“Las ciencias se encuentran en la actualidad «presas» de un modelo que lleva a académicas y académicos a validar sus trabajos e ideas sólo por las publicaciones que realizan, las que además deben efectuarse en revistas de alto índice de impacto.
Hoy, los académicos y académicas somos catalogados por número de papers, indexaciones y proyectos ganados. Somos juzgados por el índice H, el número de citas e incluso por el impacto de Researchgate. Esto mismo ha llevado a que por años tengamos luchas descarnadas por ganar fondos, los cuales muchas veces no son adjudicados no porque la idea sea mala, sino porque tu CV no es lo suficientemente bueno.
En la actualidad estamos obligados a investigar la moda, lo aplicable y debemos mutar nuestras ideas para que luzcan atractivas, como si en realidad existieran buenas o malas ideas, o buenas o malas hipótesis. ¿Acaso nosotros no les decimos a los estudiantes que «no existen malas preguntas»?
El que la investigación se esté llevando de esta forma en el mundo y en nuestro país, incluso en nuestra institución, hace que existan categorizaciones, como «investigadores de élite» o «investigadores avanzados». Se menosprecia a los que publican en revistas que no son indexadas o porque sus índices de impacto o el cuartil de la revista no es alto. Catalogamos a nuestros mismos colegas como poco productivos, como si la producción fueran solo papers y no, por ejemplo, desarrollar buenas clases.
Como una persona a quien le apasiona la investigación como una forma de vida, no como un medio para el reconocimiento, considero que estamos presos del índice de impacto y de un sistema injusto, que deja las buenas ideas fuera. He visto a personas brillantes no ganar proyectos y veo cómo eso impacta en su bienestar emocional y en sus ganas de seguir generando conocimiento.
Observo también que la preocupación de la investigación recae sólo en la creación de artículos, que muchas veces poco y nada impactan socialmente, sino sólo realzan a quienes lo publican para sus propios logros. Advierto con preocupación cómo se ha favorecido en el quehacer académico la investigación, dejando de lado la docencia de pregrado.
¿De qué sirve todo este nuevo y relevante conocimiento, si no somos capaces de traspasarlo a los profesionales que formamos?
Hoy, en pandemia, el diario vivir de todos se ha complicado. Sin acceso a nuestro lugar de trabajo, como los laboratorios, igualmente existe una silenciosa presión por seguir siendo productivos, por seguir publicando, escribir proyectos y hacer clases.
Sin embargo, ¿qué es más relevante en estos momentos? Sin duda alguna, entregar a los estudiantes lo mejor en nuestras clases. Decidir lo anterior no nos hace malos «investigadores», porque el mal investigador es aquel que deja de preguntarse.
Espero que este sistema que se ha instaurado no genere que muchas de esas mentes científicas dejen de cuestionarse por no ganar proyectos o no publicar.
Una idea vale por lo que es”.
Dra. Macarena García Morgado
Coordinadora del Laboratorio de Procesos Fotónicos y Electroquímicos
Facultad de Ciencias Naturales y Exactas
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