Aún no existe una vacuna contra el COVID-19. Pero, cuando exista, seguramente tendrá una alta demanda inicial y no todos podrán tener acceso a ella. Por ese motivo, el gobierno de Chile ya priorizó a las personas que la recibirán: funcionarios de la salud, mayores de 65 años, enfermos crónicos y personas internadas. Actualmente, son más de cinco millones de personas en todo el país.
Pero habría una forma más eficiente, científica, de determinar a las personas con mayor riesgo y por lo tanto mayor necesidad de una vacuna. Consiste en definir la predisposición genética que tiene cada persona a sufrir las consecuencias más graves de la enfermedad, para lo cual es necesario conocer los marcadores genéticos que intervienen.
Es precisamente el objetivo de un estudio desarrollado por dos académicas e investigadoras de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Playa Ancha, Graciela Molina y Carol Parra, con el apoyo de bioinformáticos de la Universidad de Chile.
Graciela Molina, médico cirujano y doctora en Ciencias Biomédicas, se encuentra en Estados Unidos cursando un postdoctorado. Hasta allá la llamaron de ADN Radio, para conversar sobre esta investigación y sus hallazgos:
Otros antecedentes de esta investigación se pueden conocer en Noticias UPLA.
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