“He aprendido demasiado. Siento que me iré llena de conocimiento, sabiduría, alegría y conforme con todo el proceso”. Lo afirma Patricia Cortez Rubio, estudiante de tercer año de Nutrición y Dietética en la Universidad de Playa Ancha. Y el proceso al que se refiere es la movilidad estudiantil, que este semestre la llevó a estudiar en la Universidad de Los Lagos, una experiencia que considera “positiva al cien por ciento”.
El Consorcio de Universidades del Estado (CUECH) creó el Programa de Movilidad Nacional Estudiantil de Pregrado para facilitar el intercambio y así lograr una formación integral de sus estudiantes, reforzando el sello especial de las universidades estatales y públicas.
Patricia Cortez se enteró de esta posibilidad a través del correo institucional UPLA y le costó un poco decidirse: “Me puse a revisar de inmediato qué era, cómo, cuándo y todos sus detalles. Ya con eso lo consulté con mi familia, les mostré y comenté todo lo que había leído y me dijeron ‘¿Por qué no?’ Lo pensé durante muchas semanas antes de realizar la postulación inicial, me informé lo más que pude con la coordinadora de Movilidad Estudiantil Nacional de la UPLA, Katherinne Fuentes, y ya al saber prácticamente todo lo que conllevaba, me decidí y mandé los datos y documentos correspondientes para postular”.
La decisión la llevó a elegir la Universidad de Los Lagos, donde actualmente estudia en la sede central de Osorno, bastante más lejos que Valparaíso de su hogar en Los Andes.
Precisamente el fuerte cambio de escenario entre la zona central y el sur fue una de sus motivaciones para elegir esa universidad entre las 17 disponibles. Solo había estado brevemente antes en Osorno y quería conocer mejor la zona. Otra motivación fue el gran parecido de ambas mallas curriculares, que le permitirá avanzar al mismo ritmo que sus compañeros y compañeras en la UPLA.
Conste que así se cumplen los objetivos de la movilidad nacional, que apunta a ser una experiencia significativa tanto desde el punto de vista académico como del personal.
«Vale la pena»
En lo académico, está cursando Salud pública, Gestión en proyectos de salud, Nutrición en actividad física, Dietoterapia materno infantil y Fisiopatología y farmacología, ramos que en la UPLA corresponden a su tercer año, pero en la Universidad de Los Lagos son de segundo y cuarto. Por supuesto, planea convalidarlos al regresar.
¿Alguna diferencia notoria entre las dos universidades, en este plano académico? Dice la estudiante de Nutrición y Dietética que solo hay diferencias menores en los métodos de evaluación y en cómo se entrega la información: “En un principio creí que podría estar retrasada educativamente, ya que tenía la idea de que a ellos les enseñan otras cosas, otro contenido… Pero me di cuenta de que el contenido es el mismo, solo que la modalidad es distinta. Y en cuanto a los profesores, no hay mucho que agregar; la verdad es que tanto aquí como en Valparaíso me he topado con buenos docentes, con demasiado conocimiento en el ámbito nutricional, y estoy muy agradecida porque sean parte de mi formación profesional”.
Esto se complementa con su satisfacción personal. Si uno de sus intereses era conocer los paisajes de esa zona, claramente lo logró: “El sur y cada rincón, carretera, lago, playas y todo lo que lo compone es precioso. La tranquilidad que se tiene al estar aquí ante tanta área verde y aire así de puro es incomparable”, dice entusiasmada.
Las personas que encontró en su nuevo ambiente también son “maravillosas”, según las describe. Especial mención hace a sus nuevos compañeros, que han permitido que no se sienta sola a tanta distancia de su gente, aunque admite que sintió un impacto al comienzo, debido al fuerte cambio de situación.
“El hecho de estar a más de doce horas de mi familia, amigos y vida, es fuerte. Pero cada día me he dado cuenta de que se puede. Estoy haciendo lo que me gusta y eso genera que el camino sea más suave y menos dificultoso. Claro, como a cualquier persona me costó adaptarme un poco, sobre todo al clima, pero he sabido conllevar cada instancia y ser parte e interiorizarse más en la universidad y las personas que la componen”, afirma Patricia Cortez.
En resumen, como dijo, una experiencia “positiva al cien por ciento” que ya ha recomendado a sus compañeros en ambas universidades. “Vale la pena”, asegura.
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