tarifario de remuneraciones además de reconocer y darle un valor real al perfeccionamiento. Ha llegado el momento en que tenemos que fijar normas que permitan que la gente se perfeccione con una ayuda institucional por ejemplo asignando horas para el perfeccionamiento, lo que es relativamente fácil. No significa plata adicional significa ordenar e incentivar.
Finalmente quisiéramos que se complete la evaluación académica que tiene tres fases; la de los estudiantes, que se cumple; la autoevaluación de los profesores, que se cumple, pero la que no se cumple es la evaluación del jefe directo.
Eso no debería tener complicación, un director evalúa a todos sus profesores. Al director lo evalúa el decano y al decano lo evalúa el rector. No le veo complicación ahí cambia la normativa interna y con eso habremos ganado un tremendo trecho respecto al proceso de evaluación académica”.
-Entre los temas pendientes en este nuevo periodo de la AFA, ¿se abordará el acoso laboral y sexual?
“La sociedad está cada día más demandante, del tema del acoso tenemos que hacernos cargo y la universidad va atrasada en algunos temas. Tenemos que fijar pautas claras respecto al acoso sexual, y efectivamente hay que hacerlo porque pasa en la universidad.
La universidad ha avanzado bastante respecto al acoso laboral, hay una Comisión que funciona relativamente bien, es muy representativa, pero la universidad no tiene mecanismos respecto a acoso sexual, actualmente se traduce en un sumario y estos a veces demoran mucho contraviniendo la definición de sumario: que debe ser corto.
Por eso la gente piensa que hay impunidad y toma la justicia por su mano, nosotros creemos que nadie puede tomar la justicia por su mano, pero la universidad tiene responsabilidad al respecto porque si este sumario dura dos años, es una pérdida de tiempo y es muy poco serio.
Este es un tema sensible, puesto que a los profesores se hace bien difícil el trabajo de repente. Si tuviéramos unas pautas sabríamos qué hacer, porque ha cambiado la cultura al respecto. Un profesor muy meloso no funcionaría hoy día, antiguamente la gente era muy cálida, de mucho abrazo, ahora la persona que gusta mucho de los abrazos está en peligro porque puede ser malinterpretada. Hay un cambio cultural importante y la universidad tiene que estudiarlo. Hay mucho camino por recorrer en ese sentido”.
Nueva directiva AFA 2016 – 2018
Una nueva etapa en la historia de esta asociación comenzó el martes 27 de diciembre, cuando asumió una nueva directiva compuesta por:
- Bernardo Soria Ibacache, presidente.
- Luis Espinoza Brito, secretario.
- Carlos Hernández Valenzuela, tesorero.
- Francis Flores Castillo, director.
- Gastón Gaete Coddou, director.
UPLA.cl
Noticias de la Universidad de Playa Ancha Dirección General de Comunicaciones
