«La perspectiva territorial de la V Región de Valparaíso incluye en su área 263.3 kms. 2 (0.0176% del total regional), correspondientes a las islas oceánicas profundas, que forman parte de su jurisdicción político administrativa, tal cual lo son respectivamente isla Rapa Nui (163,7 kms2) y el archipiélago de Juan Fernández (99,7 kms2).
Respecto del origen de ambas insularidades hay una relación entre esas posesiones que en algún momento de su historia geológica, se encontraban emplazadas en una zona próxima a lo que se denomina un “hot spot” (punto caliente), o también llamado “punto triple”, dado que en ese sector convergieron tres placas tectónicas, a saber: Nazca, Pacífica y Antártica, conjunción, que dio salida a plumas calientes desde el manto con proyección a la superficie oceánica, en una serie de alturas que se configuran en cadenas volcánicas, cuyas datas geológicas las sitúan entre los 4 y 3 millones años antes del presente.
En relación a su valoración patrimonial, Rapa Nui, concentra en su plataforma emergida volcanismo extinto tipo hawaiano de cuyas lavas, se desarrolló una cultura a partir de la presencia del ser humano, que arribó a estas costas teóricamente entre los siglos VI y VIII d.C., tiempo en que el rey Hotu Matu’a y sus navegantes provenientes de la mítica isla Hiva, (tal vez Islas Marquesas), fijaron su asentamiento. Desde ese momento, la apropiación y uso de los recursos materializó un plantel de registros de extraordinario valor patrimonial, destacando en este sentido: Moais, esculturales imágenes que representan el respeto a los antepasados que estaba arraigado en los rapanui, quienes, creían en la energía espiritual (Mana) proveniente de las personas importantes, que se irradiaba después de su fallecimiento, intervenía e influía en los acontecimientos posteriores (protección de las familias a las que estaban vinculados los antepasados, control de las cosechas, cultivos, tenencia de animales). Hecho intangible que se hizo patente con la construcción de los Moais, colosales figuras que son únicas en su tamaño, anatomía y género en todo el mundo y que en isla existen 900 (en solitario (620) o grupos de los mismos, llamados Ahus (280)) de estas estatuas, que más allá de su fisonomía, canalizaban según la creencia religiosa local, el Mana y lo traía a la tierra.

Paralelo a lo indicado, hay además que resaltar otros aspectos dentro de este hermoso escenario como son las tradiciones orales (mitos y leyendas), las construcciones (casa bote), una amplia cosmovisión, las tablillas de Rongo Rongo, entre otras valiosas particularidades culturales que desafortunadamente, se estima que entre los siglos XV y XVIII, Rapa Nui, tuvo una vicisitud que cambió la convivencia socioterritorial. La probable sobrepoblación causó una carencia de producción de recursos destinados, por ejemplo, a la alimentación, lo que originó una crisis con variados enfrentamientos entre las 12 tribus que la habitaban. Problemas que habrían desencadenado el decaimiento en la creencia del poder de los moai y, por tanto, su manufactura fue abandonada e incluso se llegó a derribarlos de sus ahus.
Otra circunstancia que ha afectado negativamente el legado de herencia de la cultura Rapa Nui, han sido las expoliaciones de su patrimonio, piezas que se encuentran en diversas colecciones, siendo ese hecho una de las máximas por recuperarlas y que vuelvan a su lugar de origen, tarea nada fácil, pero que con tesón se puede lograr.
En cuanto al archipiélago de Juan Fernández, se encuentra integrado por las islas Robinson Crusoe, Santa Clara y Alejandro Selkirk. Respecto de su historia se puede referenciar que esta agrupación de islas, fue descubierta en el año 1574, por el piloto portugués Juan Fernández, quien, luego descubrió en el mismo año, las islas Desventuradas. Cabe destacar que en 1935, a través del Decreto N° 103 del Ministerio de Tierras y Colonización, se declaró Parque Nacional a todos los terrenos de las islas integrantes del Archipiélago de Juan Fernández.
Sobre la riqueza patrimonial de Juan Fernández, destacan además del Parque, las loberías, la tradicional pesca artesanal, los recintos penitenciarios de los patriotas exiliados en las guerras de la independencia nacional, el fuerte de Santa Bárbara erigido por los españoles (1749) en los altos de la bahía Cumberland en la isla Robinson Crusoe, para defenderla de posibles ataques enemigos de la corona española.
Sin duda, destaca en este paisaje isleño la permanencia entre 1704 a 1709 del escoces Alejandro Selkirk, quien, en medio de la nada sobrevivió de la caza y pesca, un huerto y una instalación a modo de granja, en la cual, habitaron cabras. La vida de este personaje se vio repentinamente sobresaltada… “Una mañana del 31 de enero de 1709 cuando divisó en el horizonte una vela «que su vista ejercitada de marino le hizo presumir fuera amiga» (Vicuña Mackenna, 1883: p.143). Se trataba de una expedición compuesta de dos buques. Más adelante el relato escrito informa que las tripulaciones se… “Sorprendieron al observar aquella noche que en la desierta isla brillaba un fuego, i mayor fue su maravilla cuando, acercándose al siguiente día a la playa, vieron bajar a ella a un hombre rodeado de un grupo de cabras» (Vicuña Mackenna, 1883: P. 144). Ante la llegada de los rescatadores…” Selkirk los festejó regalándoles en sabroso asado y partió con ellos a navegar las costas de Perú y México, donde hizo fortuna, dirigiéndose luego hacia su tierra natal”. Cabe señalar, finalmente que la estadía de Selkirk, dio origen a la famosa obra (Robinson Crusoe) del escritor inglés Daniel Defoe, quien publico el escrito en 1719.
En conclusión, queda en evidencia que la construcción del perfil patrimonial regional debe incorporar el tesoro insular tangible e intangible el cual es inevitable conocer».
***Gastón Gaete Coddou, geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Playa Ancha.
Columna de opinión publicada en diario El Trabajo de San Felipe, el miércoles 22 de julio de 2020.
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