Terminando con el mito que los discapacitados no pueden desarrollar ciertas actividades y desafiando la labor de los profesionales para involucrarlos en su trabajo fueron parte de los planteamientos que expresó Sandra Katz en el encuentro “Educación Física en contextos de Inclusión”.
La coordinadora de la Red Universitaria Latinoamericana y del Caribe sobre Discapacidad y Derechos Humanos y académica de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, fue invitada por representantes del proyecto interuniversitario FDI “Fortalecimiento de las competencias de inclusión universitaria en la región de Valparaíso”, que desarrollan las universidades de Playa Ancha, Santo Tomás, Católica de Valparaíso y de Valparaíso.
MÁS ALLÁ DEL DIAGNÓSTICO
La especialista trasandina planteó que no hay que ser especialista para trabajar con niños con discapacidad, por lo que hizo un llamado a los profesores a creer en lo que saben y conocer al niño más allá de su diagnóstico.
Según sus investigaciones todas las carreras en Argentina tienen la materia de discapacidad, pero paradójicamente durante muchos años a niños con discapacidad se les eximía de la clase de educación física. Para Katz es simplemente una contradicción, más aún –dice- cuando todo niño tiene derecho aprender, “entonces cómo lo vamos a excluir de la clase de educación física”.
Agregó que “hay que darles posibilidades a los niños de ser quien quieran ser y que tengan derecho a aprender, a jugar. La idea es que éticamente tienes que ser responsable de atender a todo niño porque tiene derecho a estar en la escuela, en el club, donde sea. Y aprender junto a él, si él tiene problemas muy graves te lo va a decir, el sentido común a veces se pierde en estas circunstancias”.
Lo que propone es cruzar los saberes del profesorado, por ejemplo de Educación Física, para que se puedan juntar el que da básquetbol con el de discapacidad y hagan un encuentro en sillas de ruedas; que el instructor de natación invite a un niño ciego a su clase, etc.
“Crucemos los saberes, juntémonos y hagamos juntos lo que tú sabes y lo que yo sé, porque los chicos están en todos lados, no están escondidos ni encerrados, ni son hermanos de diagnóstico, es decir, no todos quieren hacer lo mismo con otro chico que tiene el mismo diagnóstico (ciegos). Si lo elige todo bien, es una decisión personal, pero debemos darles la oportunidad de que elija qué quiere hacer, son personas”, ratificó.
Respecto a la Red Universitaria Latinoamericana y del Caribe sobre Discapacidad y Derechos Humanos, que coordina, explicó que buscan compartir experiencias, formar redes y relacionar las investigaciones con personas afines en Guatemala, Colombia, Paraguay, entre otros países, y ser conscientes que la universidad es muy hostil con cualquier persona con discapacidad que quiera acceder.
“Cuando se piensa en discapacidad siempre se asocia solo al estudiante y nosotros decimos que hay docentes y funcionarios con discapacidad y sin discapacidad y es una responsabilidad del Estado entregar los apoyos que esa persona necesita. Nosotros entendemos que la discapacidad es una cuestión de Derechos Humanos, no es un hecho biológico, el que quiere estudiar o trabajar como cualquiera de nosotros debe contar con las condiciones del contexto”.
La académica trasandina agregó que más que trabajar con las personas con discapacidad se tiene que trabajar con los contextos para que sean accesibles, para que las universidades asuman la responsabilidad de qué profesionales está formando; debe hacerlos tomar conciencia que en cada gesto (profesor), en cada plano (diseñador/arquitecto), en cada producto (profesional de distinta índole) que ellos hagan, deben considerar su usabilidad en todas las personas.
VINCULACIÓN CON RED UNIVERSITARIA
Consultada sobre la Red de Inclusión conformada por la UPLA, PUCV, UV y Santo Tomás dijo que “estos son los pequeños gestos que nos fortalecen porque todos sentimos que hacemos poco, pero si nos reunimos, nos potenciamos”.
Aconsejó aprovechar la virtualidad para encontrarse y buscar las instancias para poder establecer un diálogo, por ejemplo con el Ministerio de Educación, para que apoye todas estas políticas y no queden reducidas a voluntades individuales. “Tiene que ser una decisión política, para que el acceso a la universidad sea para todos los que quieran estudiar”, enfatizó Katz.
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