El componente sociopolítico en la motivación para enseñar

Cerca del 30 por ciento de los estudiantes de carreras pedagógicas abandonan en primer año, una tendencia que se mantiene y llega al punto de que cerca del 40 por ciento de los profesores abandonen la carrera docente antes de cumplir cinco años de ejercicio profesional. Investigadores de la UPLA han abordado este problema desde el punto de vista de la motivación, concluyendo en una reciente publicación indexada que hay un fuerte componente sociopolítico en esta materia, que no está resuelto en la actual Política Nacional Docente.

Los doctores María Angélica Oliva y Jorge Valenzuela, del Centro de Estudios Avanzados (CEA) de nuestra universidad, publicaron el artículo “Sentido político de la motivación para la enseñanza. Análisis en la Política Nacional Docente chilena” en la última edición de la Revista de Pedagogía, que edita la Universidad Central de Venezuela y está indexada por Scopus, Latindex Catálogo y otras bases de datos académicas.

El artículo está asociado al Proyecto Fondecyt Regular Nº 1150533 (“Trayectorias motivacionales en la formación pedagógica: motivación y desmotivación en la Formación Inicial Docente (FID) de futuros profesores de educación básica”), financiado por la Comisión Nacional de Investigación en Ciencia y Tecnología (CONICYT), cuyo investigador responsable fue Jorge Valenzuela y tuvo a María Angélica Oliva entre sus coinvestigadores.

El espacio de la polis

Recogiendo parte de la investigación, el artículo muestra que la vocación es un eje fundamental en el desarrollo de la vocación docente, pero “no es solamente una motivación individual sino que también comprende la circunstancia institucional donde se ejerce la docencia. También se hacen presente el compromiso y la  transformación social”, resume la doctora Oliva.

Se refiere a una dimensión política de la motivación para la enseñanza, entendiendo política “como articulación de un espacio público, de un espacio común, del espacio de la polis» y comprendiendo las ideas de comunidad, pluralidad, participación, alteridad y democracia. Se trata de un aspecto importante, ya que se podría potenciar la motivación de los docentes mediante la creación de ese espacio común, de diálogo interactivo. La motivación de quien enseña puede avivar el desarrollo de su profesionalidad docente y reducir el flagelo de la descualificación profesional.

Los resultados muestran que la motivación para la enseñanza aparece regulada en la Política Nacional Docente y permiten inferir cierto sentido político. Sin embargo, existen al menos tres dispositivos en la política educativa, que contextualiza la Política Nacional Docente, que reconfiguran lo declarado: la idea de subsidiariedad y el rol del Estado subsidiario, regulado por la Constitución Política de 1980; el modelo de financiamiento que subsidia la demanda; y la estandarización del currículum mediante la Ley General de Educación. Por ello, señalan los autores, la Política Nacional Docente ha de ponderarse en la circunstancia política y sociohistórica de su promulgación, que puede desvirtuar el significado del sentido político regulado en la motivación para la enseñanza.

En la Política Nacional Docente se regula la gestión de la profesionalidad docente, con poca autonomía para el profesorado, pero –destaca María Angélica Oliva– “a la ausencia de la díada política-motivación, se suma el abandono, de algo clave para la motivación, que es el tema donde se define la enseñanza: la transposición didáctica, que no aparece nombrada en el texto de la Política Nacional Docente”. Esta transposición se refiere al proceso por el que el saber del experto (“saber sabio”) se convierte en saber que hay que enseñar y que hay que aprender (“saber enseñado”). Este proceso es clave para establecer una adecuada comunicación didáctica entre el profesorado y sus estudiantes y, a su vez, es determinante en la configuración de la profesionalidad docente.

“El artículo da cuenta de que hay un sentido político principal en la motivación, que  debiese tener un puesto central en una Política Nacional Docente. También enuncia algunos vacíos que hay en el texto legal y cuáles son aquellos temas con los que habría que ser cautelosos, como en todo texto de la política educativa”, resumió la coautora.

La indagación sobre el sentido político de la motivación, resalta el profundo sentido ético y político de la educación y de la práctica de la enseñanza, porque  la enseñanza es “una profesión de esperanza. Nos guían deseos: que nuestros alumnos descubran el gusto de aprender, un sentimiento de justicia y de cuidado mutuo. Aspiramos a convertir a los niños en ciudadanos reflexivos, creativos e implicados. A los maestros inspiradores les motiva su sueño de un mundo mejor”, en palabras de Terry Wrigley, uno de los autores que inspira al presente artículo. Esta investigación, realizada en nuestra universidad, intenta ser fiel a este compromiso y a actuar  en consecuencia, destacaron sus autores.

El artículo de los doctores Oliva y Valenzuela se puede consultar en este enlace.

 

 

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