La tutoría como puente: El viaje de Muriel Vega Cayupán en la UPLA

La experiencia de recibir a estudiantes de intercambio en la universidad es, sin duda, una de las vivencias más enriquecedoras en el ámbito académico. Para Muriel Vega Cayupán, estudiante de Pedagogía en Educación Básica, esta oportunidad se convirtió en un viaje de crecimiento personal y profesional que le permitió “viajar” sin salir del campus. Acompañar a estudiantes de Brasil, Ecuador, Uruguay y Francia no solo le brindó la posibilidad de cumplir con los sellos formativos de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), sino que también la llevó a profundizar en su vocación por la inclusión y la diversidad.

-¿Qué te motivó a ser tutora de estudiantes de intercambio?

En un comienzo, fue la posibilidad de completar los sellos formativos de la universidad. Sin embargo, con el tiempo, entendí que esta experiencia también se relaciona profundamente con un interés personal y profesional: la inclusión. Ser tutora me permitió vivenciar la diversidad en primera persona.

-¿Cómo describirías la experiencia de ser tutora y cuál fue tu mayor satisfacción?

Fue una experiencia muy enriquecedora. Me permitió «viajar» a través de los y las estudiantes que acompañé y conocer nuevas perspectivas sobre la educación. Al principio, no tenía una expectativa definida, solo el deseo de brindar la mayor ayuda posible, y siento que lo logré. Mi mayor satisfacción fue poder ayudarlos realmente. Logramos una relación cercana y de confianza, con una comunicación muy fluida. Al final, nos dimos cuenta de que somos estudiantes muy similares, casi de la misma edad, con intereses parecidos y con las mismas ganas de aprender y compartir.

¿Cuál fue el mayor desafío al que te enfrentaste como tutora?

El mayor desafío fue manejar los protocolos y conductos regulares de la universidad. Como estudiante, muchas veces no tienes total claridad sobre los pasos a seguir, especialmente si nunca los has vivido. Los estudiantes de intercambio necesitaban esa información, y me vi en la necesidad de investigar, preguntar constantemente y aprender sobre trámites o apoyos que hasta entonces desconocía.

-¿Qué tipo de apoyo brindaste y cuál fue el más crucial?

El apoyo fue una mezcla de aspectos logísticos, culturales, de bienestar y, en menor medida, académicos. Al inicio, las ayudas eran fundamentales para su adaptación, como explicar el clima o la locomoción pública. Con el tiempo, el acompañamiento se volvió más emocional, invitándolos a actividades para que no se sintieran aislados durante los fines de semana largos. También me tocó apoyarlos en situaciones más complejas, como cuando necesitaban atención médica y no sabían cómo activar sus seguros de salud.

Uno de los momentos más cruciales fue precisamente en el ámbito médico. Un estudiante no recibió la orientación adecuada en el centro al que asistió, y mi rol fue fundamental para ayudarle a entender los protocolos y a asegurarse de que recibiera la atención que necesitaba. Otro aspecto crucial fue el apoyo emocional, creando un espacio para que pudieran conversar y desahogarse. Estar lejos de sus familias puede ser muy desafiante, y saber que contaban con alguien hizo una gran diferencia en su experiencia.

-¿Qué aprendiste sobre las culturas de los estudiantes que acompañaste?

Aprendí mucho sobre las costumbres de sus países de origen. Lo que más me sorprendió fue darme cuenta de que, a pesar de las diferencias, compartíamos muchas similitudes. Seguimos siendo jóvenes universitarios con ganas de aprender y vivir experiencias significativas. Por ejemplo, me llamó la atención que en Brasil la carrera de pedagogía se estudia de manera general, sin una mención específica al nivel educativo. Esto me hizo reflexionar sobre cómo se construyen los enfoques educativos en cada país.

-¿Cómo crees que esta experiencia impacta en tu formación profesional como futura docente?

Como futura docente, esta experiencia ha sido muy significativa. Mi carrera está profundamente ligada al trabajo con grupos diversos, y acompañar a estudiantes de intercambio me permitió desarrollar habilidades clave para mi rol profesional, especialmente en lo relacionado con la empatía, la comunicación efectiva y la atención a la diversidad. Esta vivencia reafirmó mi convicción de que la educación debe ser inclusiva, humana y abierta a las diferencias culturales y personales. Comprendí mejor los desafíos que enfrentan quienes llegan a un entorno nuevo, un aprendizaje que aplicaré en el aula con mis futuros estudiantes.

¿Qué consejos darías a otros estudiantes de la UPLA que deseen participar en este programa?

Lo recomendaría definitivamente. Invitaría a quienes participen a hacerlo con disposición, apertura y compromiso. Es una oportunidad que no solo beneficia a los estudiantes extranjeros, sino también a quienes los acompañamos, porque nos desafía y nos transforma. La universidad no solo debe ser un espacio para adquirir conocimientos, sino también para fomentar la socialización entre pares y el intercambio de ideas que enriquecen profundamente el proceso formativo.

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