Una motivadora experiencia vivió Beatriz Ibarra, estudiante de Bibliotecología en la UPLA, quien pudo unir su carrera con otro interés previo: la arqueología. Esto ocurrió con motivo de una pasantía que realizó durante diciembre en la Universidad de Tarapacá.
La oportunidad se le presentó de forma un tanto imprevista, gracias al Programa de Pasantías Internacionales y Nacionales (PPIN) del Departamento de Estudios Territoriales y Diálogos Interculturales (Facultad de Ciencias Sociales), que se comenzó a aplicar el año pasado en forma piloto. Ella fue una de las estudiantes seleccionadas y pudo elegir dónde quería hacer este tipo de movilidad estudiantil. Decidió ir por una semana a la Universidad de Tarapacá (UTA), específicamente a su Laboratorio de Arqueología y Paleoambiente.
“Nunca se me ocurrió que podía vincular ese trabajo con la bibliotecología. Pero a mí me gusta. De hecho, yo entré a estudiar Arqueología antes y me salí. Por eso, cuando se presentó la oportunidad, apliqué de inmediato pensando lo interesante que sería”, recuerda, ya de regreso en Valparaíso.
Durante una semana de diciembre estuvo en Arica, donde pudo trabajar con una de las eminencias de nuestro país en el ámbito, el Dr. Calogero Santoro, académico e investigador del Laboratorio de Arqueología y Paleoambiente y del Instituto de Alta Investigación de la UTA. En noviembre pasado, fue admitido como Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de Ciencias.
Incluso, en una pausa del trabajo que realizaba, visitó con el doctor Santoro el museo de las momias chinchorro, que también pertenece a la UTA y es parte de los sitios de Patrimonio Mundial.
Pero la mayor parte de la pasantía fue dedicada al trabajo.
Brevemente (un día), ayudó a montar una exposición en el marco del proyecto «Ayllün Uma» (Comunidad del agua, en aymará), que trabaja en la instalación de atrapanieblas en el desierto, como apoyo a comunidades donde la escasez de agua es un serio problema.
Luego, trabajó principalmente en la organización de las muestras del Laboratorio de Arqueología y Paleoambiente. “En una inducción, me contaron cuál era su problema, porque tenían un tremendo desorden con las muestras, no sabían dónde estaba cada cosa, no sabían que tenían. Calogero (Santoro) me contó que llevaban muchos meses pensando cómo ordenarlo, porque cada investigador llegaba y guardaba las cosas a su modo”, explicó Beatriz.
El doctor Santoro le fijó una prioridad: inventariar unas muestras que ni siquiera estaban registradas. Abrió una nueva planilla, donde ingresaba los datos de cada muestra, a las que además fotografiaba y cambiaba de envoltorio (estaban en un papel aluminio que las dañaba).
“Entre medio, yo iba armando una propuesta para organizar el laboratorio”, dijo la estudiante UPLA, en referencia a un trabajo típicamente bibliotecológico. Se trata de un sistema de clasificación que dejó esbozado en el poco tiempo de la pasantía y que el Laboratorio deberá revisar y eventualmente implementar.
En este punto, reconoce la joven que la educación recibida en la UPLA le fue de gran utilidad: “Me salió supernatural cómo cranear una forma de ordenar el laboratorio, creé unos códigos de clasificación y cosas así, modifiqué unas etiquetas que tenían… Lo aprendido en la UPLA me sirvió, totalmente”.
Incluso fue la oportunidad de poner en práctica algo que había aprendido recientemente sobre digitalización, gracias a un taller organizado por la profesora Paulina Arellano tras una alianza con Wikimedia Chile.
Beatriz Ibarra está iniciando el quinto año de su carrera, el último. Vienen la práctica y la tesis. El doctor Calogero Santoro le dejó las puertas abiertas para que haga cualquiera de ellas en el laboratorio que dirige en la Universidad de Tarapacá, una invitación que ella aún está evaluando.
Tal vez la tesis…
Después de todo, en sus propias palabras: “Lo pasé bomba. A mí me motivó”.
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