La innovación educativa y el impacto social tienen nombre y apellido: Nicole Andrea García Sepúlveda. Esta profesora de Química, titulada en 2016 por la Universidad de Playa Ancha (UPLA), demostró el potencial de la enseñanza basada en proyectos (ABP) al obtener sus estudiantes de cuarto medio del Liceo Bicentenario Marítimo de Valparaíso el primer lugar en la categoría Ciencias Naturales, en el Primer Mundial Escolar de Ciencia y Tecnología.
El evento, efectuado en la Escuela Santa Ana de la Ciudad Puerto y organizado por la ONG Ruta Científica Internacional Escolar con presencia en toda Latinoamérica y el Caribe, reunió a equipos escolares de toda Latinoamérica. En este escenario, la profesora García y sus estudiantes se alzaron con el triunfo gracias a una propuesta que fusiona ciencia, arte e inclusión.
«Química y arte, y viaje sensorial» se tituló la iniciativa premiada, que nació de una necesidad concreta dentro de su comunidad educativa. Su objetivo fue crear un biopolímero con residuos orgánicos para elaborar objetos sensoriales que favorezcan la concentración y el bienestar de los compañeros neurodivergentes del liceo.
Nicole García destacó que el factor diferenciador de la propuesta fue precisamente su carácter innovador y profundamente inclusivo.
-¿Cómo surgió la idea para este proyecto? ¿Fue un trabajo de aula o una propuesta extracurricular?

-«La idea de este proyecto surgió a partir de un proceso formativo y colaborativo, que se fue dando de manera muy orgánica. Durante el año 2023 participé en un diplomado en Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) impartido por la Universidad de Playa Ancha, al que fui invitada por la profesora Sylvia Moraga, académica de Pedagogía en Química y Ciencias. Ese espacio despertó en mí un gran interés por implementar la metodología ABP, especialmente, porque en ese mismo período estaba cursando el Magíster y justo abordábamos el enfoque ABP.
Además, participé en la Educhathon, organizada en colaboración entre la Universidad de Málaga y la UPLA, también por invitación de la Dra. Moraga. Todas estas experiencias se conectaron y me motivaron a llevar a cabo un proyecto que integrara ciencia, creatividad y sentido social.
Así nació la idea de desarrollar este trabajo junto a mis colegas de Artes, Paulina Sánchez y Camila Merino. Desde el inicio mantuvimos un diálogo muy enriquecedor, con la intención de unir nuestras disciplinas. Sabíamos que queríamos trabajar con biopolímeros, pero fueron los propios estudiantes, a través de preguntas de indagación, quienes orientaron el proyecto hacia la creación de objetos sensoriales.
Una vez definida la idea, se incorporó la terapeuta ocupacional del liceo, Macarena Escobar, quien aportó desde su especialidad en integración sensorial. Los estudiantes la entrevistaron para comprender mejor cómo debían diseñar los objetos, considerando aspectos como la estructura, el tamaño y la funcionalidad para distintas necesidades.
En definitiva, fue un trabajo dentro del aula que articuló las asignaturas de Ciencias y Artes, desarrollado bajo la metodología ABP con enfoque STEM, fomentando la experimentación, la creatividad y la empatía. Este proceso culminó con el reconocimiento de nuestros estudiantes en el Mundial de Ciencias y Tecnología, demostrando el impacto del trabajo interdisciplinario y colaborativo».
-Considerando la participación de más de 60 equipos chilenos y extranjeros, ¿Cuál cree que fue el factor diferenciador o la fortaleza de su propuesta, que les permitió obtener el primer lugar?
-«Creo que el factor diferenciador de nuestro proyecto fue su carácter innovador y profundamente inclusivo. Los y las estudiantes no solo aprendieron contenidos científicos, sino que desarrollaron un producto final con una funcionalidad real, pensado para responder a una necesidad concreta dentro de su comunidad educativa: apoyar a compañeros y compañeras que requieren elementos sensoriales para favorecer su concentración y bienestar»
-¿Qué desafíos encontraron durante la fase de investigación, desarrollo e implementación del proyecto, y cómo los superaron junto a sus estudiantes?
-«El principal desafío que enfrentamos fue el tiempo. Al tratarse de un proyecto interdisciplinario, que involucraba las asignaturas de Ciencias y Artes, resultó complejo coordinar los momentos de trabajo, ya que cada asignatura tenía su propia planificación y ritmo. Muchas veces tuvimos que reorganizar horarios, extender jornadas o aprovechar espacios fuera del aula para poder avanzar.
A pesar de esa dificultad, la motivación y el compromiso de los y las estudiantes fueron fundamentales. Ellos y ellas se involucraron de lleno en cada etapa, demostrando responsabilidad y entusiasmo por ver su proyecto concretado».
Más allá del currículum de química
-En términos de habilidades y conocimientos, ¿Qué aportó este proyecto a los estudiantes que participaron directamente?
-«Sin duda, este proyecto permitió que los y las estudiantes desarrollaran habilidades y conocimientos que fueron mucho más allá del currículum de química. Si bien aplicaron conceptos científicos relacionados con los polímeros, las reacciones químicas y las propiedades de los materiales, también aprendieron a investigar, experimentar, analizar resultados y comunicar sus hallazgos, utilizando el método científico de manera auténtica y significativa.
Además, fortalecieron habilidades transversales como el trabajo en equipo, la creatividad, la resolución de problemas y la toma de decisiones. Al tener que diseñar un producto funcional, los estudiantes debieron considerar la inclusión y la empatía, comprendiendo cómo su trabajo podía tener un impacto positivo en otras personas».
-¿De qué manera esta experiencia de competencia y desarrollo de proyectos prácticos transforma la percepción de los estudiantes sobre la química, usualmente vista como una ciencia difícil de comprender?
«Esta experiencia transformó la forma en que los y las estudiantes perciben la química. Una asignatura que muchas veces se ve como difícil o lejana, se volvió concreta y significativa al aplicarla en la creación de un objeto sensorial con un propósito real. Al experimentar, observar resultados y resolver problemas, descubrieron que la química está en la vida cotidiana y que puede ser una herramienta para crear y ayudar.
Algo que me llamó especialmente la atención fue que estudiantes que no pertenecen al electivo se sintieron motivados al ver el proyecto. Se interesaron por participar y expresaron su deseo de elegir química el próximo año, lo que demuestra cómo una experiencia práctica puede despertar entusiasmo y cambiar la mirada hacia la ciencia».
-¿Qué consejo le daría a otros estudiantes interesados en la ciencia y la tecnología, a partir de la experiencia de sus alumnos?
«Les diría que no tengan miedo de experimentar, de equivocarse y de crear. La ciencia y la tecnología no son solo fórmulas o teorías, sino también curiosidad, exploración y trabajo en equipo. Cada error o resultado inesperado puede ser una oportunidad para aprender algo nuevo».
Amor por enseñar
-Como titulada de la UPLA, y ahora ganadora de un evento mundial, ¿Qué significa este premio para usted a nivel personal y profesional como docente de química?
«Me siento profundamente orgullosa de haber sido parte de la Universidad de Playa Ancha y agradezco a cada uno de mis profesores por haberme transmitido conocimientos, habilidades y, sobre todo, el amor por enseñar. También estoy muy agradecida de que la UPLA nos siga invitando a participar en iniciativas que nos permiten desarrollarnos profesionalmente.
Este premio tiene un significado muy especial para mí, porque fueron mis estudiantes quienes defendieron su trabajo y aplicaron sus conocimientos de química de manera práctica y significativa. Verlos comprometerse, aprender y brillar en un escenario internacional me llena de orgullo y reafirma que, como docente, el mayor logro es ver crecer y transformar a quienes enseñamos».
-¿Qué mensaje cree que envía este triunfo, logrado en Valparaíso, respecto del nivel de la educación científica escolar en Chile?
«Creo que este triunfo demuestra que la educación científica escolar en Chile tiene un enorme potencial. A través de proyectos con estudiantes motivados, es posible generar aprendizajes significativos, creatividad e innovación que se destacan incluso a nivel internacional. El hecho de que un proyecto desarrollado en Valparaíso haya sido reconocido mundialmente envía un mensaje claro: Cuando se fomenta la curiosidad, el trabajo colaborativo y la conexión entre teoría y práctica, nuestros estudiantes pueden competir y destacar al más alto nivel.
Aprendizajes significativos
-¿De qué forma este reconocimiento valida o impulsa su metodología de enseñanza, que se enfoca en el aprendizaje basado en proyectos?
«Demuestra que cuando los estudiantes trabajan de manera activa, investigan, experimentan y aplican sus conocimientos en contextos reales, los aprendizajes son mucho más significativos y duraderos.
Además, confirma que el ABP permite desarrollar habilidades transversales, como creatividad, pensamiento crítico y trabajo en equipo, que son fundamentales para enfrentar desafíos reales. Este premio no solo reconoce el esfuerzo de los estudiantes, sino que también impulsa a seguir utilizando esta metodología, convencida de que el aprendizaje práctico y colaborativo es la mejor manera de formar jóvenes curiosos, competentes y motivados por la ciencia».
-Finalmente, ¿Cómo espera que este logro impacte en el futuro de la enseñanza de la química en su establecimiento y, posiblemente, en la región o el país? ¿Qué lecciones pueden extraer otros educadores?
«Espero que este logro inspire a mis estudiantes y colegas a ver la química como una disciplina cercana, creativa y significativa, y que motive a implementar más proyectos prácticos e interdisciplinarios en nuestro establecimiento. Confío en que experiencias como esta puedan generar un efecto multiplicador en la región e incluso en el país, mostrando que la innovación y la inclusión son posibles dentro de la enseñanza científica escolar.
La principal lección para otros educadores es que, cuando se combina motivación, colaboración y aprendizaje práctico, los estudiantes no solo adquieren conocimientos, sino que también desarrollan habilidades para resolver problemas reales, fortalecer su autonomía y disfrutar de la ciencia. Este proyecto demuestra que la enseñanza basada en proyectos puede transformar la percepción de la química y potenciar su impacto educativo».
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