Lingüista UPLA abordó expresiones y conceptos que reflotaron en las reciente elecciones presidenciales

“No estamos para medias tintas”, “esto no está escrito en piedra” o “bolsón de votos”, y “balotaje”, son algunas de las expresiones o conceptos que se escucharon con fuerza durante el reciente proceso de elección presidencial en nuestro país, las cuales se impusieron tanto en los medios de comunicación, como en conversaciones en la vía pública o en conversaciones entre amigos.

Así lo reveló el académico de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), doctor en Lingüística Juan Pablo Reyes, quien sostuvo que los fenómenos sociales y políticos, también se reflejan en el lenguaje de los hablantes.

En este proceso eleccionario, vimos una semana en la que varias frases simbolizaron, creo, la comunicación estratégica del momento político, por ejemplo: “yo no me demoro ni un segundo en votar por (tal o cual persona?”, expresión que se puede interpretar como símbolo del apoyo necesario para sumar las fuerzas que harían triunfar a uno de los dos candidatos que pasaron al balotaje; otra de las frases, paradójicamente lapidaria, fue, y a causa de lo anterior, “no estaba escrito en piedra”, en relación con los programas. Podríamos, entonces, agregar los versos de la canción Resistiré, que se convirtió en frase de la conversación cotidiana que trascendió los contextos de la propia letra de la canción “Junco que se dobla/ pero siempre queda en pie”, dijo el Dr. Reyes.

SÍNDROME DEL ENGANCHE

Agregó que previo a la segunda vuelta, surgió con fuerza el incentivo a votar y por uno u  otro candidato, produciendo lo que se podría llamar “el síndrome del enganchador”. El académico explicó que se trata de un apodo sociopolítico, ya existente en la época en que, desde los muelles españoles, ciertas personas hacían llamados a unirse a la tripulación de los barcos que los llevarían a “hacerse la América”, como se vio también, hasta comienzos del siglo XX, en la bahía de Valparaíso. Según el lingüista, allí se vio a enganchadores invitando a jóvenes a hacerse ricos,  trabajando en las salitreras del norte.  Mismo nombre se le da a quien recluta jóvenes para ser parte del ejército.  Actualmente -dijo- , se le conoce en el ámbito de la construcción, agricultura y de la minería, a lo largo y ancho del país con el nombre de contratista. Su equivalente en política, es el de activista, operador, pero sobre todo, se le llama así a quien sale junto al candidato a la calle a hablar con el electorado, con la gente, reparte volantes, folletos y ostenta con orgullo la foto del presidenciable.

En la responsabilidad del “enganche” de electores adherentes, este importante miembro de las campañas electorales, recurrió a sus mejores habilidades y competencias comunicativas y lingüísticas, en las que el uso de la palabra tuvo la intención de convertirla en cebo, en carnada, que brilla, que expele aromas cautivadores, que seduce, persuade y convence acerca de la realidad. Coincidentemente, podemos encontrar en nuestra habla chilena las expresiones “hacer gancho”, esto es, ayudar a dos personas, que no se conocen, a relacionarse afectivamente, y la expresión “quiubo, gancho!”, para saludar a un amigo, vecino,  camarada, compañero”, sostuvo el académico.

Comentó, además, que el Presidente electo fue quien (cual locomotora del progreso), “enganchó” la mayor cantidad de carros, a la manera del “tren instantáneo, entre Santiago y Puerto Montt”, tal como escribió del poeta Nicanor Parra. Por cierto, que el pasaje para subirse fue “con gancho”, es decir, con acompañante que entra gratis, según se lee en los diccionarios de chilenismos.

Pero hay más, pues Juan Pablo Reyes enfatizó que para el ganador de las recientes elecciones, fue clave qué decir y qué no decir para no recibir de vuelta “un gancho de izquierda” o un “gancho de derecha” (expresado metafóricamente en jerga boxeril). Y quién sabe, si en alguna ocasión -comentó el lingüista- fue mejor “ponerse” un alfiler de gancho en los labios para evitar una frase desafortunada, para luego “enganchar en primera” y ganar la partida.

 

 

 

 

 

 

 

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