Por estos días se desarrolla en nuestro país el significativo proceso de matrículas para la educación superior, mecanismo mediante el cual los estudiantes escogen qué estudios seguir y en qué universidad realizar su proceso formativo, que los acompañará por 4,5 o más años. Se trata, sin duda, de un paso trascendental en la vida de hombres y mujeres, principalmente jóvenes, quienes se ven enfrentados a decisiones de suma trascendencia, como lo es determinar, a los 18 o 19 años, qué actividad o labor ejercerán por los próximos 40 o más años.
Como es lógico, muchas dudas pueden surgir, considerando que en ocasiones las preferencias no están del todo claras y, en algunas oportunidades, las decisiones son objeto de presiones provenientes desde distintos lados. El estudiante debe elegir lo que quiere hacer, lo que le satisface, lo convoca y lo que lo motiva. Debe pensar cómo quiere contribuir y servir. Escoger una carrera que guarde armonía entre talentos, vocaciones y posibilidades reales, asegurando tranquilidad y, por qué no, felicidad. El trabajo debe ser un agrado y no una molestia, un constante desafío y un permanente crecimiento profesional y personal.
Hablamos de personas cuya maduración está en proceso, por lo cual es necesario detenerse a pensar, a través de una verdadera introspección, para tomar una buena decisión, la que tiene sentido de futuro y contribuye a la calidad de vida.
En síntesis, en un par de semanas desde que el alumno o la alumna termina el colegio o el liceo, rinde las evaluaciones establecidas y termina su proceso de matrícula, pasa a una etapa clave que es comprometerse con una profesión o área del conocimiento, con inmensas repercusiones para la vida.
Por todo lo anterior, resulta absolutamente relevante y necesario el proceso de acompañamiento que tanto educadores como padres, apoderados, familiares y amigos pueden prestar en toda esta fase. Acá no se trata de imponer, sino de informar. Es el estudiante quien, haciendo uso de su libertad, debe decidir.
Por tanto, quienes postulan a una carrera lo deben hacer libres de presiones e influencias, que solamente van a contribuir a complejizar y confundir la toma de decisiones que, de por sí, es difícil.
De la misma forma, es importante advertir que esta etapa de la vida no es para hacer experimentos ni pruebas. Acá lo que hay que buscar son resoluciones claras, precisas y acordes a los intereses permanentes de cada joven. ¿Para qué pensar que de ahora en adelante se van a interesar por ciertas áreas o materias cuando nunca antes lo han hecho?
También debemos aconsejar pensando en los nuevos campos laborales que se abren, muchos de los cuales son desconocidos y plantean interesantes proyecciones.
Finalmente, en todo este proceso de matrículas para la educación superior, que en todas sus fases culmina el próximo miércoles, debemos ser claros en el hecho de que, si por alguna razón las y los jóvenes no logran sortear con éxito las dificultades que la vida universitaria plantea, se abrirán siempre otras alternativas que también pueden ser igualmente de exitosas.
Patricio Sanhueza Vivanco
Rector Universidad de Playa Ancha
Presidente Agrupación de Universidades Regionales
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso, sábado 19 de enero de 2019.
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