
«Para los griegos era la polis, para los romanos era la civita; de los griegos aprendimos que todo habitante configura su esencial ética y moral mientras se eduque en la polis, y por ello es que somos «animales políticos» (zoopolitikon, para Aristóteles) y como tales, no podemos abstraernos y restarnos de las decisiones que tomen los líderes, pues éstas son en definitiva una representación de lo que aspiramos llegar a querer hacer y ser. Los romanos, en un sentido más práctico y pragmático, entendían a la ciudad como una parte concreta de las aspiraciones para sacar de la barbarie a otros pueblos y es así como operara en su pensamiento político el trinomio: ciudad-ciudadano-civilización.
En Chile se está ad-portas de una operación política-ciudadana para renovar o ratificar (depende del caso) la gestión municipal en 345 comunas. Cada comuna es un territorio que asume sus particularidades y dentro de ellas cohabitan barrios, villas y poblaciones con variopintas necesidades, las cuáles pueden llegar a ser resueltas en la medida que los habitantes de ellas sean asertivos y prudentes a la hora de decidir por «el» o «la» líder que conduzca y represente un buen proyecto ciudadano. En tiempos de crisis política-social (post 18 octubre 2019 y en plena pandemia mundial) restarse de participar es la peor ofensa a la razón, y por ello es que muchos «pseudo políticos» (falsos) que se han perpetuado en el poder buscan obstruir el proceso de participación ciudadana, ya sea alentando cambios a última hora en la forma de elección, favoreciendo nepotismos, como también generando un clima de incertidumbre que por medio del miedo impida la participación masiva; esos «apóstatas» que buscan continuidad y perpetuación saben que están ahí por un miserable cantidad de votos cuyo guarismo parece abismante, pero que en la realidad no lo es, por citar un ejemplo: podemos decir que el promedio de participación de personas que tenían derecho a votar, en las últimas municipales, sólo un 30.2% participó de los comicios!!! Dicho en otras palabras de un promedio nacional de 176.365 personas con derecho a votar por comuna, solo votaron 19.631 personas, cifra asumida por la maquinaria política partidista que ha calculado fríamente cuánto es la necesidad de votos por comuna para poder “sembrar” su candidato. Mientras la ciudadanía se reste de participar de procesos municipales y peor aún de los constituyentes, se está favoreciendo que los partidos políticos tradicionales sigan profitando del modelo estatal vigente. Esto explica por qué nos hace tanto sentido ver todo el empeño de levantar candidatos “independientes”, pero que en definitiva lograron un cupo -ya sea en municipales como en la constituyente- respaldados por partidos políticos.
Calcular los votos necesarios para llegar a ser alcalde o concejal, también denota la necesidad de cambiar un modelo que está agotado. Si se revisa la prensa entre mayo y julio del 2020 queda en evidencia que la entrega de ayuda social programada por el Gobierno Central a los municipios que le son afines, se puede colegir que con la cantidad “beneficiados” es proporcional a la cantidad de votos necesarios para favorecer a un determinado edil o su sucesor, siendo las comuna con alcaldes díscolos las más perjudicadas de esta maquinaria electoralista, populista y en cierto sentido “freak” de lo que entiende el modelo político neoliberal.
La única forma de reaccionar y frenar estas prácticas vulgares de intervencionismo electoral es incentivar la participación efectiva del mayor universo electoral posible. Mientras más personas participen de los procesos electoralistas se puede poner atajo a esta barbarie. La organización de los territorios (barrios, villas y poblaciones) es un modelo de RESISTENCIA Y DE IMPONERSE CON UNA EFECTIVA Y VERDADERA PARTICIPACIÓN CIUDADANA, los/las ciudadanas deben interrogar a los candidatos sean municipales o constituyentes, generándose la expectativa de oír en el caso municipal NO UNA PROMESA, sino más bien una PROPUESTA, y en el caso constituyente ofrezcan las garantías de una Constitución que responda al objetivo integral llamado BIEN COMÚN, y terminar con las apreciaciones individualistas de un modelo que solo legitima la acción de lo privado versus lo público y así poner ATAJO A LA BARBARIE DE LA DESIGUALDAD SOCIAL».
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