La Universidad de Playa Ancha (UPLA) ha marcado un antes y un después en su historia con la implementación de una nueva gobernanza universitaria. Este modelo, que prioriza la participación de todos los estamentos, ha generado un cambio estructural profundo, pasando de un enfoque jerárquico tradicional a uno colaborativo y triestamental. La elección del primer Senado Universitario y, más recientemente, la conformación del Consejo Superior, son los pilares de esta transformación, reflejando el compromiso de la institución con los principios de democracia, transparencia y participación.
El nacimiento de estas instancias no fue un proceso repentino, sino el fruto de décadas de anhelos y luchas. Generaciones de docentes, funcionarios y estudiantes soñaron con una universidad más inclusiva, donde las decisiones se tomaran de forma colectiva y representativa. La elección del Senado, con una participación notable de los tres estamentos de la comunidad universitaria valida este esfuerzo histórico.
El rector Carlos González Morales planteó que con la instalación del Consejo Superior y el Senado Universitario, se tiene una mirada más amplia respecto al presente y futuro del desarrollo universitario.
“Estamos en un momento crucial y es fundamental el trabajo de hoy día. Por ejemplo, lo que hemos desarrollado en la armonización curricular, tenemos un nuevo modelo educativo que se tiene que implementar en los programas de postgrado y pregrado profesional y técnico para formar profesionales altamente competentes y con una mirada de compromiso social. Por tanto, tenemos una tremenda oportunidad -al inicio del proceso de autoevaluación institucional con fines de acreditación- para actualizar y ajustar aspectos institucionales que se articulen con los estatutos orgánicos, las nuevas políticas, el Plan de Desarrollo Estratégico y el nuevo Modelo Educativo. Necesitamos demostrar con evidencia que tenemos calidad y que estamos promoviendo una cultura en esa línea”, aseveró la autoridad universitaria.
Cuerpos colegiados
El Senado Universitario, compuesto por 33 integrantes de los tres estamentos, se erige como el corazón normativo de la UPLA. Su rol es crucial para el desarrollo de la institución, ya que tiene la tarea de trabajar en procesos institucionales a través de cinco comisiones: “Desarrollo Institucional y Aseguramiento de la Calidad”, “Gestión Institucional y Organizacional”, “Docencia Universitaria (pre y postgrado)”, “Investigación, Creación Artística, Innovación y Vinculación con el Medio”, y “Carrera Funcionaria y Evaluación del Personal” más una transitoria de “Reglamentos de Elecciones”.
Este órgano colegiado representa la voz de la comunidad, asegurando que las decisiones reflejen los intereses y necesidades de todos sus integrantes. La asunción de este cargo por parte de los senadores y senadoras electas ha sido un acto simbólico de compromiso, donde juraron servir a la universidad y a su comunidad con honestidad y respeto.
A la par del Senado, la creación del Consejo Superior completó la nueva estructura de gobernanza. Este organismo, que sucede a la antigua Junta Directiva, tiene la responsabilidad de definir la política general y las decisiones estratégicas de la universidad. La presidenta del Consejo, Silvana Sáez Valladares, subraya el significado político de esta transición, al considerarla el fin de una administración menos democrática, instaurada en un período histórico complejo. “La nueva institucionalidad, con su enfoque en la triestamentalidad, busca la sostenibilidad y el crecimiento de la UPLA, abordando temas financieros y administrativos con una visión más inclusiva y dialogante”, comentó la presidenta.

Uno de los aspectos más innovadores de esta nueva gobernanza es el énfasis en el respeto y el diálogo. Silvana Sáez resalta que el reglamento del Consejo Superior incluye, expresamente, el reconocimiento de los disensos y la aplicación de un enfoque de género.
“Esta medida no solo busca validar las diferentes perspectivas, sino también transformar las formas de relación al interior de la institución, promoviendo una cultura de respeto no jerárquico, porque la democracia no se limita a la voluntad de las mayorías, sino que también se nutre de la memoria y de las visiones minoritarias, que pueden aportar notablemente a la construcción de la universidad”, enfatizó la consejera.
Desde la perspectiva de los propios protagonistas, la implementación de la nueva gobernanza ha significado un gran desafío. Paulina Zavala Olivares, vicepresidenta del Senado, destaca que el trabajo ha sido intenso, pero fructífero. El acercamiento y el diálogo entre los estamentos han sido clave para entender las necesidades de cada uno y colaborar en la solución de los problemas. Aunque reconoce que aún existen desafíos, como la falta de claridad en las funciones del Senado para algunos miembros de la comunidad, el trabajo ha permitido la creación de comisiones específicas para abordar temas cruciales como la violencia y la seguridad.
“Como Senado estamos súper vigilantes, enterados e interesados en todos estos problemas de la universidad. Para responder de mejor forma, hemos creado distintas comisiones que nos permiten conocer y abordar temas que nos impactan a todos. Entendiendo también que hay decisiones y procesos que no pasan por el Senado y que le competen al equipo de gobierno de rectoría. En esa línea, es importante que se conozca lo que hacemos para trabajar también con las expectativas que se generan, especialmente, sobre nuestras facultades y metas”.
Este proceso de cambio en la UPLA es un ejemplo inspirador para otras instituciones de educación superior. La Universidad de Playa Ancha ha demostrado que la democracia y la participación no son solo conceptos teóricos, sino principios que pueden materializarse en estructuras concretas. Con la puesta en marcha del Senado y el Consejo Superior, la universidad se fortalece, no solo en su capacidad de gestión, sino también en su rol como agente de cambio social, formando profesionales y ciudadanos comprometidos con los valores de la democracia y el respeto.
En conclusión, la UPLA no solo ha reformado su estructura, sino que ha reforzado su identidad como una institución pública y democrática. El camino recorrido, desde el anhelo histórico hasta la materialización de estas instancias de gobernanza, ha sido un verdadero ejercicio de participación. Esta nueva etapa no solo promete una gestión más eficiente, sino que asegura que cada voz, cada perspectiva y cada estamento sean valorados y tenidos en cuenta en la toma de decisiones. Es una universidad que avanza hacia una democracia más plena, donde el diálogo y el respeto mutuo son la base de su crecimiento y desarrollo.