«Considerado desde siglos como uno de los valles trasversales más fértiles de Chile, situación que permitió dar sustento y cobijo a su humanización, que en la actualidad cifra aproximadamente en 400.000 habitantes repartidos en las provincias que integran este polígono administrativo.
La funcionalidad de cada uno de estos territorios permite un análisis para estas realidades y, asimismo, proponer planteamientos de solución. En este contexto, la provincia de Valparaíso incluye a las comunas Concón y Quintero, que hacen parte de la cuenca aconcagüina en la tercera sección de la misma. Acerca de la funcionalidad en ambas circunscripciones político administrativas, la predominancia está dada por los servicios que incluyen entre otros los portuarios, comerciales y actividades orientadas al sector turístico.
Relacionado además con estas comunas, el crecimiento inmobiliario acelerado y la instalación de diversos parques industriales ha provocado entre otros aspectos diversas reconfiguraciones rurales y urbanas como son la vivienda en altura, nuevos barrios foresta (Bosques y Pinares de Montemar), acelerada urbanización en Colmo, cambios de plantaciones destinadas a la exportación, segunda residencia, infraestructura hotelera y gastronómica en el borde mar, entre otros aspectos, los que en síntesis están ocasionando diversas intervenciones y alteraciones del paisaje natural y cultural, que en su integrado tienen factores valorados y reconocidos por los habitantes y, por lo mismo, tienen un valor patrimonial para esas comunidades.

Respecto de las provincias de Quillota y Marga Marga (comunas de Limache y Olmué) localizadas al oriente y en el valle medio es notorio observar el creciente proceso de reurbanización, ampliación urbana en un tercer anillo de crecimiento urbano (ciudad de Quillota), campamentos sociales irregulares, industrialización, un denso tejido de servicios y una amplia gama de cultivos intensivos, que perfila y asocia a estas locaciones, preferentemente, con el sector primario y terciario y, por último, un ámbito secundario ligado a la agroindustria y otras actividades propias del agro.
Este sucinto panorama provoca un efecto muy demandante, específicamente, respecto del valioso recurso agua, que se identifica por el río Aconcagua y algunos esteros, drenes estos últimos que por la sequía imperante en la última década han mermado sus estiajes. Situación espejo que es dable de registrar en el caudal del río y los acuíferos aledaños, que en su conjunto son los que proveen del vital líquido al Gran Valparaíso y otros sectores periféricos al mismo, asimismo, abastecen los requerimientos industriales, agrícolas, turísticos, de riego de áreas verdes, entre otros solicitantes públicos y privados.
Lo referenciado lleva a considerar entonces, que el agua dulce en cuanto a su volumen sostenibilidad y sustentabilidad es una de las debilidades más acentuadas del área en estudio y por ende es urgente, decisivo y estratégico que se den a conocer públicamente los horizontes temporales de normal abastecimiento y planear en sinergia el enfoque de uso y regulación de este bien y no como ya ha ocurrido tomar medidas urgentes y sin mucha planificación para el manejo.
Como corolario de lo mencionado, se estima que desde ya se debiesen enfocar los planes de manejo del agua con una campaña de difusión, que muestre entre otros aspectos el valor y uso acotado en diversas actividades que son grandes consumidoras, tal cual es el riesgo de jardines (en este sentido, baste recordar lo observado por este columnista hace unos meses atrás en las inmediaciones del Palacio de la Moneda, que a las 3 de la tarde y con temperatura superior a los 30º, se estaba regando por inundación el pasto en la plaza de la Constitución y el agua se perdía hacia el poniente por gravedad en un acto calificado como un agravio respecto del grave panorama de escasez hídrica que se vive en la provincia de Chacabuco), hechos que en suma pueden ir generando un cambio en las acciones y actitudes de los usuarios en beneficio de un ambiente más adecuado, pero con reducidos argumentos de intervención estatal que vayan más allá de la fijación y cumplimiento de parámetros técnicos y legales, sino que establezca y haga cumplir multas significativas y que no se repitan los vergonzosos acontecimientos de Osorno en 2020″.
***Gastón Gaete Coddou, geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Playa Ancha.
Columna de opinión publicada en diario El Trabajo de San Felipe, el miércoles 6 de enero de 2021.