Torres del Paine: Por qué la pericia y la planificación rigurosa son la principal variable protectora en la geografía patagónica

Crédito: CONAF.

Realizar actividades recreativas y deportivas en ambientes naturales exige un enfoque de preparación integral. No basta con motivación o equipamiento avanzado: es imprescindible desarrollar capacidades fisiológicas mediante entrenamiento sistemático y competencias psicológicas asociadas a la autorregulación, la tolerancia al estrés y la toma de decisiones en escenarios dinámicos y de alta incertidumbre (Priest & Gass, 2017; Brymer & Gray, 2009).

Tal como ocurre en la planificación de una maratón de alto rendimiento, las excursiones en ecosistemas de montaña o territorios con climatología extrema requieren comprender que el éxito operativo —ya sea un ascenso, cruce o travesía— es el resultado acumulativo de una progresión metódica de preparación física, técnica, cognitiva y logística. En geografía de montaña, este principio se vincula a la capacidad operativa expedicionaria, entendida como el equilibrio entre las demandas ambientales y las capacidades del equipo (Lutgens &Tarbuck, 2014).

La recreación al aire libre ha crecido exponencialmente durante las últimas dos décadas, impulsada por tendencias de bienestar, turismo experiencial y mayor acceso a equipamiento técnico. Sin embargo, esta masificación ha generado una tensión estructural: miles de personas ingresan a territorios complejos sin evaluación previa de riesgo, sin planificación de ruta y sin análisis del propio nivel de competencia técnica. La literatura internacional evidencia que la sobreconfianza, la falta de experiencia y la ausencia de preparación son detonantes frecuentes de incidentes críticos en ambientes remotos (Ewert & Garvey, 2007; Haddock, 2021).

El Parque Nacional Torres del Paine, con más de 300.000 visitantes anuales en un territorio de 181.000 hectáreas, constituye uno de los escenarios más exigentes de la geografía patagónica. constituye uno de los escenarios más exigentes de la geografía patagónica. Sus circuitos O y W se desarrollan en un entorno marcado por topografía glacial activa, gradientes altitudinales significativos, meteorología altamente inestable y subestructuras morrénicas móviles.

Paso John Gardner: Responsabilidad expedicionaria

En particular, el Paso John Gardner representa un punto crítico debido a pendientes abruptas, vientos que pueden superar los 190 km/h, visibilidad mínima por tormentas y temperaturas que favorecen la hipotermia (Lliboutry, 1956; Casassa & Rivera, 2000).

Exploradores como Darwin, Steffen, Agostini, Casassa y Lliboutry consolidaron el principio de que la planificación rigurosa es el eje de cualquier incursión en ambientes extremos. Este enfoque es hoy reforzado por instituciones como NOLS, Outward Bound y unidades militares especializadas en operaciones de montaña.

La evaluación del riesgo en montaña es un proceso dinámico y obligatorio. Fatiga, lesiones, déficit nutricional, meteorología adversa o fallas de equipamiento son indicadores para activar protocolos de contingencia. Avanzar bajo estas condiciones constituye una acción insegura, ampliamente documentada en modelos de causalidad de accidentes (Reason, 1990; McCammon,2004).

Chile ha experimentado múltiples tragedias asociadas a actividades en montaña, como la expedición al Campo de Hielo Norte de estudiantes de la Universidad Técnica Federico Santa María (2002), la tragedia de Antuco (2005) y accidentes recurrentes en el Parque Nacional La Campana donde año a año se registran extravíos pese a los cierres preventivos y campañas informativas. Todas evidencian brechas en preparación, planificación y criterio operativo en condiciones adversas.

La formación en actividades al aire libre debe integrar competencias técnicas, experiencia acumulada, liderazgo expedicionario y habilidades de análisis situacional. La evidencia demuestra que la pericia —y no el equipamiento— es la principal variable protectora frente a incidentes críticos (Martin & Priest, 1985; Beames & Brown, 2016).

Sobre el accidente en el Paso John Gardner, la eventual ausencia de personal de guardaparques no exime la responsabilidad expedicionaria de evaluar condiciones meteorológicas, estado del equipo y viabilidad de la ruta. La causa de muerte confirmada —hipotermia— refuerza el principio operativo universal: primero la seguridad personal. La máxima rescatista “primero me cuido yo” recuerda que un integrante debilitado compromete a todo el equipo.

Chile es un país de cordillera y mar, pero no ha desarrollado plenamente una cultura ciudadana para convivir con estos territorios. Las tragedias no deben impulsar políticas restrictivas, sino políticas formativas que integren educación al aire libre, alfabetización territorial, meteorología básica, navegación, orientación y primeros auxilios avanzados.

Disfrutar la naturaleza es un privilegio. Hacerlo con responsabilidad es una obligación. Jamás debe subestimarse un ambiente natural. Los campamentos y estaciones que se van recorriendo en las travesías en el PN Torres del Paine cuentan con infraestructura, los visitantes generalmente encuentran decenas (o cientos), de visitantes en sus recorridos. Al lugar llegan muchas empresas de servicios, pues se dinamiza la industria turística y el comercio local. Aun así, es un área remota y si se combinan una serie de elementos, se pude presentar en un corto tiempo “el peor escenario posible”.

Mg. Gabriel Soto Moya
Geógrafo, especialista en expediciones y educación al aire libre
Académico Facultad de Ciencias Naturales y Exactas

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