Beatriz Bataszew: «No somos víctimas, somos sobrevivientes, resistentes y luchadoras»

Un amplio y variado marco de público siguió con atención las escenas de la obra teatral «Bajo Tierra», que se presentó en la Sala de Arte Escénico de la Universidad de Playa Ancha, como parte de las actividades de la Dirección de Equidad e Igualdad de Género y en conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado en Chile.

La obra denuncia la violencia política sexual vivida por las mujeres en distintos momentos políticos, vinculando los abusos de los agentes del Estado durante la dictadura, con los ocurridos también durante la revuelta social del 2019. Esto, a través de dos personajes, mujeres cuyas historias están cruzadas por dichas violencias y que se encuentran para ser parte de un juicio distópico que revela y cuestiona desde un lenguaje irónico, los procesos judiciales en Chile.

El trabajo artístico, a cargo de la compañía «Bajo Tierra Teatro» dirigida por Maura Bernabé, demuestra que el papel represor del Estado atraviesa las vidas de las mujeres en distintos períodos y circunstancias, siendo la violencia política sexual una práctica específica que se ejerce particularmente contra ellas.

El acompañamiento y la resistencia entre las propias mujeres, como queda de manifiesto en el montaje, ha sido la práctica que ha permitido la sobrevivencia estableciendo, en cierta medida, una forma de reparación, explicó Beatriz Bataszew, actriz de la obra y sobreviviente de la casa de tortura Venda Sexy.

«Es a través de esta lucha que nosotras hemos dado por la visibilización de la violencia política sexual, por la impunidad en relación a estos crímenes; en la institucionalidad no hemos encontrado nada ni vamos a encontrar nada, pero cruza nuestros cuerpos la sensación de haber obtenido justicia social y haber sido reparada con nosotras y entre nosotras, eso es algo muy potente para mi vida, me satisface y me hace valorar esos espacios como espacios de reparación que necesitarían todas las mujeres que fueron objeto de violencia política sexual, las que siguen siendo y las que vendrán», enfatizó.

Para Maura Bernabé, directora del montaje, hacer esta obra fue un mandato, «una obligación de una memoria que está en disputa, no solo ahora a 50 años del Golpe, sino que está en disputa hace mucho tiempo y que se fue construyendo a propósito de la llamada transición y los 30 años, una memoria hegemónica que sitúa a las y los detenidos desaparecidos, las y los sobrevivientes como seres monolíticos donde solo cabe el horror, el espanto y la violencia. Y sí, cabe el horror y la violencia, pero también son historias de resistencia».

Conversatorio y reflexiones del público

Luego de la presentación de la obra, se desarrolló un conversatorio con el público asistente compuesto por la comunidad académica, estudiantil e integrantes de organizaciones territoriales, quienes reflexionaron en torno a los planteamientos que el montaje presentó.

La Dra. Tania de Armas Pedraza, socióloga y académica de la Facultad de Ciencias Sociales, guió la conversación donde la audiencia reflexionó junto al elenco en torno a distintos temas expuestos, como las características de la justicia, las posibilidades de reparación y el papel de las instituciones en relación a estas problemáticas.

A ese respecto, la Dra. de Armas explicó que si bien la academia es una institución tal como lo es la justicia, muchas de las personas que habitan cotidianamente los espacios de la comunidad académica, trabajan también por erradicar y acompañar a quienes son afectadas por las violencias de género y sexual, y en ese sentido, también hay confianzas apostadas que permiten esos acompañamientos.

En tanto, quienes asistieron a la presentación expresaron sentirse emocionados con la obra.

Caterine, una de las asistentes consultadas, comentó: «Es un montaje fabuloso, tiene mucho sentimiento, la espontaneidad, la entereza de las compañeras es impresionante, el espacio visual y auditivo y la voz de Bea retumbando en todos lados, en toda la sala, estimula a quienes estamos alrededor, siembra rebeldía y eso es algo que nos contagia; acá se demuestra la crudeza misma».

Luis Aguirre, padre de Paulina Aguirre Tobar, joven ejecutada por la CNI en 1985, dijo sentirse muy conmovido por lo visto en la obra: «Me hizo llorar, me hizo reir, me hizo sentir odio, pude sacar todos mis sentimientos y cuando el teatro logra todo eso, creo que es una buena obra».

En relación a la reparación y resistencia para quienes han sido sujetas de violencia política, Beatriz Bataszew expresó que la reparación nunca vendrá desde el Estado, y no se reparará nada mientras sigan existiendo prácticas de opresión.

«Las mujeres que hemos vivido esas violencias, y las que seguirán viviendo, no nos consideramos víctimas, somos sobrevivientes, somos resistentes, somos luchadoras», concluyó Beatriz.

Fuente: Natacha Gomez Barahona, periodista, Dirección de Equidad e Igualdad de Género.

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