«En la dinámica social uno de los valores que más destacan es solidaridad, concepto que en palabras de Giraldo y Ruiz (2019) lo explicitan como un término extraordinariamente polisémico. Enmarca desde prácticas movidas por la conmiseración — de ayuda momentánea al necesitado —, hasta esfuerzos constantes y profundos hacia la disminución del sufrimiento humano y la realización de la justicia.
En atención a esta definición, la solidaridad tiene como uno de sus principales entendidos la compasión que sentimos frente al necesitado, sea cual sea su distingo social, aunque uno de los hechos que más nos conmueve es la salud del enfermo y más aún el humanismo se hace patente en nuestras preocupaciones y emociones cuando la o el afectada/o es familiar o un/a buen/a amigo/a que está pasando por un delicada afección ya sea física o mental.
Son pues esas situaciones en que las redes de apoyo al necesitado se expresan de diversas maneras, tal cual es el envío de buenas energías, plegarias, palabras de fortaleza y aliento, deseos que pueden ser entregados de manera personal o indirecta. Esto es como ocurre en la actualidad, por medio de las redes sociales pero, asimismo, la empatía al necesitado se revela también con la presencialidad que se haga práctica con visitas y apoyo en cosas tan simples como pagar una cuenta, llevarle un remedio, escuchar al sufriente, ordenar documentos que pueden ser vitales en momentos críticos y que, por el dolor que abruma, es necesario presentar para hacer los trámites de manera más adecuada.
Sin embargo, qué pasa cuando la o el afectado que tuvo toda una vida laboral en una institución se jubila de ella y con el paso de los años la o el ex trabajador/a precisa acompañamiento que permita complementar de manera más llevadera el angustioso momento de ese ser humano. Es ahí en que muchas instituciones fallan, ya que en su orgánica no hay ni siquiera un acápite de filosofía de retribución hacia aquellos. Si bien no forman ya parte del grupo laboral, pero en los tiempos que sí lo fueron, entregaron sus mejores esfuerzos para que la gestión institucional fuese adecuada y tuviese trascendencia.
En el caso de universidades que tienen carreras propias del área de salud, una de sus más valiosas acciones debiese ser – si la o el paciente lo autoriza – proporcionar en sus hogares, por ejemplo, terapias de kinesiología, toma de presión, poner una inyección, leer libros o diarios, aconsejar a los familiares para que sepan a qué institución pueden ir y solicitar otras prestaciones, entre tantas otras labores de asistencialidad sociocomunitaria.
Claro está que si estas acciones y actitudes se irradiaran a la mayoría de la población, la situación de desmedro del desvalido sería más llevadera para él y su familia.
Pese a la disonancia que hay entre necesitados, Estado, organismos públicos y privados no quiero dejar de resaltar una vivencia de la cual fui testigo directo y, permítanme resaltar la actitud y reconocimiento que la comunidad universitaria tuvo respecto del reciente fallecimiento de la reconocida exacadémica y maestra Sra. Elizabeth Chiappa Tapia (Q.E.P.D.). Mujer de gran valía en lo personal y educacional, atributos que los cultivó de manera silenciosa, pero con un recuerdo y registro imborrable en las mentes de quienes fueron sus estudiantes y colegas. Tal fue el caso que, la presencia masiva de quienes fuimos a rendirle el último adiós terrenal, conmovió a sus familiares más cercanos, quienes estaban agradecidos y, más aún, cuando fue el propio Rector de la Universidad de Playa Ancha, don Patricio Sanhueza Vivanco, quien silenciosamente se apersonó durante un largo rato en el velatorio de nuestra inolvidable Sra. Elizabeth.
En síntesis, la solidaridad como tal hay que cultivarla sin esperar nada a cambio y al hacer continua su apropiación y puesta en práctica, tal vez seamos seres más completos y de alguna manera iremos creando una activa conciencia comunitaria que, sin duda, es uno de los valores mas destacados en este indolente e individualista mundo que, momentáneamente, nos ha tocado vivir».
***Gastón Gaete Coddou, geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Playa Ancha.
Columna de opinión publicada en diario El Trabajo de San Felipe, el miércoles 29 de junio de 2022
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