Hoy, más que nunca, quienes integramos la sociedad chilena debemos hacer valer el derecho a expresar nuestra opinión y a participar activamente en el debate de diversos temas de interés público. Un derecho que debemos promover y ejercer con responsabilidad, siempre orientados por la tolerancia, el respeto y la aceptación de quienes no comparten nuestros propios puntos de vista. Construir una cultura ciudadana y de los derechos humanos es una tarea de todos, y ciertamente de las universidades. Las carencias existentes en estos ámbitos revelan un individualismo y una desconsideración de los valores democráticos que amenazan gravemente nuestra convivencia.
En virtud de ese mismo principio, el Consejo de Rectores de Valparaíso expresa su más enérgico repudio y un inmenso dolor por los hechos de violencia irracional provocados con ocasión de algunas manifestaciones sociales ocurridas en el país y su duelo por lo ocurrido en Valparaíso el pasado 21 de mayo. El incomprensible y fatídico fallecimiento del trabajador municipal don Eduardo Lara, a cuya familia renovamos nuestro sentimiento de solidaridad por tratarse de un hecho que nos interpela a todos en nuestra conciencia cívica y nos remueve en nuestra moralidad pública, ante una violencia irracional que desgraciadamente se ha hecho tan recurrente como inaceptable para la gran mayoría de la ciudadanía que anhela resolver sus diferencias en forma racional y pacífica.
Las acciones vinculadas a los hechos señalados corresponden a formas y propósitos totalitarios, pues reflejan una voluntad carente de todo sentido cívico y democrático, ciertamente ajenas al espíritu universitario y de la gran mayoría de quienes participan en esas manifestaciones. Querer imponer ideas por la fuerza es en sí mismo un hecho autoritario que no sólo pone en riesgo la integridad de las personas y daña nuestro patrimonio, sino que termina quitando legitimidad a las causas o razones que animan a las manifestaciones sociales.
En el mismo sentido, hechos como las tomas de espacios universitarios también constituyen actos de carácter coercitivos contra las libertades de quienes integran la comunidad universitaria, dañando la cohesión interna, la unidad de estas, para terminar impidiendo que se genere el diálogo, condición a su vez imprescindible para que las universidades cumplan su rol de centros intelectuales y de reflexión, que busca con autonomía y pensamiento crítico respuestas ante la reflexión y seguir avanzando ante los problemas que enfrentamos como sociedad.
Todos debemos asumir con la mayor urgencia nuestra responsabilidad y promover el diálogo respetuoso como regla fundamental para la convivencia cívica. Es legítimo disentir y querer persuadir a otros de nuestros argumentos y propósitos, pero es un deber superior hacerlo de manera racional y pacífica, porque es el único camino legítimo para llegar a un entendimiento y seguir avanzando en la construcción de una sociedad más democrática e inclusiva.
Por todo lo señalado, los rectores que suscribimos esta declaración hacemos un llamado a todos los integrantes de la sociedad, trabajadores, empleadores, estudiantes, autoridades, representantes de las diversas actividades a repudiar con energía tales hechos y a concordar la forma en que debemos abordar este y otros conflictos que hoy preocupan a nuestra ciudad y a Chile.
Patricio Sanhueza V.
Rector Universidad de Playa Ancha
Claudio Elórtegui R.
Rector Universidad Católica de Valparaíso
Aldo Valle A.
Rector Universidad de Valparaíso
Darcy Fuenzalida O.
Rector Universidad Técnica Federico Santa María
Columna conjunta publicada como «Opinión de Domingo» en El Mercurio de Valparaíso, 19 de junio de 2016.
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