Señor director:
Para aportar con seriedad al debate sobre la educación, comparamos la promesa hecha al país en el programa de gobierno con el proyecto de reforma a la educación superior. Al hacerlo, concluimos que no es la falta de dirección sino la escasa profundidad lo que genera inquietud. Todos los tópicos programáticos están presentes en el proyecto de ley enviado al Congreso.
Como desde los gobiernos concertacionistas anteriores había muchos asuntos pendientes de reformar, la Nueva Mayoría pidió al país dos cosas: triunfar ampliamente en la elección presidencial y obtener mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado. Con ello se avanzaría más rápido al poder saltar el cerco constitucional y de quórum heredado. El país creyó, otorgándole ambas cosas.
A la luz de la contradicción entre la promesa programática y el proyecto, hay dos opciones. Una es que el gobierno haya actuado sintiéndose minoría, por lo que envió un proyecto que no refleja la profundidad de sus promesas. Otra opción es que el proyecto no tenía la profundidad esperada, porque al interior del gobierno la promesa de educación superior gratuita hecha al país tampoco tendría mayoría; es decir, no habría unidad respecto del programa. Aquello resulta evidente. Si bien el estado de la economía en el mundo, la ralentización que implica y la baja recaudación de impuestos pueden explicar la gradualidad, no explican la falta de convicción y profundidad.
Es vital que en la etapa legislativa en que se encuentra el proyecto tengamos la altura para avanzar en las soluciones que el país demanda para su desarrollo, a mediano y largo plazo.
Héctor Gaete Feres
Rector Universidad del Biobío
Carta publicada en La Tercera, lunes 25 de julio de 2016.
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