La cuarentena para la ciudad de Valparaíso, que ya lleva 10 días, marca un hito importante en las medidas que el Gobierno de Chile ha adoptado desde la aparición de los primeros casos en el país. Las críticas que se han presentado hacia esta medida han estado centradas en cómo enfrentan económicamente los habitantes de las comunas, las familias y, especialmente los grupos vulnerables, el aislamiento y las restricciones de movilidad espacial.
No es menor realizarse esta pregunta en la comuna de Valparaíso, donde un 59,3% de los hogares se encuentra entre el 40% más vulnerable del Registro Social de Hogares del Ministerio de Desarrollo Social y Familia. A esto se suma que los hogares con personas dependiente y/o adultos mayores representan un 58,2% de concentración en el área urbana de la comuna.
Un factor importante de considerar es el emplazamiento de la ciudad, donde las características físicas del territorio y la habitabilidad de las quebradas y cerros, implican una dificultad mayor para lograr un aislamiento efectivo. Las dificultades para que la población pueda acceder a servicios y abastecimiento de productos básicos para la supervivencia, se torna un aspecto central a considerar para la gestión del territorio en condiciones de emergencia.

Si se lleva esto a una espacialización, los cerros que presentan una mayor situación crítica son Playa Ancha alto, Los Placeres Alto, Cordillera, Mesilla y Toro, donde se suman los que fueron afectados por incendios en los últimos años, como son La Cruz y Rodelillo. Efectivamente se puede observar que, a mayor altitud, es mayor la concentración de los indicadores de vulnerabilidad, como el hacinamiento, la precariedad de la materialidad de la vivienda y el acceso a servicios básico, lo cual aumenta las probabilidades de transmisión y contagio, en una comuna que presenta una alta taza de movilidad laboral.
La encuesta CASEN, correspondiente al año 2015, la más actualizada disponible que nos permite desagregar a escala comunal la estructura ocupacional de la población en edad activa, nos informa del carácter precario de Valparaíso y, consecuentemente, su extrema vulnerabilidad a situaciones catastróficas como la que estamos experimentando. Una muestra de esta precarización son las categorías ocupacionales que más prevalecen en su población activa, a saber, auxiliares de aseo y trabajadores de casa particular, vendedores, trabajadores de los servicios a las personas, técnicos de servicios jurídicos, sociales, deportivos y culturales, operarios de la construcción y conductores de automóviles, taxis y camionetas.
En este sentido, el aumento del comercio informal en la ciudad de Valparaíso ha presentado un importante crecimiento en las últimas semanas, acelerado por la falta de fuentes laborales estables y el aumento de la cesantía, las cuales se pueden relacionar, principalmente, por la baja en la carga del puerto de Valparaíso y por las medidas de educación a distancia que han tenido que implementar las universidades. Es importante considerar este último aspecto, ya que la ciudad de Valparaíso se ha presentado como un lugar atractivo para emprender estudio de educación superior para estudiantes que provienen fuera de este territorio, categorizándola como “ciudad universitaria”.
La economía local tiene en la actividad universitaria un componente sustantivo y creciente. Valparaíso, de acuerdo a las bases de datos del Servicio de Información de la Educación Superior, el año 2019, registró 66.500 estudiantes matriculados en pregrado y postgrado, lo que representa un 49,4 por ciento del total regional y un incremento sobre el 40 por ciento en relación a lo registrado el año 2005.
Otro factor clave es el turismo, como correlato de la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad del área histórica de la ciudad el año 2003, la cual es central en la estructura económica de la ciudad, la cual se amplía con la emergencia de la «industria» turística, cuyo desarrollo ha sido objeto de la promoción por parte del Estado a través de diversos instrumentos. En este cambio estructural ha operado también y sinérgicamente la consolidación de un polo de educación superior nacional en la conurbación Valparaíso-Viña del Mar, lo que ha implicado un crecimiento sostenido y significativo de su oferta, tanto en términos del número de matrícula como de programas de pregrado y postgrado, impactando, consecuentemente, en el perfil sociodemográfico de estudiantes y de profesores (internacionalización).
La actual situación de pandemia ha implicado el cierre de oferta turística tradicional, un cierre de la matrícula orientada a estudiantes extranjeros y un cambio en la modalidad de la matrícula nacional, virtualización de la actividad académica, lo que ha implicado una baja significativa de la demanda de servicios turísticos en general y de servicios complementarios a la actividad de educación superior, a saber, arriendos, alimentación, esparcimiento, entre otros.
REFLEXIONES FINALES
Las medidas adoptadas y aplicada durante la pandemia han tenido un carácter estructural, sin considerar las particularidades de los territorios, como las funciones y especializaciones económicas. A 5 meses de iniciada la pandemia en el país, con la identificación de los primeros casos, la consideración de estos aspectos ha sido escasos por parte del gobierno central, lo cual se ha agudizado por la falta de comunicación con los gobiernos locales.
En este sentido, las políticas económicas del gobierno han estado centradas en proteger los circuitos económicos superiores de los sistemas urbanos, como la gran industria de exportación y el comercio asociado a firmas multinacionales y de grandes conglomerados financieros, en desmedro de la economía doméstica y popular, que es la principal economía de sustento de los hogares y familias de Valparaíso.
Este circuito inferior de la economía urbana de la ciudad, es el sustento de muchas familias y hogares en la actualidad, lo cual, con la medida de cuarentena, se ve fuertemente afectado, precarizando aún más las condiciones de vida de la población. Los servicios domésticos y/o hoteleros, artesanos, feriantes, vendedores ambulantes, pequeños comerciantes, etc. comprenden una economía familiar y popular que está sustentada en una mala remuneración, el trabajo precario y/o inestable que se verá fuertemente afectado por la medida.
En este sentido, es necesario que las medidas del gobierno integren las experiencias que pueden estar desarrollando los gobiernos locales. No sirve seguir tomando medidas que diferencian la producción espacial, no comprendiendo la integralidad y correlación que existe entre la economía inferior y la economía superior, y su relación con la vida cotidiana de los y las habitantes de la ciudad. Ejemplo de ellos son las manifestaciones que se iniciaron en la comuna de El Bosque en Santiago el 18 de mayo, y que se han extendido a otras comunas del país, lo cual se ha visto apaleado por la solidaridad que las organizaciones de base y comunitarias han realizado con las ollas comunes, pero de ninguna manera pueden sostener la precarización de la vida que se esta viviendo con la pandemia y que tendrá consecuencias importantes en el corto, mediano y largo plazo.
Ignacio Rojas Rubio
Académico UPLA
Laboratorio Urbano, Instituto de Geografía PUC
Rodrigo Hidalgo Dattwyler
Académico PUC
Laboratorio Urbano, Instituto de Geografía PUC
Carlos Valdebenito Valdebenito
Académico PUCV
Instituto de Geografía PUCV
Carlos Vergara Constela. Académico UV
Laboratorio Urbano, PUC
UPLA.cl
Noticias de la Universidad de Playa Ancha Dirección General de Comunicaciones

