Para los gemelos Ignacio y Andrés Schuitemaker (26), ingenieros en maquinaria y vehículos pesados pero además modelos de la agencia Elite, no había otra opción al comprar un vehículo que no fuera uno bien resistente, especial para caminos rudos, ya que les gusta «recorrer lugares fuera de lo común”.
Hace dos años que comparten una camioneta Volkswagen Amarok Highlight año 2015, que compraron usada y en la cual salen a jeepear y a «hacer deportes outdoor que requieren llevar implementos, como bicicletas y esquíes”, cuenta Ignacio. La eligieron porque «siempre andamos moviéndonos por caminos malos”, suma su hermano Andrés.
De hecho, los fines de semana casi nunca están en Santiago: van al Cajón del Maipo, a Ritoque o al Lago Rapel a hacer mountain bike. La semana pasada viajaron 12 horas hasta el Lago Maihue. «Fueron 2.300 kilómetros y la camioneta se portó súper bien”, dice Ignacio.
En ese viaje se dividieron el manejo: cinco horas cada uno y una de descanso. Tal como comparten el vehículo sin mayores problemas, aseguran, ya que desde hace cuatro años tienen un acuerdo para usarlo sin disputas. En esa época estudiaban en el DuocUC de San Joaquín «y nos quedaba muy lejos: era una hora desde la casa, entre Metro y micro”.
La decisión de comprar algo juntos se zanjó por las ventanas que tenían entre clase y clase, a menudo de cuatro horas. «En auto nos demorábamos 25 minutos en llegar a la casa y como fue la época en que empezamos a trabajar como modelos, nos fuimos a medias y resultó una muy buena opción”, relata Ignacio.
Partieron con otro vehículo y hace dos años comparten la Amarok, de la cual valoran sobre todo el pick- up, donde dejan sus bicicletas e implementos (la camioneta tiene una capacidad de carga de 1.041 kilos).
Los gemelos tienen un sistema ordenado para compartirla: un día cada uno, cuyo horario se respeta, aunque eso está sujeto a cambios si alguno tiene algo importante que hacer. «Si mi hermano la quiere ocupar para ir a ver a su polola, no es tan importante como si yo tengo que ir a trabajar”, comenta Ignacio.
Dividen los gastos de combustible (petróleo) y tag entre los dos: gastan $45.000 cada 15 días en llenar el estanque (80 litros) y unos $8.000 en el costo de las autopistas. Pero si alguno tiene que viajar solo fuera de Santiago, los gastos corren por su cuenta.
-Andrés, se dice que usar un auto es adictivo. ¿No tienen ningún problema para compartirlo?
-No, porque mi polola tiene auto, entonces a veces uso el de ella. Pero cuando quiero la camioneta para salir a andar en bicicleta, entonces me toca a mí, independiente del día, porque soy quien la usa menos.
-Ignacio, ¿y el próximo lo van compartir?
-No, porque con lo que estudiamos nos estamos yendo por áreas diferentes y probablemente no vamos a trabajar en lo mismo. A Andrés le gusta el tema ventas y repuestos de maquinaria y a mí, el área de reparación de componentes. Así que pensamos que cada uno tendrá el suyo.
Capital genético
Compartir algo como un auto se da más fácil entre hermanos, afirma José Muñoz, doctor en biología y especialista en etología humana. «Somos animales altamente sociales y en el núcleo familiar más directo es donde se hace una fuerte inversión para proteger relaciones. Por eso es normal que entre hermanos puedan llegar a acuerdos que son complejos, porque están dispuestos a ceder mucho”, explica el también académico de la Universidad de Playa Ancha.
Asimismo, resalta que entre gemelos las relaciones son aún más afiatadas y empáticas, porque hay un vínculo biológico muy grande. «No es lo mismo tener un hermano que es diez años mayor. Acá además hay una certeza absoluta de que comparten un capital genético: como tienen la misma edad, comparten el mismo universo social. Son más conscientes de los problemas que tiene el otro, entienden sus necesidades y ceden con facilidad cuando se debe”, detalla.
Fuente: Las Últimas Noticias, 18 de marzo de 2020, página 26.
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