“La UPLA también puede ser pionera en resolver el tema de género”

El mundo de la educación en Chile se ha visto agitado en las últimas semanas por un nuevo fenómeno social: la movilización estudiantil en defensa de una mayor igualdad de género y menos sexismo, incluyendo el fin del acoso en las salas de clase.

La Universidad de Playa Ancha no ha estado ajena a este debate social. Ni a sus consecuencias, como lo demuestra la ocupación de algunas dependencias por parte de los estudiantes.

Y bien lo sabe el rector Patricio Sanhueza, que ha tenido que enfrentar esta situación interna, para lo cual ha sostenido reuniones con los diversos estamentos y con autoridades locales y nacionales. Paralelamente, ha representado a la UPLA y a las universidades regionales para impulsar ante el gobierno las mismas demandas que plantean los estudiantes, lo que la semana pasada le llevó a exponer en la comisión de Educación del Senado y a reunirse con la gobernadora de Valparaíso y las seremis de Educación y de Gobierno.

Porque todos los sectores buscan lo mismo que el movimiento estudiantil. El rector lo resume diciendo que “el tema que preocupa a la sociedad chilena hoy es dignificar a la persona, que exista una verdadera igualdad entre todos los seres humanos, cualquiera sea su origen, raza, creencia, situación sociocultural, sexo o condición. Es un tema que para nosotros es civilizador y, por lo tanto, lo que hacemos ahora es reiterar nuestra invitación a dialogar sobre estos temas, que son de una tremenda profundidad”.

– En el Senado, cuando usted intervino, hubo coincidencia entre los distintos expositores acerca de que se trata de un cambio cultural, necesario, pero de gran complejidad…

– En efecto, hemos señalado que este es un tema estructural que pasa por aspectos normativos pero que en forma principal tiene que ver con la cultura y la educación. Los protocolos sobre acoso son importantes, pero esto tiene una dimensión ética mucho más grande, porque se trata de problemas estructurales de nuestra sociedad que se arrastran por mucho tiempo y que tienen un ineludible componente cultural. Debemos ser capaces, como sociedad, de dar un paso real, sincero y profundo, un paso civilizatorio, que nos involucre a todos y que comprenda a las familias, a las organizaciones sociales y culturales y muy especialmente a la educación prebásica, básica, media y superior, al mundo del trabajo, las comunicaciones y a las relaciones humanas en general. Si logramos influir en un cambio cultural, habremos logrado el paso más determinante en la defensa de la dignidad de las personas y en el cambio necesario para construir una nueva forma de convivencia, contribuyendo realmente a relaciones humanas más civilizadas.

– En este contexto, mencionó una invitación a la comunidad de nuestra universidad…

– Nuestra invitación es: conversemos, analicemos y reflexionemos sobre estos temas en forma triestamental, porque están prácticamente todos los integrantes de nuestra comunidad interesados en producir un vuelco en este tema. Toda nuestra comunidad está interesada en dialogar, conversar y ayudar a resolver. Se requiere aquí un cambio de mentalidad y la juventud está muy dispuesta a ello. Así que invitamos a toda la universidad a dialogar sobre este tema, con mucha altura y rigor, con mucha profundidad, para poder obtener como resultado un nuevo pacto, que finalmente vaya cambiando actitudes discriminatorias y abusivas que todavía existen en la sociedad y también en las universidades.

– Este diálogo ya lleva un largo tiempo en nuestra universidad…

– Nos enorgullece que la universidad sea pionera en este tema. Ya en 1997 se creó la Comisión Interdisciplinaria de Estudios de Género, que ha venido estudiando estos temas durante más de 20 años, que ha realizado investigaciones, publicaciones, seminarios y coloquios. Por otro lado, la universidad generó una instancia que se llama “Comité de buenas prácticas laborales”, que ha resuelto muchos casos de abusos y discriminaciones que se producen en las relaciones laborales. También la institución obtuvo el Sello Iguala-Conciliación, que el Ministerio de la Mujer y de Equidad de Género otorga a instituciones que cumplen con algunos requisitos para demostrar que gestionan la igualdad de género. Por otra parte, a través de la Agrupación de Universidades Regionales de Chile (AUR), se ha creado una comisión interuniversitaria en estudios de género, que funciona a través de especialistas y otros actores en la materia en conjunto con el Consejo de Rectores, que se adhirió después. O sea, aquí hay 27 universidades que están trabajando unidas a través de esta instancia, tema que ha sido impulsado en Chile por la propia Universidad de Playa Ancha. Hay que decirlo, porque la UPLA está presente y lidera en todas esas instancias.

– Confirma que se han hecho cosas…

– Pero no son suficientes, hay mucho más por hacer. Lo más importante, para dar legitimidad a estos cambios culturales necesarios, es que haya participación. Y ojalá una participación muy representativa de nuestra comunidad, de las voluntades y de las vocaciones que actúan con verdadera convicción. No hay que olvidar que la Universidad de Playa Ancha se ha distinguido también a nivel nacional por su sello, por ser inclusiva y por respetar la diversidad humana y la dignidad de las personas. Yo creo que están las condiciones para que nuestra comunidad pueda ser pionera en Chile en resolver este tema de forma autónoma y armónica, porque aquí hay sensibilidad y voluntades coincidentes. Y cuando las voluntades son coincidentes, es más posible llegar a acuerdos para crear instrumentos adecuados que permitan acabar con todo tipo de discriminación. La oportunidad de producir este cambio lo tiene esta generación y no la puede perder.

– Se acaba de producir una toma en la universidad. ¿No afecta las posibilidades de este diálogo?

– No creo que la toma de dependencias de la universidad haya sido un acto planificado. Fue una reacción frente a una represión excesiva que se produjo en la calle el día martes y yo personalmente he puesto un reclamo muy serio ante las autoridades encargadas del orden público, por el uso excesivo de la fuerza. Entiendo que esto causó mucha molestia entre alumnas y alumnos, académicos, académicas, funcionarios y funcionarias. En mi interpretación, fue lo que motivó a tomarse la universidad. Pero las condiciones están dadas para que esos espacios se entreguen y se abran las puertas a este diálogo fecundo que todos queremos que se produzca.

– ¿Cree que los espacios se recuperarán pronto?

– En realidad, la toma no va a contribuir a hacer las cosas mejor. La toma no sirve para convencer a nadie porque en esta comunidad estamos todos convencidos. Tampoco sirve para llamar la atención porque la universidad llamará mucho más la atención cuando demuestre que una comunidad unida puede avanzar y logra aplicar los acuerdos a los que llegue. No es bueno para los propósitos elevados que se persiguen que otros miembros de la comunidad se sientan violentados en sus derechos por no tener sus espacios abiertos, por no disponer de oficinas, salas, alimentación, servicios médicos, certificaciones, etcétera. Aquí hay una vocación colectiva de avanzar en estos temas que son importantes para esta comunidad. Por lo tanto, se puede seguir movilizado, pero normalizando la universidad, para que las personas se incorporen a este trabajo en favor de la igualdad de género, del rechazo a la violencia, a todo tipo de discriminación e imposición. Y también reincorporarse al trabajo académico, porque es posible y bueno hacerlo en paralelo.

– Usted ya se ha reunido en estos días con distintos sectores de nuestra universidad, pero ¿hay un cronograma de trabajo futuro?

– Hemos conversado con la Federación de Estudiantes, la que tiene la mejor disposición para avanzar en este diálogo. Hemos conversado con los académicos y con los funcionarios, que también están dispuestos a constituir una comisión triestamental, para abordar en conjunto este desafío y oportunidad. Para ello, hay que despojarse de todo tipo de prejuicios, de manera de poder llegar a construir un instrumento que realmente sea efectivo y eficaz para acabar en nuestra institución con discriminaciones, inequidades y abusos. Debemos ser capaces de avanzar en la construcción de una cultura de respeto a la dignidad y los derechos humanos.

“Para lograr impactar en este cambio necesario, debemos incorporar estos temas en el currículo de las carreras, perfeccionar profesores, realizar actividades de vinculación con el medio, llegar a los colegios, las familias y la comunidad, establecer estrategias comunicacionales y lograr la meta superior que es producir un cambio cultural real basado en respeto a la dignidad de todas las personas.”

 

 

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