“Es el momento de confiar, valorar y reconocer las competencias profesionales sin distinción del género”

Desde enero de 2021, la Facultad de Ciencias de la Educación de nuestra universidad está siendo presidida por la primera mujer decano de su historia. Se trata de la Dra. Silvia Sarzoza Herrera, profesora de Educación Diferencial titulada en la UPLA, quien a los 25 años se integró a esta casa de estudios y cuya trayectoria la llevó a ejercer diversos cargos académicos que le permitieron, según sus propias palabras, adquirir la experiencia para ocupar una decanatura que fue siempre una de las metas de su vida.

Silvia Sarzoza es Magíster en Administración y Gestión Educacional, por la Universidad de Playa Ancha, y Doctora en Intervención Pedagógica y Psicopedagógica, por la Universidad de Granada, España.

En esta entrevista nos comenta sobre el trabajo que desea desarrollar con toda la comunidad universitaria, especialmente los estudiantes de su facultad, los desafíos que asumirá y el sello que desea otorgar a su gestión.

–¿Qué la motivó a postularse a este cargo?
–Principalmente, el deseo que contribuir al fortalecimiento de mi facultad desde la construcción de un proyecto común, a partir de todas las voces de quienes formamos parte de esta comunidad. También desde la valoración y reconocimiento del trabajo realizado por los decanos que me han precedido y de sus equipos, de los cuales afortunadamente aún contamos con varios y varias dispuestos a formar parte de este desafío. Y, finalmente, el deseo de reposicionar nuestra facultad dentro y fuera de la universidad, asumiendo un rol protagónico en la toma de decisiones, análisis y diseños de las políticas educativas públicas, especialmente en tiempos en que la educación, y por lo tanto la formación de profesores, está siendo examinada y muchas veces cuestionadas debido, principalmente al rol y la responsabilidad que tenemos en la sociedad de hoy.

–¿Pensó en algún momento de su carrera que podría ejercer un cargo tan importante en nuestra universidad y que fuese producto de la votación de sus pares?
–Sí, inicié mi carrera como académica de la universidad a los 25 años. Desde entonces he desempeñado distintas funciones y entre ellas la de secretaria de facultad, que me permitió conocer desde el corazón el sentido de las facultades en nuestra institución. Antes de ser titular, muchos y muchas profesoras –varios que ya no están– habían conversado conmigo para asumir esta función, pero evidentemente no podía hacerlo y además, desde mi opinión, me faltaba experiencia fuera de la facultad, la que obtuve como directora general de la Escuela de Postgrado. Cuando finalmente obtuve la titularidad, dijimos “ahora sí” y comenzamos a trabajar para ello. Represento a la facultad más grande de nuestra institución y asumo desde la convicción de que debemos trabajar de manera colaborativa y constituirnos como una comunidad académica sentipensante, activa y propositiva, que oriente y garantice el logro de metas de excelencia mediante el diálogo con todas las unidades institucionales, gubernamentales y sociales.

¿Qué significa para usted ser la primera mujer decano de la facultad más grande y una de las más antiguas de la universidad?
–Es un gran desafío y una tremenda oportunidad para todas nosotras. Es el momento de confiar, valorar y reconocer las competencias profesionales sin distinción del género. Agradezco el apoyo y la confianza de quienes pensaron en mí para asumir la conducción de nuestra facultad y también a todos y todas las colegas de otras facultades que me dieron su respaldo aunque no podían votar. También agradezco el compromiso con esta tarea de los anteriores decanos y en forma especial del Dr. Luis Alberto Díaz, quien hace muchos años lo predijo.

¿Cuáles son los desafíos a asumir como decana durante su gestión?
–Son muchísimos, especialmente por la situación sociosanitaria y las respectivas consecuencias que conlleva, pero entre los más inmediatos está promover el diálogo y la tolerancia, mediante el fortalecimiento de las confianzas, la valoración y el respeto por todos y todas quienes constituimos la facultad. También articular las funciones de investigación, docencia y generación de conocimiento, transitando desde nuestra tradición, la docencia, hacia la investigación como pilar fundamental de la universidad de hoy. En tercer lugar, repensar la formación docente inicial y la educación continua, a través de la revisión de los planes de estudio de las carreras y programas de postgrado, en atención al perfil de ingreso de nuestros estudiantes y a las exigencias nacionales de calidad. Otro desafío es responder a los requerimientos del medio: capacitación, perfeccionamiento y formación postgradual. Siempre entre lo más inmediato, también está el desafío de promover, capacitar e impulsar la formación y desarrollo de grupos de investigación colaborativos, desde el diagnóstico, la autocrítica, el diseño estratégico para el fortalecimiento de los cuadros académicos en las líneas de interés personal y de facultad, así como la utilización de iniciativas vigentes y en curso implementadas por la universidad y que han demostrado ser exitosas en las facultades que se han creado.

¿Cuál es el sello que desea imprimir a su gestión?
–Recoger lo mejor de los períodos anteriores; construir un proyecto de facultad que incorpore las voces de todos y todas quienes constituimos esta comunidad, así como la riqueza de sus diferencias, especialmente las que convocan una perspectiva de género; gestionar e implementar las medidas que sean necesarias para el crecimiento profesional continuo individual y colectivo; velar por una comunicación efectiva y pluralista y, sobre todo, valorar y respetar las legítimas diferencias y sensibilidades.

¿Cuál será su línea de trabajo con los estudiantes?
–Totalmente dialogante. Entiendo que los y las estudiantes de hoy son muy distintos a los de hace incluso cinco años atrás. Me encanta el protagonismo que han asumido, el compromiso con la sociedad y la cultura, más allá de su formación profesional. Valoro su vitalidad y las ganas de cambiar el mundo. Me recuerda a los estudiantes que lideraron importantes reformas en Latinoamérica, por ejemplo la de Córdoba.

¿Cree necesaria una mayor presencia femenina en cargos directivos e intermedios en nuestra universidad? ¿Somos una universidad igualitaria?
–En mi opinión, la universidad cuenta con un alto número de mujeres líderes desde siempre. Quizás algunas hemos estado más visibles que otras, pero somos muchas las que queremos y debemos aportar desde la gestión de la institución. El liderazgo femenino no es nuevo y tampoco es una moda, sino que ha estado invisibilizado por mucho tiempo, pero hoy ya no es así y no necesitamos “sobredemostrar” nuestras competencias, porque hacerlo ya es una discriminación.
”Quisiera agregar que si asumimos un trabajo colaborativo, comprometidos con nuestra misión y con la educación pública, la certificación y valoración pública de nuestra formación, a través de la acreditación de las carreras y programas de postgrado, será la consecuencia de ello y no un fin en sí mismo.”

 

 

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