Generalmente, en las actividades cuya convocatoria es amplia y digna de destacar, los medios exageran las cifras y los adjetivos para calificar los eventos que se suscitan cada tanto en la escena regional o nacional. No obstante, de vez en cuando, en la praxis ocurren hechos distintos, particulares, que convocan un número importante de ciudadanas y ciudadanos dispuestos a escuchar otras voces, con un cariz y tono peculiar que alimenta otras perspectivas, con variopintas formas de interpretar el mundo y valorarlo.
Es justamente el aporte de estas visiones y el intento cero de aparentar lo que generó el grato ambiente vivido entre centenares de estudiantes y académicos y la enorme figura de Coco Legrand, en una reunión que al galope de los minutos fue adquiriendo características de familiar e íntima, a pesar del gran marco de público que hermoseó la tradicional Aula Magna de la Upla. Fue una reunión privada entre cientos y el artista.
Ubicada en el centro del escenario, la testera fue dominada por voces jóvenes que hablaron desde la alteridad acerca del libro autobiográfico que Alejandro González presentaba, titulado Más allá del humor. Una entrevista conmigo mismo. Fueron tres diálogos los expuestos: un estudiante de Geografía, una estudiante de Música y otro de Periodismo, quien declaró: “Desde la humildad de este relato, declaro a Coco Legrand como escultor de esa picardía, como protector del alma mater nacional, como Monumento Nacional del quehacer colectivo y del personaje popular (…) En resumidos términos te digo: eres un conservador de la historia de nuestra sociedad y de todos quienes hoy decoramos esta sala”.
Cuando Coco Legrand comenzó su oratoria la recepción del público fue inmediata y poco a poco, mientras deslizaba sus miradas, contaba un par de chistes y criticaba aquel vacío en la formación nacional, comenzó a florecer esa conexión tan particular que se vivió en Playa Ancha. El Loco González, como lo llamaban sus compañeros en sus señores años estudiantiles, centro su discurso en una crítica que hizo recurrente: la Universidad no es el único espacio donde las personas pueden tener formación; hay otro tipo de formación de igual o mayor importancia que tiene que ver con encender los fuegos que cada individuo tiene y que debe alimentar con fuerza y convicción a lo largo de su existencia.
Coco Legrand fue despedido por un público enardecido que reconoció en sus palabras proximidad y estima. De hecho, fue despedido con el tradicional grito de la Universidad que recuerda la fuerza de la institución en sus más diversos ámbitos.
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