La literatura es el espejo de una época, un reflejo de las inquietudes humanas que persiste a través de los siglos. En este vasto universo, la figura del crítico y académico es fundamental, pues ilumina los caminos que recorren las palabras y les otorga un contexto y un significado renovado. En este sentido, la visita del Dr. Naín Nómez Díaz al Programa de Magíster en Literatura de la Universidad de Playa Ancha (UPLA) es un evento significativo. Reconocido por su amplia trayectoria como profesor de Filosofía de la Universidad de Chile, Master of Arts de Carleton University y Ph. D. de la Universidad de Toronto, Canadá, su trabajo en la crítica literaria y la investigación poética lo ha posicionado como una voz esencial para comprender el desarrollo de la poesía chilena.
Su presencia como académico visitante en el programa de la UPLA ha generado un espacio de diálogo y reflexión sobre la literatura, su enseñanza y su relevancia en el mundo contemporáneo. En una era marcada por la velocidad y la inmediatez de la era digital, las humanidades, y en particular la literatura, enfrentan el desafío de mantener su lugar como herramientas vitales para la reflexión y el entendimiento del ser humano. El Dr. Nómez, en esta entrevista, comparte su perspectiva sobre aquellos temas cruciales, brindando una mirada profunda y crítica sobre el panorama literario actual y el papel de la academia en su preservación y difusión.
Crítica literaria y encrucijada digital
-¿Cómo ha evolucionado la relación entre la crítica literaria y la producción poética en Chile a lo largo de su carrera?
“Esta relación ha cambiado drásticamente. Mi opinión es que la crítica literaria nunca ha estado a la altura de la poesía o la narrativa. Siempre ha ido a la zaga, preocupándose más por el canon que por las nuevas voces. Hoy en día, la crítica tradicional, la que se publicaba en periódicos, revistas o se difundía en la televisión, casi ha desaparecido. Los nuevos medios digitales, si bien promueven la literatura, lo hacen sin ningún tipo de jerarquía o criterio de calidad. A pesar de esto, y aunque la lectura y la escritura se han vuelto marginales en una sociedad que privilegia la imagen y la inmediatez, siempre habrá nichos para la crítica literaria. Es un proceso que ha estado ligado a las expresiones artísticas desde los orígenes del capitalismo y la modernidad, y creo que seguirá existiendo”.
-En un contexto social y político como el actual, ¿cree que la poesía sigue siendo una herramienta vital para la reflexión social y la denuncia, o ha adquirido un nuevo rol en la era digital?
“Sigo creyendo firmemente en el rol reflexivo y testimonial de las humanidades. La era digital es una realidad ineludible. Es posible que el ser humano mute y se vuelva más autómata, algo que ya está sucediendo. Sin embargo, mientras exista el ser humano, la necesidad de lenguaje irá de la mano con la necesidad de expresarse poéticamente. Como decía Heidegger, el ser humano nace creando metáforas para interpretar el mundo, y creo que sin esta necesidad de lenguaje, de reflexión e imaginación, nos degradamos. Aún con toda la incertidumbre que trae la era digital, somos lenguaje, y cualquier transformación humana no puede dejar de ´lenguajear’, como decía Matta”.
Desafíos en la pedagogía literaria
-¿Qué desafíos y oportunidades enfrenta hoy la enseñanza de la literatura a nivel de postgrado?
“Esta es una pregunta difícil. Quienes creemos en la enseñanza de la literatura la consideramos fundamental para que los estudiantes puedan reflexionar sobre sí mismos, imaginar otros mundos posibles y fomentar la creatividad y la comunicación. Pero en la actualidad, el capitalismo salvaje prioriza la producción y el consumo, y con ellos, la economía y la ciencia aplicada. Esto nos lleva a la noción de que lo que no es «productivo» no tiene utilidad y es prescindible, lo que nos retrotrae a los peores momentos del utilitarismo”.
-Intuyo cierto pesimismo…
“Me inclino a ser optimista. Creo que la enseñanza de la literatura, la filosofía y la historia es esencial para contrarrestar la creciente deshumanización del mundo actual. El exceso de tecnificación, de virtualidad y la fetichización de la inteligencia artificial nos están llevando a un estado de aislamiento y automatismo. Las consecuencias de esto podrían ser catastróficas. La literatura nos muestra cómo ha sido nuestra realidad, cómo somos hoy y cómo podría ser el futuro. Por lo tanto, creo que la enseñanza de la literatura debe enfrentar a los estudiantes con estos desafíos y mostrarles el papel vital de las humanidades en el mundo de hoy”.
-¿Qué consejo le daría a los estudiantes de la UPLA que aspiran a seguir una carrera académica o de investigación en el campo literario?
“Éste se relaciona con mi respuesta anterior. Entrar al campo literario, ya sea para la docencia o la escritura, es una tarea ardua y poco rentable. Requiere idealismo y la voluntad de navegar contra la corriente. Exige rigurosidad para entender el mundo de otra manera y un profundo conocimiento de la historia y las tradiciones. No es un camino fácil, pero es un trabajo que ofrece grandes satisfacciones, porque nos obliga a reflexionar sobre la historia humana. Desde los primeros signos en las cavernas hasta nuestros días, la literatura siempre ha existido porque siempre ha habido escritura. No tengo un consejo específico, solo la satisfacción de haber trabajado en algo que me ha gustado y me sigue gustando enormemente”.
Acercamiento a la poesía chilena
-Usted se incorporó a nuestro programa en 2024. ¿Cómo ha sido su experiencia impartiendo docencia en el Magíster en Literatura de la UPLA?
“Hasta ahora, mi experiencia ha sido muy positiva. He tenido la libertad de desarrollar un programa muy personal que ha sido bien recibido por los estudiantes, a pesar de que las clases son virtuales”.
-¿Qué diferencias o similitudes percibe en el ambiente académico y en el estudio de la literatura en la UPLA?
“En cuanto a la UPLA, es difícil opinar con detalle, ya que mi participación como académico visitante comenzó el año pasado y se realiza de manera virtual. Sin embargo, tengo la impresión de que es un programa muy sólido, con académicos de primer nivel. Quizás se podría modernizar el plan de estudios, o enfocarlo más en ciertas áreas, pero no podría juzgarlo más a fondo sin conocer su historia en profundidad”.
-¿Cuál es el enfoque de su curso de poesía en este postgrado?
“Mi enfoque siempre es ir directamente a los poemas. Son los textos los que determinan cómo deben ser leídos, el enfoque que se les da y su lugar en la tradición literaria. Lo fundamental es que los estudiantes lean y aprendan a leer poesía, que es el género más difícil por estar lleno de imágenes y metáforas con múltiples significados. Es un lenguaje que se opone al de las leyes, que solo puede interpretarse de una manera. Luego, me ocupo de los contextos históricos, políticos, sociales y culturales. La teoría es importante, pero mi curso es histórico, así que en este caso los planteamientos teóricos están presentes, pero en un segundo plano».
Entre los grandes
-¿Qué exponentes de la poesía chilena actual han logrado despertar su interés y por qué?
“Son muchísimos. Aún hoy tenemos una fuerte influencia de las vanguardias y de los poetas de los 50. La lista es enorme, desde los poetas de los 60 como Millán y Cecilia Vicuña, hasta los de los 70 como Zurita y Juan Luis Martínez. A partir de los 90, el panorama se ha abierto con muchas líneas diversas, con voces como Nadia Prado, Malú Urriola, Christian Formoso, Yanko González, y la importante emergencia de la poesía mapuche. Es un universo imposible de abarcar por completo, pero a muchos de ellos los revisamos en mi curso de poesía chilena contemporánea”.
-¿Hay en planes nuevos volúmenes de su Antología Crítica de la Poesía Chilena?
“Sí, espero poder trabajar en el tomo V de mi antología a partir de este año. La verdad es que ahora estoy muy involucrado en la Historia Crítica de la Literatura Chilena, de la cual ya se han publicado cuatro tomos. Con otro colega estamos preparando el tomo V, que abarca desde 1973 en adelante. Es un proyecto con muchos investigadores que esperamos terminar a fines de este año. Una vez que lo concluya, me dedicaré a publicar los volúmenes que faltan de la antología”.
Tras reflexionar sobre las profundas palabras de Naín Nómez, queda claro que la literatura, lejos de ser un simple adorno cultural, es una brújula esencial en la compleja travesía de nuestra existencia. En un mundo que a menudo privilegia la velocidad y la utilidad, Nómez nos recuerda que somos, ante todo, seres de lenguaje y metáfora. Su visión nos inspira a ver la poesía no solo como un arte, sino como una herramienta vital para la reflexión, la memoria y la resistencia frente a la deshumanización. Su labor, y la de quienes como él dedican su vida a la palabra, nos invita a creer en el poder transformador de la literatura: una luz que ilumina nuestro pasado, interpreta nuestro presente y, lo más importante, nos ayuda a imaginar y construir un futuro más humano, diverso y consciente.
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