
«Adentrándose en la cuenca de San Felipe – Los Andes, se manifiesta una amplia variedad de recursos culturales y naturales de valor patrimonial, los que de acuerdo con sus funciones se pueden tipificar en varias clases y, en ese sentido, los de carácter religioso, aparte de los templos, son a veces poco conocidos por los visitantes y turistas y, en ocasiones, por los mismos residentes.
En virtud de lo indicado, la sala de objetos de fe que hay en el Santuario de Santa Teresa de Los Andes (comuna de Rinconada de Los Andes) es una interesante y antigua colección de imágenes, fotos, relicarios y otros elementos, que revela no solo el sentido de uso, sino una estética interesante de conocer, y que es un complemento cultural y de fe para los fieles, peregrinos y asistentes a este lugar de recogimiento, donde descansan los restos mortales de quien fuera Juanita Fernández Solar. Sobre este mismo contexto, en la ciudad de Los Andes se mantiene en excelente estado de conservación el monasterio de la Orden de los Carmelitas Descalzos (O.C.D.), edificación (declarada monumento nacional en 1987) que conserva una rica y significativa compilación de testimonios de la orden y de la primera Santa chilena, todo lo cual se complementa con un bien mantenido jardín y parronales con profusión de colores y olores propios de una multiflora que embellece el circuito, en especial, en los días de primavera.
Frente a esta sacra construcción está tal vez el único museo arqueológico con ribetes antropológicos de la cuenca del Aconcagua. Así abre sus puertas el Museo Arqueológico de Los Andes, institución que ofrece visitas guiadas y, además, se puede conversar con el director del recinto, profesor Carlos Coros Villca, que con una amenidad de trato y sabios conocimientos responderá las preguntas de los asistentes a este recinto cultural.
Si de museos temáticos se trata, el del Cuerpo de Bomberos de Los Andes es un imperdible dado que, en sus salas de excelente museografía, iluminación y confortable ambiente, se exhibe uno de los mejores registros de piezas propias de la labor al servicio de la comunidad de esta encomiable institución republicana.
Hacia el norte y como remate de la avenida Santa Teresa, se erige la estación del ferrocarril de la andina ciudad, espacio público que fue uno de los más activos, por ser lugar de trasbordo de personas del recordado tren transandino. En la actualidad, se han hecho labores de mejora y se conserva en su interior un mural sobre de la hermandad de pueblos y tematizado en las guerras de la independencia nacional.

Sin embargo, la noble tradición ferroviaria cambió para ser usada esta construcción por el terminal de buses interprovinciales. Pese a esto, no puede dejar de conocerse al oriente la bien conservada maestranza y patio de máquina, lugares donde se puede admirar la variedad del parque de máquinas y coches usados para el recorrido ferroviario internacional, que finalizaba en la ciudad de Mendoza, allende Los Andes.
Saliendo en dirección al poniente, pasando por Curimón, la vista se orienta y detiene en el templo de Santa Rosa de Viterbo y su museo de tipo religioso (cerrado al público desde hace al menos una década a raíz de los daños del terremoto de 2010), que presenta entre otros antecedentes cuadros, libros antiguos, una rica colección de mobiliario, santería y vestimenta sacerdotal entre otras piezas de gran significado.
Unos kilómetros más allá, entrando a San Felipe y siempre en el contexto de las plataformas culturales de veneración religiosa están, respectivamente, el extraordinario museo del templo (monumento nacional, 1989) de la iglesia y claustro del Buen Pastor (construidos en 1870) en que se puede observar un detallado y delicado montaje museográfico y museológico, al que acompañan patios interiores y una monumental gruta con advocación a la Virgen de Lourdes.
Por su parte, el Almendral es asiento del templo de San Antonio de Padua, que en su grandioso equipamiento destaca el reloj centenario, el campanil, las pinturas de la bóveda de cañón, la sillería del coro, imaginería y un sinfín de obras de arte, que hacen de esta iglesia un nodo de envolvimiento y atracción.
Por último y siendo la más reciente incorporación al patrimonio de la flora endémica del valle del Putaendo, está el descubrimiento fortuito por parte del biólogo Arón Cádiz (en agosto de 2020) de una planta de la especie Miersia en el estero de Los Ángeles, llamando a esta nueva variedad Miersia putaendesis, la cual está asociada al bosque esclerófilo nativo y presenta un estado de fragilidad extrema, por lo que el especialista sugirió incluirla en el listado de los vegetales endémicos en peligro crítico de extinción.
Como corolario de esta parte del recorrido por los rincones aconcagüinos, si se busca con atención se hallará una inmejorable y admirable cantidad de recursos que por sus características convergen a un retorno, sin duda, a estos idílicos parajes rurales y citadinos».
***Gastón Gaete Coddou, geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Playa Ancha.
Columna de opinión publicada en diario El Trabajo de San Felipe, el miércoles 2 de junio de 2021.
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