Facultad de Ciencias de la Educación reflexiona sobre el Trastorno del Espectro Autista

Una actividad conjunta que convocó a las carreras de Pedagogía en Educación Básica y Educación Diferencial y Educación Parvularia fue realizada vía remota para conocer más y capacitar a estudiantes y académicos sobre el Trastorno del Espectro Autista, TEA.

La iniciativa denominada “Conversemos sobre el Trastorno Espectro Autista (TEA), y las implicancias educativas en Educación Parvularia y Educación básica” nació por la inquietud de los propios estudiantes, quienes deben enfrentarse en sus prácticas en establecimientos educacionales a niños y niñas con esta condición.

La clase fue impartida por la Mg. Ivette Norambuena, Directora de la Carrera de Educación Diferencial de la UPLA, con 13 años de experiencia en trabajo con personas con discapacidad en el sistema educativo e integrante del equipo de evaluación interdisciplinaria en Fundación TEAbrazo; y Marcelo Arraño, Doctor en Psicología, académico Escuela de psicología Universidad Autónoma de Chile y de la Facultad de Ciencias de la Educación, UPLA y quien durante 17 años ha trabajado con personas con discapacidad, tanto en escuela especial como en proyecto de integración escolar. Moderó este conversatorio, la académica Giselle Escarpentier, Directora de la carrera de Pedagogía en Educación Básica.

Durante su exposición, los especialistas se refirieron a la conceptualización básica del TEA y  la situación familiar ante el diagnóstico de esta alteración,

Ivette Norambuena, destacó la importancia de un diagnóstico precoz, cuyo término de “espectro autista” se viene acuñando desde el 2013 y se define como “alteración del neurodesarrollo, donde se presenta una interferencia en sus funciones afectando a las redes neuronales. Su afectación solo es observable por medio de la conducta de la persona”.

Para ello, continuó la especialista, es necesario observar, entre los síntomas más destacables, el déficit persistente en la comunicación y la interacción social; patrones repetitivos de comportamiento, intereses o actividades; observar los síntomas en la primera infancia, hasta los dos años de edad; y, que este conjunto de síntomas impliquen una dificultad en el funcionamiento cotidiano de la persona.
También destacó que el niño o la persona debe ser evaluado por un equipo interdisciplinario de especialistas y no por un solo por un doctor o educadora diferencial.

Por su parte, el Dr. Arraño añadió que según los estudios de 40 personas se espera que una tenga algún grado de TEA, y la familia pasa por 4 etapas en este proceso, la primera es enterarse que su hijo tiene una discapacidad, y viven una etapa de duelo; el otro conflicto es la etapa escolar, no es fácil para estos padres dejar a los hijos en un lugar donde no los van a poder proteger; la tercera etapa pasa por resolver el tema del cuidado cuando no esté en la escuela y, por último, si el grado de discapacidad es mayor, se preguntan con quién se va a quedar cuando yo no esté, cuando yo me muera.

Marcelo Arraño dijo que si los niños y niñas con TEA no reciben el apoyo adecuado nunca serán capaces de desenvolverse con un grado aceptable de independencia de acuerdo al nivel de su discapacidad y viene la sobreprotección o negación de la enfermedad pasando de equipo en equipo de especialistas buscando “la pastillita mágica” que solucione el problema.

“Generalmente esta sobreprotección implica que yo le voy negando actividades, digo no es capaz de hacerlo, tiene un cumpleaños y no lo dejo ir porque quiero tener a mi hijo donde mis ojos lo vean, empiezan a sobre que le van negando muchas experiencias: ir a un cumpleaños, estar con sus amigos, participar de otras actividades, es decir, si los padres no lo están cuidando, nadie lo va a poder cuidar como yo”, concluyó el Dr. Arraño

La actividad culminó con un conversatorio sobre las diferentes dudas, preguntas y comentarios de los asistentes que fueron respondidos por los especialistas.

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