Especialista UPLA asegura que los jóvenes seguirán en las calles para consolidar el nuevo Chile que se busca

Dr. Patricio Landaeta.

El aplastante apoyo a una nueva Constitución y la alta participación de los electores en el reciente plebiscito fue el resultado del trabajo permanente y decidido de los jóvenes chilenos: secundarios, universitarios y de los integrantes de los distintos movimientos ciudadanos que, sin miedo, demostraron que es posible construir un país distinto, más justo, más equitativo y más democrático.

La reflexión corresponde al Dr. Patricio Landaeta Mardones, investigador del Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), especialista en el estudio de la crisis de la ciudadanía contemporánea, quien plantea que los jóvenes sí son capaces de hacerse un espacio en la democracia chilena que calificó como “adultista”.

“Se estima que los jóvenes no tienen todavía edad para la política, que viven cómodamente al alero de sus padres y que en realidad, no tendrían por qué manifestarse, pero lo que nos han  mostrado los movimientos sociales secundarios en la última década es que ellos sí quieren participar.… Así es que la participación de los jóvenes en el plebiscito no es algo que sale de la nada. Han participado en instancias ciudadanas y políticas por décadas. Segundo, este plebiscito no hubiese tenido lugar, sin una serie de movimientos que han erosionado, agrietado el modelo político que nos ha regido durante décadas”, dijo el Dr. Landaeta refiriéndose a los movimientos feministas, a aquellos que defienden la educación pública, los recursos naturales, el reconocimiento a los pueblos originarios,  y al colectivo LGBT, entre otros.

MODELO MONOLÍTICO

A su juicio, sin los jóvenes y los movimientos sociales no habría sido posible socavar el “modelo monolítico” que nos regía como país  a partir de la Constitución de 1980. Se trata de movimientos que pasan a ser muy masivos y que, a pesar de que fueron muy reprimidos, logran encantar nuevamente a la ciudadanía para salir a la calle y defender posiciones, a través de las protestas pacíficas y ciudadanas.

“…Y fue un gesto tan sencillo, un gesto que parece tan nimio, como el salto de un torniquete. Apenas un salto lo que derivó en que finalmente la capa de hielo se rompiera, porque ya se encontraba agrietada. … este plebiscito no se lo debemos al acuerdo de noviembre, a puertas cerradas, entre el Presidente y los partidos políticos. Lo debemos a la presión de la gente en la calle que dijo ´queremos otra Constitución´”, sostiene el investigador, quien  aseguró que la actual Carta Magna y, especialmente, la dictadura, no solo impuso un rol subsidiario del Estado, sino también estableció el miedo como la emoción propia de la ciudadanía.

Esto explica –dijo el Dr. Landaeta, la configuración de una ciudadanía que no se atrevía a salir a la calle, que aceptaba el mal menor (para evitar violentada) y que vivía con permanente temor al poder arbitrario de  las  policías. En este contexto -advierte- el rol de la juventud fue clave para demostrar que no solo era posible saltar el torniquete, sino también que es posible lograr un país más justo y solidario.

Respecto a lo que viene, el investigador plantea que la juventud seguirá en las calles, para consolidar un espacio democrático que ya ganó. Asegura que las decisiones ya no radican en los políticos, sino en la ciudadanía, especialmente en los jóvenes, quienes deberán participar activamente en la construcción de país de los próximos tres años en adelante.

 

 

 

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